27. El hombre invisible (Luisa R. Novelúa)
Adrián arrastra su sombra de ordenanza por las calles de la ciudad. Las manos que manipularon chisteras portan carpetas con documentos municipales. Es un trabajador eficaz. Responsable. Valorado. Triste. Aun así, el fogonazo de la ilusión ilumina su mirada cada vez que palpa la baraja de naipes que lleva en el bolsillo interior de la chaqueta, o cuando extrae una moneda de la oreja de algún desprevenido compañero. En esos momentos se olvida de quién es y vuelve a ser quién fue. La joven promesa internacional de la magia ante un público expectante. Es feliz. Hasta que regresan las palpitaciones, los temblores, los sudores. El fracaso. La humillación. La fobia a los escenarios. Sin embargo, mientras se pierde entre los peatones, le delata una ligera sonrisa. Nadie puede discutirle el éxito de su gran número final.
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Muchos quisieran poder vivir de su verdadera vocación, pero cuando no es posible tienen que poner los pies en la tierra para buscarse la subsistencia. Tu protagonista ha pasado de promesa en el mundo de la magia a serio y eficaz funcionario, seguro que también bastante gris. Quizá hubiese llegado lejos, pero el miedo escénico puede ser un enemigo terrible, incluso cuando el afectado se ha vuelto invisible. Esta circunstancia se nos cuenta desde el título, pero no es hasta el final cuando la comprendemos en toda su extensión, tu protagonista arrastra una sombra sin cuerpo a la vista, sus compañeros se sorprenden con esos pequeños trucos que no esperan pero, sobre todo, porque parecen suceder sin que haya nadie que los ejecute. Un personaje sufridor y algo triste, pero sobre todo entrañable.
Suerte y un abrazo, Luisa
Muchas gracias, Ángel. Un abrazo.
Hay muchos seres mágicos escondidos bajo una apariencia de normalidad, el tuyo es especial porque, pese a ese pánico escénico, puede permitirse disfrutar de su propia magia.
Suerte y abrazo.
El protagonista de la historia ha conseguido ser el gran mago que siempre soñó al volverse «invisible» en el papel de funcionario gris en el que nadie se fija. Una solución «cobarde» pero, en mi opinión, muy humana para sobrevivir a la dura experiencia de su fracaso. A veces, hay situaciones en las que todos desearíamos desaparecer. Él lo consiguió. Muchas gracias, Yolanda. Un beso.
Un relato muy bien contado y lleno de magia.
Buen otoño,Luisa.
Muchas gracias, María. También te deseo un buen otoño. Un beso.
Muchas gracias, Juan. Me alegra mucho que el personaje te haya enternecido. Un abrazo.
A veces somos incluso más invisibles de lo que quisiéramos. Ni magia hace falta para pasar desapercibidos. La bendita solución para tu pobre personaje. Original.
Efectivamente, para el protagonista es una bendición. Incluso ser un trabajador eficaz le ayuda a ser invisible. Así nadie se fija en que hace las cosas mal o tarde. Muchas gracias, Edita. Un abrazo.
Me gusta la nota de optimismmo con la que acaba la historia de tu ordenanza, pese a la tristeza por la que parece transcurrir su vida. Se nota que ese momento de felicidad que logra gracias a su invisibilidad real (leyendo entre líneas a veces parece que así podría ser) o aparente es verdadera magia para él.
Suerte y saludos.
Luisa, se palpa esperanza en este mago; no pierde de vista su oficio y cuando puede lo pone en prácica; tiene las puertas abiertas a la ilusion. Bonita historia. Suerte y saludos
Este hombre más que gris, invisible, alberga una luz cálida que lo hace mágico. Me gusta mucho este contraste. Mucha suerte.
Y desapareció por arte de magia, nadie le encontrará en su nueva vida.
Bueno, no ha dejado totalmente atrás su vocación con el amuleto de la baraja en su bolsillo y la sonrisa conocedora en su cara.
Te deseo una FELIZ NAVIDAD Y AÑO NUEVO