83. EL HOMBRECILLO Y LA DIOSA (EIDER INCHAUSTI)
La luna de plata delató aquel cuerpo que descansaba en la orilla. Su saliva y resto de fluidos en el punto más álgido de la noche se habían mezclado con la espuma de mar. Nunca había pensado que se pudiera sentir tantísimo placer, pero allí estaba él, un pequeño hombre de un pueblo perdido contemplando la máxima belleza.
Recordó que antes de perderse entre las olas ella le había susurrado al oído su nombre, ese fue el primer escalofrío y el primer calor entre las piernas. Y ahora yacía en la orilla, no sabía si acercarse y volver a preguntárselo pero pensó que después de una conexión así poco importaban los nombres.
Recorrió su silueta con la mirada, el cabello dorado que se había enroscado en su cuerpo, la boca que le había sorbido el alma, ese cuello que había mordido mientras ella emitía sus primeros gemidos. Siguió el recorrido y al parar en los pechos volvió a saborear el tacto de sus pezones. Se acercó, empujo el cuerpo al mar y le dio las gracias a la inmensidad mientras la luz de la luna iluminaba las escamas de la cola de aquella diosa.
Un relato muy sensual. Enhorabuena.
abrazos
Gracias desde el mar, la arena y las cervecitas. No tengo tanta suerte como mi sirena pronto volvere a la tierra.
Lo suyo sí que ha sido un original romance de verano.
Se comprende bien su éxtasis.
Sensual y descrito con muy buen gusto. Qué tendrán las historias de verano que marcan tanto. Mucha suerte 🙂