36. El ilusionista
Para mi sorpresa, la carta elegida tenía mi nombre escrito bajo el as de corazones. Con solo mirarme, adivinó en quién pensaba – ¡se parecía tanto a él! – y de su chistera extrajo el peluche de mi niñez, el que papá dejó sobre mi almohada el día que se fue. Un rápido gesto de sus delicadas manos transformó mis emocionadas lágrimas en mariposas, que se posaron sobre mí adornándome el cabello. Cuando me invitó a meterme en la caja para serrar mi cuerpo, no pude resistirme, deseaba que me hiciera suya aunque fuera trozo a trozo. El blanco vestido de mi inocencia voló como una más de sus blancas palomas. Ascendiendo en el aire, levitamos como trapecistas sin miedo al vacío y nos amamos a dúo, sin trucos ni red.
El aplauso cerrado de las focas celebró nuestro número final: el enamorado beso de despedida. Después, como por arte de magia, desapareció. Como papá, se fue. ¡Se parecía tanto a él!
Pero, esta vez, no me siento sola. La ilusión crece dentro de mí.
Precioso relato, Manuel. No podía ser de otra manera, viniendo de tus manos. Con tu permiso, voy a lanzarme al vacío y a hacer una interpretación personal… Yo creo que esa chica ha perdido a su padre a temprana edad (por fallecimiento, pienso) y en su relación con los hombres proyecta la imagen idealizada de él. El ilusionista logra hacer que reviva el recuerdo (orientado, diría yo, a otra clase de amor, diferente al paternofilìal), pero pronto esos momentos maravillosos vuelven a ser eso: momentos, en cuanto se esfuma todo. Aunque ahora ella lleva una criatura dentro, fruto de un cariño verdadero y poderoso. Me ha encantado. Tus figuras literarias, bellas a la par que plenas de naturalidad y espontaneidad hacen de tus textos agradables caricias a la vista.
Besitos otoñales.
Hola, Manuel.
Texto de ambientación circense el tuyo, pero centrado en la magia, en el mago y en esa joven, que le ayuda en su número y abocada a las desapariciones de esos dos hombres tan parecidos, su padre y el mago tan competente en su arte. Las sucesivos números están descritos con gran tesoro de belleza en tus letras. El título es muy bueno porque, por arriba del de simple «mago», que hubieras puesto, enlaza con el final y dota al texto de otra dimensión. Enlaza porque el ilusionista ilusiona, valga la redundancia, a la chica, a la joven, sospecho que enamorada de él hasta las trancas como lo estaría, en otros sentido, como es natural, de su padre. La introducción del cuento es sobresaliente. El relato es preciosísimo y me contenta por entero. Mi muy gran enhorabuena por el junto con un abrazo muy fuerte.
Eduardo, casi hemos puesto a la vez el dedito en enviar… Jajjj
Cosas que pasan. Pero tú, guapísima. has dado más en el clavo interpretando el final, que no se para en el amor por el mago sino en la descendencia que espera. Un beso grande.
Como puedo considerar el vuestro un comentario a dúo, Mª José y Eduardo, voy a responder vuestras bellas, consideradas y acertadas palabras en un comentario conjunto, que le va al relato que ni pintado. (Pero que no sirva de precedente. Es un número especial creado para vosotros dos)
Ambos dais las claves del relato, aunque he dejado abiertas algunas ventanas a la ambigüedad para que sea interpretado con cierta libertad. La relación con su padre y la naturaleza de sus sentimientos hacia el ilusionista, ¿fue ilusión creada o fue amor y atracción verdadera? Y el final, bueno, es el final. Mi intención es que quedara un tanto en el aire, como una pirueta de amor de los trapecistas. Lo cierto es que la ilusión crece dentro de ella. ¿Un bebé, volverle a ver…? Crece como la nuestra por escribir que es un verdadero ejercicio ilusionante. Más por vosotros, los amigos de letras que dejáis vuestro comentario, porque creo que se trata un poco de esto, de preparar nuestro número, envolverlo en palabras y esperar respuesta nuestro público amigo.
Ahora permitidme un juego de chistera. ¡Alehop! Un fuerte abrazo para Eduardo y un beso grande para Mª José.
He hecho bien en esperar a que Eduardo y María José dejaran sus comentarios, ya en si mismos remarcables. Yo, me iba a centrar «simplemente» en la belleza, tanto de la forma como del fondo, de tu cuento, tal como lo define Eduardo, de las imágenes tan nítidas que nos muestras, de lo sugerente del relato… Un verdadero cuento, en el mejor de los sentidos, es lo que hemos tenido la suerte de leer y que puede ayudarnos, también a nosotros, a soñar participando de la ilusión ( o de las ilusiones) que ¿subyace? del texto. Me ha gustado mucho. Suerte, Manuel. Un abrazo.
¡Vaya baraja de la suerte que voy juntando con los comentarios! Me hace tanta ilusión recibir el tuyo como el anterior a dúo de Mª José y Eduardo. Valga la interpretación de cada cual para los imágenes más abiertas, pero tomando tus palabras, subrayo que la ilusión subyace en nosotros y, de nosotros depende ponerle esa chispa a lo que ocurre a nuestro alrededor.
Para no olvidarnos de soñar tenemos esta preciosa llave que es escribir.Me alegro que te haya gustado. Un abrazo grande, Jesús. Gracias.
Estupendo relato. Formalmente, pleno de belleza y sensibilidad. En el fondo, un auténtico ejercicio de «ilusionista-literario» que, cual mago o prestidigitador, nos deja perplejos intentando racionalizar algo tan maravillosamente inexplicable como una ilusión.
Gracias por la ilusión, Manuel.
Enhorabuena envuelta en un afectuoso saludo.
La ilusión es esa chispa que se ha encendido en mí después de leer tu comentario, Nuria. La belleza de tus palabras encierra magia y delicadeza. Has captado ese sustrato inaprensible que se esconde detrás de aquello que escapa de lo puramente sensorial.
Gracias a ti por transmitirme tanto. Un atento saludo.
Fogonazos de ternura y recuerdos que dan paso a la pasión. La protagonista recorre con emoción sobre el alambre la felicidad, sabiendo que esta siempre le es efímera. Pero esta vez la ilusión que crece en su interior no es una quimera, y se aferra a ella para seguir su camino. Precioso relato, Manuel. Me ha encantado. Abrazos y suerte.
Ni el autor podría decir con palabras más ciertas el recorrido de la protagonista sobre esa bella imagen del alambre que traes, como anillo al dedo, a colación. Gracias, Salvador. Suerte también para ti con tu magnífico relato.
Qué bonito, Manuel. Ese ilusionista creando magia, apareciendo y desapareciendo ante nuestros ojos, como si lo viéramos, y después… ese final, que semeja brusco pero se transforma de nuevo ante nuestros ojos, con esa semillita de ilusión.
Un relato redondo. Enhorabuena.
Gracias por ese piropo tan bonito al relato. Si es posible ver al mago creando una atmósfera de ilusión en torno a la protagonista, me doy por satisfecho, Manoli. Mi idea era que quedara patente que ella queda fascinada por la ilusión, pero que el otro, el ilusionista, también se viera alcanzado por el mismo efecto.
Te envío saludos.
Una ilusión con cinco deditos en cada mano y cada pie… no cualquier ilusionista saca eso de su chistera 😉
Por ese truco, tan delicada y bellamente contado, yo te doy un diez en magia, MANUEL.
Sencillamente, me encantó… ¡Felicidades!
Mariángeles
Tienes toda la razón, Mariángeles. Seguro que no hay mayor ilusión que la ilusión propia. Gracias por dejarte contagiar por la magia del relato. Te envío un cordial saludo.
En vista de todo lo que sucede en ese número de ilusionismo, yo situaría tu relato en un contexto onírico. En un sueño es mucho más posible que en la realidad que una voluntaria del público (así la he visto yo) acabe haciendo el amor con el mago en el escenario (según mi lectura), así como es cierto que en ellos nuestros sentimientos cobran mayor ambigüedad que en la vigilia. También en ellos el público de un espectáculo puede estar compuesto por focas, la gente puede desaparecer como por ensalmo… Por no hablar de la ilusión que a veces dejan en nuestro interior algunos al despertar.
Haya acertado o no en mi interpretación, el caso es que coincido con todos los compañeros anteriores en que has compuesto un bellísimo relato que, además, rebosa magia.
Enhorabuena, Manuel, y suerte con él.
Un fuerte abrazo.
Gracias, Enrique. Al escribirlo pretendía (osado de mí) hacer que la magia de ese amor especial fuera palpable en el relato. Y la magia consigue un poco lo que tú dices, hacernos soñar que la ilusión es posible. La variedad de las interpretaciones les da riqueza a los relatos, así que tu aportación lo hace un poquito mejor que antes.
Un abrazo grande.
Un gran relato. Se suele decir que la magia del amor, se desvanece con el tiempo, pero tu, en ese recorrido por los diferentes trucos del mago, vas un paso más allá: evocas el recuerdo del padre perdido y la ilusión por el nuevo amor que vendrá. Una maravilla, contada con gran sencillez y armonía.
Me ha encantado.
Suerte y abrazos,
Hola, Anna, qué bello y delicado comentario el que haces a mi relato. Con tus palabras has puesto esa chispa de gracia que hace que la ilusión se encienda. Gracias. Un abrazo.