107. El increíble Hombre–Abeja
El doctor Walter Blum, eminente entomólogo, estaba a punto de resolver el problema de la súbita muerte de las abejas. Después de años de solitario trabajo, había desarrollado una fórmula que las hacía resistentes a los peligros que las amenazaban. Cuando una de las abejas sometidas a tratamiento le picó, Walter no le dio mayor importancia: era un accidente al que estaba habituado. Sin embargo, al cabo de un par de días, descubrió que había adquirido asombrosas capacidades: un olfato increíble, visión infrarroja, la capacidad de desplegar alas membranosas y translúcidas. Decidió poner esas habilidades al servicio de la humanidad, por supuesto. Realizó el diseño de un hermoso traje negro y amarillo y se lo entregó a la señora Zhang, la vecina que le solía hacer arreglos en la ropa, para que se lo cosiera. Cuando tuvo el traje listo, se lo puso: le sentaba como un guante. Walter estaba impaciente por iniciar su carrera de superhéroe. Voló zumbando a resolver su primer caso, un robo a mano armada. También fue el último: cometió el error de clavarle su aguijón al ladrón.
Un superhéroe con poderes recién adquiridos, que, como corresponde, pone al servicio de la humanidad. Hasta aquí, todo irreprochable. Seguro que hubiera cumplido su papel a la perfección. El problema es que como entomólogo era bastante desastre, lo de la muerte de la abeja tras clavar el aguijón es muy básico, pero el lo olvidó, será que, como se dice ahora, se dejó llevar por la emoción del momento.
Imaginativo y simpático relato, Plácido.
Un abrazo y suerte