21. El inquilino (Luisa R. Novelúa)
Una nube se enfrenta al sol prepotente. En lugar de la exploradora que precede al ejército, parece un ave desorientada que ha perdido el rumbo de su bandada. Su sombra mitiga por unos minutos el calor que aplasta a Manuel contra el asfalto. El anciano cierra los ojos para sentir la brisa cargada de olores, a candil de gas, a queso curado, a hierba recién segada; y de sonidos, el de las gotas de lluvia rebotando entre las hojas de los robles, el del primer canto del cuco en abril, el de palabras que ningún otro idioma puede traducir. Todo aquello de lo que huyó.
Cuánto le gustaría subir a esa nube para regresar a casa. Sin embargo, cuando el cielo vuelve a despejarse siente las raíces que le amarran con fuerza a esta nueva tierra, las de la mujer que conoció aquí, las de los hijos y nietos extraños a sus orígenes, las del bienestar que superó sus sueños. Y aun así, sesenta años después, sabe, como el primer día en que llegó cargado de ilusiones e incertidumbres, que su lugar siempre será otro.
Hermoso y sensible texto el que nos dejas, Luisa, repleto de imagenes, sonidos, olores… que configuran los recuerdos de toda una vida y que sirven de alimento para que tu personaje pueda seguir con lo que le queda de existencia en el lugar donde, por las circunstancias, ha tenido que recalar y en el que parece haber sido feliz. Suerte y saludos.
La emigración puede ser agridulce. Muchos emigrantes han mejorado su calidad de vida en su nueva tierra pero sienten nostalgia por aquello que dejaron que, por otra parte, pertenece al pasado. Es como si siempre viviesen de alquiler, en una casa que no siente como suya. Muchas gracias, Jesús. Un abrazo.
Luisa, a veces las raices tiran tanto que no te sueltan. Bien narrada la idey la ambientacion de tu historia. Suerte y saludos
Calamanda, las raíces pueden atarte al pasado o al presente, o a ambos a la vez, con lo que se vive en algo parecido a un tira y afloja. Muchas gracias. Un abrazo.
Tantos años y tu protagonista aún sigue echando de menos su tierra. Ni siquiera esa mujer, esos hijos y nietos le quitan la idea de volver.
Un saludo y suerte, Luisa
Efectivamente, tiente deseos de volver, pero sabe que nunca podrá hacerlo. De hecho, esa vida que tanto añora probablemente ya solo exista en sus recuerdos. Muchas gracias, Inés. Un abrazo.
Este personaje tuyo no ha acabado de integrarse en el país al que emigra. En mi relato pongo a una joven que sí lo consigue, pero lo que sucede con mayor frecuencia es lo que tan bien nos cuentas, Luisa. Felicidades.
Un abrazo.
Al protagonista de mi historia parece haberle ido bien en su nuevo destino, tanto económica como personalmente. Quizá sí esté integrado, pero yo creo que es bastante común añorar los orígenes. O quizá solo sea la famosa morriña gallega. Muchas gracias, María José, Un abrazo.
Hizo lo que se esperaba de él, incluso más allá de sus sueños, pero hay uno que quedó relegado, que, agazapado dentro de él, por muchas capas de realidad distinta y diaria que le ha echado encima, sigue vivo y vigente. Tu protagonista lo mantiene encerrado dentro del territorio más íntimo, pues sabe que será muy difícil que pueda lograrlo, que aquello que se ama no tiene sustitución posible, como mucho, el consuelo de algo que sólo en apariencia es mejor.
Un abrazo, Luisa. Suerte
Yo creo que la intención del protagonista, como de muchos emigrantes que se van de su tierra por necesidad u obligación, es ganar dinero y regresar algún día. Pero desde que se da el paso de marcharse nunca se sabe por dónde te va a llevar la vida. Muchas gracias, Ángel. Un abrazo.
Hola, Luisa.
Qué bien has pintado el desconcierto, la zozobra de ese anciano emigrante en su día. Un final de lujo con ese lugar siempre otro. ¿Cuál será ese lugar…? Y entre tanto esos recuerdos cifrados en pequeñas cosas, con seguridad las más grandes, cargadas de poesía. Y esa nube a modo de alfombra mágica, transportadora a otro mundo, a otro lugar está, a mi modo de ver, muy bien traída. ¿Cuál será ese lugar…? Quizá, tú misma lo dices, aquel que ningún idioma puede traducir. Veo el tuyo como un texto redondo y te felicito muy sinceramente por ello. Un beso.
Quizá ese lugar solo exista en sus recuerdos. Muchas gracias, Martín. Besos.
Expresas muy bien ese sentimiento de sentirse en tierra extraña, aún sesenta años después. Es muy cierto que los lugares son los del recuerdo y por eso, como bien dices, ya no existe la forma de volver, salvo en la imaginación. Poderoso texto. Mi enhorabuena.
Saludos.
Al final, el emigrante puede sentir que nunca está en su lugar. Vive siempre de alquiler. Muchas gracias por tus amables palabras, Manoli. Un abrazo.
Qué bonito relato, me encanta su prosa.
A veces te sientes extraño aunque lleves toda una vida viviendo ahí.
Un abrazo
Blanca, qué bien que te haya gustado. Muchas gracias. Un abrazo.
Me gusta mucho tu relato, Luisa, sobre todo cómo reflejas ese anhelo y la contradicción de tu protagonista, ese deseo de querer dos cosas a la vez y no poder tenerlas al mismo tiempo.
Mucha suerte.
Rafael, como gallega e hija de emigrantes he vivido muy de cerca esa contradicción. Morriña por lo que fue, pero ya no es, y adaptación a un mundo nuevo. Me alegra mucho que te haya gustado. Gracias. Un abrazo.