05. El invierno (Jesús Garabato)
“Ya es de noche. Y sigue haciendo mucho frío. Sí que tarda, hoy, mamá. Menos mal que dejó algo de pan y mortadela para merendar. Me aburro y la tele sigue estropeada. Estoy harto de leer cuentos y de dibujar. Si tuviera, al menos, un ordenador o una consola podría jugar un rato. Ella siempre dice que, cuando las cosas vayan bien, ya veremos. Tampoco puedo entrenar con el balón a estas horas, porque los vecinos se quejan y, luego, mamá se enfada. Estoy muy cansado. Voy a esperarla en su cama leyendo un libro. Se pondrá muy contenta y me dirá, otra vez, que yo soy su hombrecito. Ojalá que traiga algo rico para cenar. Aún tengo hambre.”
−Ya estoy aquí, cariño. Vengo cansadísima. Otra vez, no me han pagado. Tanto trabajar, para nada. ¿Para esto hemos venido a la ciudad, dejándolo todo atrás? ¿Para sufrir todos los días, sin recompensa alguna? ¿Para que me esperes en vela, solo y hambriento, hasta que no aguantas más? Gracias a Dios, nos tenemos el uno al otro. Aunque nada cambie. Sigue dormido, mi niño. No te despiertes.
Muy triste y sensible es tu relato, Jesús. Muestras una gran empatía con la madre sacrificada y con el niño, que pasa demasiado tiempo solo. Es una emigración a la ciudad, nos dices, pero podria ser cualquier tipo de renuncia a lo que tenemos apego. Enhorabuena por abordar el tema con tanta ternura.
Un abrazo.
Muchas gracias, María José, por leer y comentar con tanta amabilidad. Saludos.
Muchas gracias, Juan, por abandonarte a la lectura y posterior glosa de este sencillo relato. Un saludo.
Tuvo y tiene que ser duro iniciar una vida en un sitio diferente del tuyo. Una vida que además promete mejorar y sin embargo se inicia con un gran sacrificio y sentido de pérdida.
Tiendo a ver todo reto como una gran posibilidad en la vida. Tus protagonistas son resistentes y valientes y terminarán encontrando lo que fueron a buscar, incluso más.
Un saludo
Muchas gracias, Isabel, por leerme y comentar. Ojalá que todos los que se encuentren en circunstancias parecidas a las de los personajes puedan salir adelante, como dices. Un saludo.
Ternura a raudales (ese «hombrecito», ese «Mi niño») en contrate con una situación muy comprometida producto de la emigración. Qué bien distingues y nos facilitas distinguir al niño de la madre por su disímil lenguaje. pero se tienen el uno a la otra por recompensa, por toda y única recompensa, la mejor, el contrapunto perfecto frente a la adversidad injusta que pone un cierre de oro a un texto muy brillante. El «no te despiertes» me resulta altamente inquietante. Puede tener, yo así lo veo, más largos alcances de lo que a primera vista pudiera parecer: creo que le madre le está diciendo que continúe por mucho tiempo siendo niño, pensando y deseandodo como tal. Perfecto y plausible. Un grandísimo abrazote duplicado, por el que no te envié en el rectángulo de tu comentario a mi texto y te dejé en la parcelilla de María José Viz Blanco.
Muchas gracias por leer y comentar, Martín. En cuanto a lo del abrazo, como todo queda en casa, ya me lo ha dado María José Viz Blanco. Un saludo.
Muchas gracias, Ana, por leerme y dejarme tus amables palabras. Un saludo.
Jesus, que triste el relato. Ese niño solo, esa madre trabajando duramente para nada. Ha veces la vida es maravillosa y otras terriblemente injusta.
Un saludo.
Muchas gracias por leer y comentarme, Inés. Saludos.
Jesús, triste realidad. No hay muchas posibilidades cuando se comienza y es duro para los dos. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda, por pasarte y comentar. Saludos.
El invierno es interminable y especialmente hosco para muchas personas, las que han dejado lejos aquello que conocieron a causa de la necesidad. Tratan de adaptarse a un mundo nuevo que no se lo pone fácil, en el que nunca parecen integrarse del todo aunque en el esfuerzo se dejen el alma, donde un niño, marcado de entrada, crecerá con muchas menos posibilidades de desarrollo integral que el resto. Dos personas y dos puntos de vista separados que confluyen en un mismo afecto y compartida penuria. Un relato que transmite lucha y desigualdad, que contagia cruda impotencia.
Un abrazo, Jesús. Suerte
Muchas gracias por leeer y dejarme tus palabras, Ángel. Un saludos.
Muy claro y conciso, casi de hablar con nosotros los dos personajes. Y duro, y triste y no por eso menos real.
Abrazos y suerte
Muchas gracias por tu comentario, Manuel. Saludos.
Una historia muy triste, Jesús. La gente emigra con la esperanza de mejorar pero, a veces, se topa con una dura realidad. Mucha suerte. Un abrazo,
Triste relato, pero tan bien contado. Dura vida la que les toca vivir a ambos en estos momentos.
Un abrazo
Muchas gracias, Luisa, por tu lectura y comentario. Saludos.
Muchas gracias, Blanca, por dejarme tus amables palabras. Un saludo.
Hola, Jesús.
Me Produce una ternura infinita tu micro. Ese niño esperando a que llegue su madre. Ese niño que empieza a hacerse un hombrecito solo. Ese futuro que no es lo que imaginaban ninguno de los dos. Esa madre que no cobra y que no trae cena rica… Y ese pequeño durmiéndose al final cansado de esperar.
Ese “no te despiertes” me lleva a pensar en un desenlace desesperado, como cuando buscas apoyo y encuentras todas las puertas cerradas. Espero que no sea así y que se aferren a alguna esperanza como la de tenerse el uno al otro.
Un abrazo, me ha gustado muchísimo.
Muchas gracias por tu lectura y tus amabilísimas palabras, Towanda. Saludos.
Deja su tierra con el anhelo de una felicidad que se diluye en la vorágine de la ciudad. Un niño que en su inocencia aguanta la embestida de las penurias, y una madre que evita su tristeza en silencio protegiendo a su hijo con su amor. Muy bueno a la vez que triste, Jesús. Abrazos y suerte.
Muchas gracias, Salvador, por leer y comentarme. Un saludo.
Duro y triste, como esa realidad que no queremos ver y nos golpea en la cara una y otra vez. El ser humano contra el ser humano, el poder de unos contra la sumisión de otros. La eterna rueda que mueve el mundo pasando por encima de los más débiles.
Tu micro es un testimonio y una reivindicación a la vez.
Enhorabuena, Jesús.
Muchas gracias, Manoli, por pasarte y dejarme tus amables comentarios. Saludos.
Qué mal sabor de boca me ha dejado ese «no te despiertes»… si la historia es de por sí, triste, se me antoja que el final no es lo menos.
Excelente texto, Jesús. Me ha encantado descubrirlo. Mucha suerte con él.
Un abrazo admirado.
Igualmente, Rosy, y muchas gracias por pasarte y comentar. Un saludo.
Tu relato es un invierno en el alma.
Lacónico venía de lacón, ¿no? Sin bromas, Edita, muchas gracias por tu maravilloso comentario. Saludos.
Dos estupendos monólogos que retratan la perspectiva de ambos personajes; el soñador y despreocupado mundo infantil y la desesperación por la vida estancada de la madre, amalgamados ambos por ese vínculo invisible que hace cualquier situación más soportable.
Un relato estupendo, Jesús. Enhorabuena.
Un abrazo.
Muchas gracias por leer y comentar con tan amables palabras, Antonio. Saludos.
A mi juicio, este encajaría en varios temas: emigración, pobreza energética, trabajo basura, desnutrición (pan y mortadela, y a dormir). Bueno, al menos parece que el crío ha salido lector, y algún libro tiene. Pintas un cuadro más que apocalíptico, dónde sólo hay grises y negros. Pero desgraciadamente demasiado habitual en estos tiempos. Un monólogo obligado por las circunstancias, el del chaval, contestado por su madre, no se sabe cuándo, para decirle que “nos tenemos el uno al otro”. Genial.
Suerte, Jesus
Muchas gracias por tu lectura atenta y tambien por comentar el texto, José Luis. Un saludo.
Tristísimo relato que me deja suspirando por lo injusta que es la vida con algunos. Se tienen madre e hijo.
Abrazo fuerte.
Muchas gracias por leer mi texto y comentar, María. Un saludo.
Que nosotros los grandes tengamos que sufrir privaciones, vaya y pase…pero que las sufra un niño, y tan chiquito… Me partió el corazón tu micro, JESÚS; no obstante, lo que tiene de triste lo tiene de bueno, así que diez de diez.
Cariños,
Mariángeles
Muy agradecido, Mariángeles, por tu comentario. Me alegra que te haya gustado el relato. Saludos.
Triste realidad que nos remite a los años pasados y por pasar. Dos puntos de vista de una misma realidad. Vivimos en burbujas que nos impiden ver las otras realidades. Suerte.
Muchas gracias por tu lectura y comentario, Javier. Un saludo.
Una realidad triste que son dos realidades. Se cruzan en el silencio y nos dejan un sabor amargo. ¡Enhorabuena y mucha suerte!
Muchas gracias, Patricia, por tu visita y comentario. Saludos.
Una escena cercana que toca la fibra, contada de una forma sencilla y muy efectiva. Enhorabuena y suerte, Jesús.
Un abrazo.
Muchas gracias por tu comentario y lectura, Antonio Diego. Un saludo.
Hola Jesús. Nos pegas una puñalada trapera en el «alma» con esta historia. Tal vez no sea algo tan malo, esto que nos haces, así podremos asegurarnos de que seguimos vivos.
Me encantó.
Un fuerte abrazo,
Ton
Gracias, Ton. Como la mayoría de participantes en esta ocasión, me he recreado en la parte más desesperanzada del tema propuesto pero tratando de hacerlo de un modo como de andar por casa. Un saludo.
Decía mi abuela que el hambre aprieta más cuando hace frío, y el título que has escogido para representar la esencia del micro refleja esa cuestión: el hambre, la falta de oportunidades, el enfriamiento de las ilusiones y esperanzas en una tierra extraña que no les da ni lo mínimo. El micro se divide en dos soliloquios perfectamente diferenciados: el niño que espera a su madre con algo de comer (¿desde cuándo se volvió fantasía comer?), y la realidad: la de la madre a la que no le han pagado nada y no le trae nada a su niño hambriento. Esa madre que camina despacio para no despertar a sus hijos con hambre, frío o dolor, ya que no puede aliviar esos males por la falta de medios. Ellas prefieren a sus hijos narcotizados por los sueños que verlos recibirlas sin nada en las manos. Mucha gente emigra en busca de mejores oportunidades, cuando en realidad caen en la telaraña de la explotación laboral, donde los patrones se niegan no solo a pagarles un salario justo sino incluso hacerlos trabajar por únicamente un plato de comida. O incluso los despiden (cuando los han explotado los suficiente) con la amenaza de llamar a las autoridades migratorias para deportarlos.
Tu micro cuenta mucho de lo que viven los migrantes sobretodo tratándose de madres con hijos que deben aguantar demasiado con tal de legarles un mejor futuro aunque sea a costa de mucho sufrimiento y sacrificio.
Un bello micro con una perspectiva desesperanzadora pero típica de esa población.
Te mando un abrazo de mi parte
Patricia Mejías.
Muchísimas gracias, Patricia por tu razonado y cariñoso comentario. Has visto perfectamente lo que he querido reflejar. Otra vez, gracias y saludos.