29. El largo sendero dorado
Nunca había visto el océano, y creyó que nunca lo vería.
Unos dicen que es verde y está lleno de monstruos. Otros que ahí se acaba el mundo. Cuando el sol se está ocultando, su luz es capaz de cegar a los hombres y tras la luz, se abre una puerta por la que sale el rostro del diablo con la boca abierta, dispuesto a devorarte. Dicen que hay extraños peces en las profundidades, que viven bajo negras cuevas; y que no reflejan nada en sus facciones, sino únicamente lo que parece un cansancio inconsciente e idiotizado.
Echó de nuevo a andar hacia el oeste, rumbo al océano. Con los pasos temblorosos e inseguros de un hombre en el último estadio de su vida recorrió el camino hacia la playa. Se quedó de pie mirando el océano, pero aún no había ninguna puerta a la vista. Cuando el sol comenzó a iluminar las aguas sólo veía un gran charco rumoroso y vacío.
Pasó un tiempo… ¿Qué hora sería? ¿Las siete? Oscurecería mucho antes de una hora.
Alzó los ojos y vio que el sol tendía un largo sendero dorado a través de las aguas. Y se encaminó hacia él…
Olga, como en tu relato, el embbrujo del mar a esa hora hipnotiza hasta esos extremos. Suerte y saludos
La inmensidad del mar acepta todas las leyendas, que sus olas difuminan en todas direcciones seduciendo la mente. Me ha gustado, Olga. Abrazos.
Muy bello relato, Olga. El mar y su poder de atracción, no solo para los perturbados, está siempre ahí. Suerte.
Muchas gracias por vuestros comentarios: Calamanda, Salvador y Jesus. Un beso.
Precioso Olga. La atracción irresistible del océano como último refugio a nuestra existencia.
Me gustó mucho. SUERTE,
Ton.
Muchas gracias Ton, por comentar y por tus palabras. Besos
Lo que no se conoce siempre se ve como un grandísimo misterio. Y con un algo mágico.
Qué bonito lo has contado.
Mucha suerte Olga