46. El mapa del tesoro (Luisa Rodríguez)
Hacía más de diez años que no sabía nada de mi primo Juan, por eso recibí con sorpresa su llamada. Estaba tan alterado que tardé varios minutos en entenderlo: el mapa había aparecido.
De golpe sentí el olor de los veranos de Fisterra, cuando todos los nietos seguíamos a la abuela hasta la playa como al flautista de Hamelin, embelesados por sus historias. Entre ellas, la del escritor escocés, rescatado de un naufragio, que vivió en el pueblo hasta reemprender su viaje a las antípodas.
Se rumoreaba que guardaba en un libro el mapa de un tesoro y que había tenido que enterrarlo para evitar que se lo robase un marinero cojo al que siempre acompañaba una exótica ave.
Con la ilusión de ser los afortunados, cavábamos en la arena con nuestras palas y rastrillos, pero quien finalmente lo encontró fue Juan, durante unas obras de rehabilitación, en el hueco de una de las vigas de madera de la casa familiar que había heredado.
Aunque nunca sabremos quién lo escondió allí, si Stevenson o la abuela, tenía trazada la ruta que nos reuniría a todos, por primera vez en mucho tiempo, aquel verano.
Una historia preciosa. Me ha gustado mucho esa magia en la que lo envuelves todo. Con la abuela, los niños, las historia del tesoro…y al final un cierre entrañable. Mucha suerte 🙂
Muchas gracias, Juan Manuel. Los recuerdos de la infancia, cuando son buenos, son entrañables. Besos
Perdona que te haya rebautizado…jejeje. Juan Antonio.
Qué bonito, Luisa. Describes muy bien la complicidad entre abuelos y nietos, tan mágica y especial.
Suerte!
Patricia, coincido contigo en que la relación entre abuelos y nietos suele ser muy especial y, a veces, cómplice frente a la generación intermedia (padres/hijos). Muchas gracias. Besos
Luisa, nos trasmites la fantasia y el romanticismo, protagonistaas de tu cuento, con claridad y bellas imagenes. Suerte y saludos
Vivir como realidad la fantasía es algo impagable durante la infancia. Muchas gracias, Calamanda. Besos
Comparto los comentarios anteriores, pero además quería señalar que me ha gustado la forma envolvente, circular de contarlo, empezando por el final y volviendo a él en el último párrafo, aunque con otras palabras.
Edita, me alegra mucho que te haya gustado la estructura de la historia. Gracias por leer y comentar mi micro. Besos
Si Stevenson levantara la cabeza, seguro que te robaba la pluma. Me encantó. Mucha suerte.
Me chifó «La isla del tesoro», la primera vez que la leí de niña. Y, ya de adulta, me sigue gustando mucho porque me devuelve a la infancia. Un clásico inmortal. Un beso, Miguel. Gracias por leer mi historia.
Luisa, la abuela sabía que no hay mayor tesoro que la familia. Precioso relato. Abrazos.
Qué mejor homenaje a la abuela y a la infancia que volver a reunirse en la casa familiar. Los primos pueden ser personas muy importantes en nuestras vidas cuando somos pequeños y ,sin embargo, con el paso del tiempo desaparecen. Ana, muchas gracias. Besos
Y qué mayor tesoro que los recuerdos de la infancia, cuando son buenos, reitero, porque hay niños que, por desgracia, no tienen esa suerte. Muchas gracias, Salvador. Besos.
Seguro que, su fuera posible, nos apuntaríamos todos a ese grupo expedicionario que marchará a la playa, como cuando tenían pocos años, en busca del tesoro infantil.
Un homenaje a un libro fantástico, a la imaginación de los niños y a los abuelos/as llenos de sabiduría.
Suerte y un saludo.
Yo, desde luego, me apuntaría a esa expedición. Muchas gracias por leer y comentar mi historia. Besos
Luisa, un relato evocador de recuerdos infantiles. Una historia de vuelta al espíritu aventurero que no deberíamos olvidar con el paso de los años…
Bonito poder leer tu relato y revivir momentos felices, con una sonrisa en los labios.
Un abrazo
Muchas gracias, Amparo. Me alegra que el relato te haya provocado una sonrisa. Podría decir que también lo escribí con una sonrisa. Un beso.
¡Ay Luisa, esas abuelas! Daría tanto por volverlas a tener.
Encantador relato.
Felicidades
La relación con los abuelos/as puede ser muy especial. Muchas gracias, María. Un beso
¿Sabes que un verano los niños de mi pueblo cogimos picos y palas, y nos fuimos al monte a buscar oro?
Yo acababa de leer LAS AVENTURAS DE TOM SAWYER y veía tesoros por todas partes…
Lo que aún no sé es como pude liar al resto de colegss para que me siguieran(debían ser tan mongolos como yo).
Tu relato me ha hecho recordar, con una sonrisa, esta vivencia casi olvidada de mi infancia…
Muchas gracias por esta historia tan evocadora.
Un beso y suerte.
Modes, muy entrañable esa anécdota de tu infancia. ¿Quién no ha soñado con ser Tom Sawywer? A mí, desde luego, me hubiese encantado tener ese espíritu aventurero. Muchas gracias, y un beso
Historia evocadora y llena de la magia de la infancia. Me ha encantado seguir el rastro de ese mapa con tus letras.
Suerte
Besitos
Elysa, muchas gracias por seguir ese rastro. Un beso.
El mejor tesoro de los humanos: la familia.