Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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EL MICRORRELATO (VII)

dino 11xLA MICROFICCIÓN SEGÚN SUS AUTORES (2) 

Raúl Brasca 

-No te ajustes a definición alguna: la microficción no ha sido aún domesticada. Pero lee mucho y bueno para vislumbrar de qué se trata.

-Dispones solo de dos materiales: las palabras y el silencio, y debes lograr que ambos sean igualmente significativos.

-Esfuérzate por escribir con la menor cantidad de palabras y la mayor cantidad de silencio, pero asegúrate de que tu microficción contiene las claves imprescindibles para ser comprendida. Si has logrado eso, detente: considera al lector tan inteligente como tú.

-Cuida la calidad de tus palabras, la arquitectura y la música de tu microficción. Mucho más que la novela y el cuento, y casi tanto como el poema, la microficción alcanza su potencia por medio de la forma.

-Cuida la calidad de tu silencio. Si es elemental y falto de sustancia, tu microficción será una pieza menor que decepcionará a los buenos lectores.

-Si has cumplido con los puntos anteriores, despreocúpate del final, pero preocúpate por la última línea. El final es el sentido y lo produce el lector, pero tu última línea debe habilitarlo para que lo haga.

-Si tu microrrelato contiene una historia, cuídate del resumen. Ninguna buena microficción es el esquema de una historia, ni siquiera lo esencial de ella. Un detalle objetivamente trivial, pero cargado de significado por el autor, dice más y mejor que la prolija enumeración de los hechos.

-Si tu microficción es humorística, cuídate de la simpleza del chiste. El silencio del chiste es elemental: se agota en permitir el equívoco y tiene como única finalidad esconder un sentido de efecto risible. El silencio de la microficción humorística no tiene por qué ser menos sustancioso y complejo que el de las que no lo son.

-Confía en tu impulso creador. Todas las microficciones hijas de un mismo impulso creador, por heterogéneas que parezcan, pertenecerán a una misma familia. No dejes que te las impugnen, porque en la variedad está su riqueza.

-Desconfía de los sabihondos que escriben decálogos. En general, los decálogos sirven solamente para publicitar la poética de quienes los escribieron.

Anton Chejov 

-Uno no termina con la nariz rota por escribir mal; al contrario, escribimos porque nos hemos roto la nariz y no tenemos ningún lugar al que ir.

-Cuando escribo no tengo la impresión de que mis historias sean tristes. En cualquier caso, cuando trabajo estoy siempre de buen humor. Cuanto más alegre es mi vida, más sombríos son los relatos que escribo.

-Dios mío, no permitas que juzgue o hable de lo que no conozco y no comprendo.

-No pulir, no limar demasiado. Hay que ser desmañado y audaz. La brevedad es hermana del talento.

-Lo he visto todo. No obstante, ahora no se trata de lo que he visto, sino de cómo lo he visto.

-Es extraño: ahora tengo la manía de la brevedad. Nada de lo que leo, mío o ajeno, me parece lo bastante breve.

-Cuando escribo, confío plenamente en que el lector añadirá por su cuenta los elementos subjetivos que faltan al cuento.

-Es más fácil escribir de Sócrates que de una señorita o de una cocinera.

Te aconsejo:

•Ninguna monserga de carácter político, social, económico.

•Objetividad absoluta.

•Veracidad en la pintura de los personajes y de las cosas.

•Máxima concisión.

•Audacia y originalidad: rechaza todo lo convencional.

•Espontaneidad.

-Es difícil unir las ganas de vivir con las de escribir. No dejes correr tu pluma cuando tu cabeza esté cansada.

-Nunca se debe mentir. El arte tiene esta grandeza particular: no tolera la mentira. Se puede mentir en el amor, en la política, en la medicina, se puede engañar a la gente e incluso a Dios. Pero en el arte no se puede mentir.

-Nada es más fácil que describir autoridades antipáticas. Al lector le gusta, pero solo al más insoportable, al más mediocre de los lectores. Dios te guarde de los lugares comunes. Lo mejor de todo es no describir el estado de ánimo de los personajes. Hay que tratar de que se desprenda de sus propias acciones. No publiques hasta estar seguro de que tus personajes están vivos y de que no pecas contra la realidad.

-Escribir para los críticos tiene tanto sentido como darle a oler flores a una persona resfriada.

-No seamos charlatanes y digamos con franqueza que en este mundo no se entiende nada. Solo los charlatanes y los imbéciles creen comprenderlo todo.

-No es la escritura en sí misma lo que me da náusea, sino el entorno literario, del que no es posible escapar y que te acompaña a todas partes, como a la tierra su atmósfera. No creo en nuestra intelligentsia, que es hipócrita, falsa, histérica, maleducada, ociosa; no le creo ni siquiera cuando sufre y se lamenta, ya que sus perseguidores proceden de sus propias entrañas. Creo en los individuos, en unas pocas personas esparcidas por todos los rincones, sean intelectuales o campesinos; en ellos está la fuerza, aunque sean pocos.

 

 

3 Responses

  1. JAMS

    TAN SENCILLO, tan complicado; salvo alguna cosilla de Chejov (fruto del tiempo pasado)ambos textos me parecen magníficos como objetivo. Gracias

  2. Has hecho una recopilación de las mejorcitas. Me han gustado muchos consejos pero me quedo con el de no hablar de monsergas, es más fácil escribir de Sócrates que de una señorita o de una cocinera y los silencios. No llego a entender del todo este:
    Si tu microficción es humorística, cuídate de la simpleza del chiste. El silencio del chiste es elemental: se agota en permitir el equívoco y tiene como única finalidad esconder un sentido de efecto risible.
    Gracias de nuevo por tu trabajo.

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