85. El miedo sin nombre
Descubrí que todas las fobias tienen nombre, menos la mía: el miedo a no sé qué. Temo despertarme, dormirme, comer, tumbarme al sol, copular (sigo intacto)… Vivo atrapado en un miedo que no me suelta, que se alimenta de sí mismo y que crece cada día.
No sé dónde empezó todo. Tal vez fue aquel día en el río, cuando apareció aquella familia para hacer un picnic. Entre ellos, una luminosa chavala morena con trenzas. Me escondí, pero no dejé de observarla, el agua sobre su piel, las risas con su hermano cuando la salpicaba. La quietud de su cuerpo tumbado al sol, brillante, terso. Nada que ver con mi piel rugosa.
Cuando mi padre se acercó y murmuró: “¿A qué esperas? Ataca”. Un sabor amargo subió por mis fauces. Me hundí en el fango.
Desde entonces mi familia de aligátores me repudió. Vivo solo, encerrado en este miedo que no sabe su nombre. Continuo esperando volver a ver a aquella chica que podría haber estado en mis entrañas, pero que solo sobrevive en mis recuerdos.
¡Qué chulo! Ha habido un punto en el que he empezado a sospechar que el protagonista no era humano, pero no he dado con él hasta que lo descubres. Muy original.
Y debo decir que empatizo con el pobre cocodrilo, que renuncia al alimento por amor.
Un abrazote, Encarna.
Gracias Ana María. Un monstruo sensible podría decirse. Abrazos
¿Quién dice que no existe el amor platónico, incluso entre criaturas de especies distintas? El hambre es un instinto primario, necesario para supervivencia, mientras que en los sentimientos hay un componente cultural, por lo tanto, humano, pero nadie puede negar que un animal no racional no pueda desarrollar afectos, y hasta el miedo a destruir aquello que más quiere.
Un abrazo y suerte, Encarna
Ángel, siempre tan amable. Fantasía al poder, mientras tenga «verosimilitud», ja, ja. Mil gracias por comentar y un abrazo.
Qué bonito y sorpresivo tu relato Encarna. Un alligator enamorado . Me ha gustado mucho.
Un saludo
Muchas gracias Gema. Un poco de realismo mágico, o algo así, nunca viene mal, en este mundo tan caótico que supera la ficción. Un saludo
Encarna, qué chulo. Una versión de la bella y la bestia en la que ella no sale lastimada, aunque él me da penica.
Un abrazo y suerte.