Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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73. El momento de la verdad (Toribios)

En casa siempre me enseñaron que era muy feo mentir. Pero a veces llamaban a la puerta, y era el cobrador del Ocaso, y mi madre me decía: “Dile que tus papás no están”. Y a mí me extrañaba aquello, pero obedecía. Cuando hice la primera comunión, el cura me preguntó por mis pecados, y le dije que había pecado contra el octavo porque había dicho a mi hermanito que los Reyes Magos existían. Y es que enseguida había empezado a tener dudas al respecto. Sobre todo cuando al tío Ernesto le pintaron de negro para hacer de paje de Baltasar y se le corrió el tinte con el sudor. Y mis padres venga con que le pidiera los regalos al oído. Por qué ese empeño en la mentira, me preguntaba yo.  Y la cosa empeoró cuando llegué a “la edad de merecer”, que decía la tía Eulalia. Tú no digas que papá es cajero, di que es interventor; y lo de que pasaste el sarampión mejor tampoco. Así hasta que conocí a Alfredo, al hombre indicado.  Y ahora estoy aquí, con toda esta gente endomingada esperando mi respuesta, y el silencio empieza a ser ya enojoso…

10 Responses

  1. ¡Jajaja! Pues tiene toda la razón, para una niña debe ser muy raro que unas mentiras sean lícitas y otras no. Me quedo con la intriga de qué responderá al final… ya nos contarás, Antonio.
    Un besazo.

    1. Antonio

      Gracias, Ana María, por tu comentario. Son las contradicciones éticas que todos hemos vivido. Lo que responderá… cualquiera sabe. Un abrazo.

  2. Ángel Saiz Mora

    Todos vivimos con mentiras piadosas y mentirijillas, forman parte de nuestra cultura y convenciones. Se dan por hecho socialmente determinados comportamientos, como el decir «sí» en una ceremonia nupcial, pero es probable que tu protagonista sea sincera; de momento, duda, en lugar de cumplir a pies juntillas con lo que se espera de ella.
    Un relato con final abierto y un título acorde, que lo hace redondo.
    Un abrazo y suerte, Antonio

  3. Blanca Oteiza

    Antonio, el dilema de la vida, porqué unas mentirijillas son aceptadas y otras no. Me ha gustado tu relato. Habrá que esperar para saber la respuesta de la protagonista.
    Un saludo

    1. Rosa Gómez Gómez

      La dictadura e las convenciones sociales nos arrastra. Es preciso parar y poner distancia para poder decidir lo más libremente posible. El problema que ya en el altar…
      Me pregunto, si Alfredo es el hombre indicado, por qué la duda. Falta información, justo la que debemos imaginarnos para completar la historia.
      Buena elipsis.

      1. Antonio

        Gracias, Rosa, por comentar. Lo de «indicado» trata de ser ambivalente, ¿indicado para quién, o por quién? Quizás por la tía Eulalia… Ahí está la duda. Esperemos que la narradora diga lo correcto, que a saber…

    1. Antonio

      Es duro decir «no», sobre todo por dejar a los comensales plantados… En fin, ella sabrá… Gracias, Edita, un saludo.

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