64. El nuevo mundo
Una vez en Sevilla comenzó la subasta. A las más mayores nos trataron peor que al ganado añejo. Marcaron nuestra piel, ataron nuestras piernas y nos compraron por apenas poco más de ocho mil maravedíes. Por las más jóvenes se pagaron cantidades más importantes aunque a mi juicio, corrieron peor suerte. Pasaron de sembrar tabaco y cacao, a criar ladillas y gonorreas en la parte más “civilizada del mundo”.
Una de ellas pudo escapar como polizón en un barco de vuelta. Al llegar quiso advertir a su clan de lo que estaba sucediendo, pero el sumo Sacerdote recondujo a la que denominó como “oveja descarriada” y le indicó el camino correcto evangelizándola felizmente.
Está claro que el camino correcto no era el establecido, si ello significaba trata de mujeres, humillación y esclavitud. Se supone que la espiritualidad y la fraternidad deberían ser iguales para todas las personas, más aún para las más humildes y débiles.
Un relato que muestra que el nuevo mundo se construyó con los mismos errores de visión y trato que la civilización conocida.
Cuánto tiempo sin leerte.
Un abrazo, buen verano y suerte, Raquel
¡Hola Raquel! Poco se ha escrito sobre esa página negra de nuestra historia. Veíamos a Kunta kinte (te acuerdas?) pero ni siquiera en el colegio nos contaban lo que en realidad ocurrió en los territorios de ultramar.
Con esto quiero decir que, además de gustarme literariamente, tu micro representa también una forma de hacer justicia.
Gracias por escribirlo y suerte!