28. EL OJO VAGO (Paloma Casado)
“Voy a taparle el derecho para ver si el otro recobra la visión -dijo el oftalmólogo- aunque le advierto que usted es demasiado mayor y el ojo demasiado vago”.
Cuando salí de la clínica, la ciudad se había vuelto verde como si estuviera sumergida en un pantano. Mi ojo inútil había comenzado a filtrar el mundo a través del color de su iris mientras que el diestro intentaba inútilmente recobrar protagonismo -cual alumno repelente ignorado por la maestra- sin resignarse a su transitoria ceguera.
Acostumbrado a holgazanear toda su vida, el izquierdo pronto se cansaba. En el cine, su párpado caía pesado tras los primeros fotogramas y fue imposible hacerle leer más allá de un microrrelato. Por suerte ya existía el audiolibro. Me aficioné a la radio y mataba las horas escuchando música. Con los ojos cerrados, mi imaginación volaba sobre prados, selvas, bosques o como mucho, mares de color esmeralda. Tal era el poder evocador de su pupila.
Cuando el doctor liberó el ojo diligente, la verde placidez desapareció arrollada por una vida gris. El glauco retornó a su mirada interior y a gobernar mis sueños. El negro ha vuelto a organizar mi vigilia.
Acostumbrarse a la vida muelle es fácil. Bajo esa visión, en la que no existen las obligaciones, se favorece el deambular a su antojo de la imaginación. Desterrados los sinsabores y rutinas, todo es comodidad. No sabemos cómo será el paraíso, pero se le debe de parecer bastante. No es de extrañar que al recuperar el ojo dominante todo sufriese un retroceso. Mucho se alaba el esfuerzo, pero siempre ha vivido mejor la cigarra que la hormiga, digan lo que digan.
Un relato colorido, lleno de ingeniosos contrastes.
Un abrazo Paloma. Suerte
A lo que comenta Ángel añadiría que ese par de ojos me recuerdan a la diferencia abismal que puede existir entre hermanos y ese deseo de destacar ante los padres… un deseo inconsciente en la mayoría de los casos. Buen trabajo, Paloma.
Muy bueno tu cuento en verde, Pa. Otra visión, y nunca mejor dicho. Un beso, migui.
Vaya, recuperar su ojo vago no le ha traído más que tristezas… pues ya sabes, devuélvele a tu prota su «ceguera», 😉
Bien utilizado el verde, Pa.
Un besote y suerte
La pereza es pecado capital… ¿acaso no lo sabe ese ojito vago? 😉
Es difícil ver las cosas de un color y/o un modo diferente, pero más difícil es vivir en la monótona negrura de la vida.
Me encantó PALOMA.
Un beso,
Mariángeles