28. EL OLOR DE MI VIDA HAS SIDO TÚ (Jesús Alcañiz García)
El amor de mi vida sigues siendo tú.
Por lo que más quieras, no me arranques de ti.
De rodillas te ruego, no me dejes así.
Camilo sesto
Señalo con la pata un coche que apesta a hachís, se ponen tan contentos y me dan mi mordedor. ¡Me encanta cuando me traen a la aduana! ¡No se me escapa ni uno! A ver este… ¡PERO SI ERES TÚ! ¡Te reconocería entre millones! Un día nos bajamos del coche en una carretera y te olvidaste de mí y salí corriendo y no te alcancé y te busqué y te busqué y no te veía y me moría de pena hasta que me encontraron unos policías. ¡TÚ! ¡QUÉ ALEGRÍA! Me vuelvo loco, me acerco moviendo la cola, araño la puerta, te hacen salir y te recibo de pie para lamerte la cara, tan contento, pero tú ni me dices Rufo, Rufo, ni me acaricias ni nada, me apartas enfadado como si no me conocieras y te llevan lejos de mi vista. Mordisqueo el mordedor sin ganas, que lo sepas, te llevo siempre en mi olfato y no dejaré de buscarte allá donde estés.
¡La pena que da el abandono de perros! En este caso, a este humano le va a salir cara la gracia. Le está bien empleado. Mucha suerte, Jesús.
Cuando se dice de los perros que son los mejores amigos del hombre no se va desencaminado. El de tu relato es fiel por encima de todo. De paso, se ha cumplido eso que llaman justicia poética con una mala persona, aunque el animal no sea muy consciente. Quien abandona a un animal tiene una impronta que no hace extrañar otros comportamientos poco éticos.
Un abrazo y suerte, Jesús
Me encanta que, por la reacción de inocente alegría del perro, le vaya a caer un paquete al desgraciado que lo abandonó, o al menos un buen susto.
Te pones muy bien en la piel del can, Jesús, y la escena del abandono encoge el corazón.
Un abrazo bien fuerte.