83. EL PADRE DE LA NOVIA (Ana María Abad)
La primera que me atacó fue la Antoniofobia. Después llegaron, en sucesivas oleadas, la Bernardofobia, la Claudiofobia, la Diegofobia y la Eliseofobia. El último año he conseguido librarme y lo he pasado muy tranquilo, pero me temo que ya se ha acabado esa buena racha. Y todo porque mi hija Sara ha aprobado las oposiciones, tras un año de duro esfuerzo y total enclaustramiento, y ha venido a visitarme a la farmacia donde trabajo: conocer a mi ayudante, Fernando, y ponerle ojitos tiernos, ha sido todo uno. Me fastidia un montón porque el muchacho siempre me ha caído bien, pero anoche oí hablar a Sara por teléfono y, esta mañana, al llegar a la farmacia, he notado en ese orden: un brillo especial en los ojos de Fernando, una sonrisa extasiada en sus labios, un picor inaguantable en todo mi cuerpo, y una irrefrenable repulsión hacia el pobre chico. Me temo que es el turno de la Fernandofobia.
Jajajaja, ay Ana María, que bueno. Me he reído a gusto.
Pues no sabes la alegría que me das: de eso se trataba, aunque sospecho que al pobre hombre no le hace mucha gracia el tema.
Un abrazo, Aurora.
Pobre muchacha, tendrá que resignarse a no contar con la bendición paterna en sus relaciones, porque ningún candidato le va a venir bien al hombre. Fernando, además, ya puede buscarse otro empleo.
Muy divertido, Ana María.
Un abrazo y suerte
Sí, me temo que Fernando va a tener que elegir entre la chica y el trabajo, a menos que consiga curarle los picores a su jefe y potencial suegro (pero sin usar esa palabra para no empeorar las cosas, jejeje).
Muchas gracias, Ángel, abrazos de vuelta.
Muy bueno, Ana, como siempre. Un abrazo.
Muchas gracias por pasarte, Sergio.
Abrazos de vuelta.
Ay, qué de finados deja ese padre farmacéutico tan celoso de cualquiera que le hace ojitos a su hija. Me pregunto cómo los quitará del medio, ya sabes, ese morbo por la sangre y el detalle cruento. Muy divertido, Ana María, me gusta mucho. Un abrazo grande
¡Ay por Dios! No era mi intención que el padre se vaya cargando a los novios, en serio, simplemente les coge manía en cuanto la muchacha los mira dos veces. Es un fóbico, no un asesino en serie, jajaja. Pero oye, es una idea.
Muchas gracias Jesús. Abrazos de vuelta.
Jajaja, ayyy Ana Maria! que divertido y real. Qué tendrán los papás con sus niñas? Me temo que, el pobre de Fernando tiene los días contados en la farmacia.
Un abrazo y suerte. ❤️
Sí, no pintan bien las cosas para el muchacho, aunque quién sabe, si discute con la hija quizá conserve el empleo…
Muchas gracias Nuria, un abrazote para ti también.
Jajaja, un farmacofóbico en toda regla… Pobre, no hay mancebo ni manceba que le venga bien a la larga, cosa que no me extraña, pues las hay que saben más que los propios farmacéuticos. Hombre, sobre todo si le quitan a la hija de esa forma. Muy divertido, Ana. ¡Mucha suerte!
¡Muchas gracias, Raúl! Ni a la larga ni a la corta, cualquier muchacho que se acerque a su hija se le pondrá en el punto de mira, esperemos que no le dé por comprarse una escopeta o por sacar el arsénico, y que todo se quede en un sarpullido.
Un abrazo inmenso, compi.
Tu relato Ana refleja muy bien ese error que cometemos los padres , a veces en un enfermizo empeño proteccionista, considerando a nuestros hijos nuestra posesión . Un error porque debemos considerarlos seres independientes.
Es difícil dejarlos equivocarse pero forma parte del crecimiento.
Tu lo has contado con humor enriqueciéndolo aún mas.
Un saludo
Muy cierto eso que se dice de que nadie aprende de los errores ajenos, pero es inevitable desear que tus hijos no tropiecen en la misma piedra en la que tú te dejaste los piños.
Y lo de los novios es particularmente espinoso, de ahí que haya querido darle un toque divertido.
Muchas gracias por tu comentario y un abrazo, Gema.
LLego tarde, ya en estamos otro tema y yo aún leyendo el de las fobias. Pero no quiero pasar de largo sin decirte que me ha gustado mucho. Que se lee con mucha frescura, te va llevando sin darte cuenta hasta el final con un ese cierre tan bueno.
Un beso, Ana María
Jajaja, es que hay mucho material que leer, a mí también se me acumula.
Muchísimas gracias por tu comentario, María, me has alegrado la tarde.
Abrazo enorme.
¡Ay, Ana María! que micro más simpático y ocurrente. Aunque llevado al extremo tiene un fondo muy realista. Doy fe de que mi hija tuvo que soportar los celos de su papá jaja,ja…
Y ahora vamos a por la serendipia. A ver qué sale.
Un abrazo y suerte
En efecto, le he dado una vuelta de tuerca a un tema común en muchas familias: la negativa del padre a que lo separen de su niñita, y los malos ojos con que suele mirar a cualquiera que a ella la mire demasiado. Y el humor, en estos casos, suele encajar bien.
Gracias por tu comentario y un abrazo, Pilar.
Sis, llego tarde pero llego: me parto, qué horror de padre noviofóbico. ¡Igual tenemos que quitarlo de en medio para que la hija sea feliz!
He detectado un detalle autobiográfico, espero que no haya más y solo sea lo de la oposición, jajaja.
Un abrazo y suerte.
Jajaja! No tienes bastante con matar a tus personajes, que quieres cargarte también a los míos?! Pobre hombre, yo creo que con una vacuna es suficiente.
Y sí, la oposición es lo único real de la trama, al menos de momento 😉
Abrazos de vuelta, sis.
Ana, es genial, divertido y agudo. Me ha encantado. Suerte y un abrazo fuerte.
Muchas gracias, Elena. Siempre es un placer provocar una sonrisa.
Un besazo.