26. El paseo de Tomé (María Elena Sánchez Álvarez
Muchos creían que tía Nana permanecía enajenada. Todas las tardes, gravitando sobre el marco de la galería, dirigía su mirada hacia el viejo Faro. Durante condensados minutos, dejaba que sus destellos la engulleran en el tiempo para después languidecer frente al piano carcomido y el libreto apolillado de las partituras secuestrado sobre el atril. En los pentagramas de sus páginas, aún podían descifrarse las notas y las claves que había compartido con él. Tras una pausa, comenzaba a teclear una y otra vez la misma melodía: ¡malditos opresores!
A pesar de la humedad que hiende sus paredes y de la lluvia que cala sus muros, el tiempo no ha conseguido devastar el viejo edificio. De noche, la única luz que entra en sus celdas es la de la vetusta Torre herculina, tratando de escudriñar vestigios del pasado.
Ese pasado que Nana nunca desterró. Aún recuerda aquella tarde brumosa, cuando entraron a buscarle, tras la patada en la puerta y, lo asieron de los brazos hasta llevárselo, cercenando para siempre su libertad.
Tomé, sólo fue un brillante profesor de piano.
El tiempo ha quedado paralizado para esa mujer, que un día vio cómo se llevaban a una persona querida, dejándola rota. Todo ha muerto desde entonces, sólo ha quedado un fantasma viviente, ella, un esqueleto que atormentado y ajado, como ese «piano carcomido» y el «libreto apolillado», que, sin embargo, se mantiene en pie, igual que el viejo edificio, a pesar de la humedad y la lluvia, igual que ella.
Triste y hermoso texto dedicado a alguien que no quiere desterrar el pasado, porque no entiende el futuro sin aquel que le quitado.
Ni que decir tiene que me ha gustado.
Un saludo y suerte.
Ángel, tienes toda la razón, para esta mujer el pasado está todavía latente. El viejo edificio es el antiguo penal que aún sigue en pie y dónde permaneció preso su marido, para más tarde darle «el paseillo»
Muchas gracias Ángel por tu dedicado comentario y me alegra que te haya gustado.
Un saludo.
Triste historia que habla de los que se quedaron después de tiempos de tan triste recuerdo. Muy bonito. Suerte 🙂
Hola Juan Antonio, es cierto, es una triste historia que retrotrae a otros tiempos.
Muchas gracias por pasarte y comentar. Me alegra saber que te ha gustado.
Un saludo.
María Elena, la nostalgia y el romanticismo se palpan en el cuento; has sabido trasmitirnoslo con palabras e imagenes escogidas. Suerte y saludos
Tienes razón Calamanda, el relato es nostálgico con el ingrediente trágico de una pérdida injusta.
Muchas gracias por comentar.
Un saludo también para ti.
La imagen de ese hombre que es arrastrado por los brazos, a la fuerza, es muy cinematográfica, hace que uno se imagine muchas historias, ¿Qué ha pasado?, ¿Qué ha hecho? Más la melancolía que desprende la narración lo convierte en un buen relato, buena propuesta. Me ha gustado, suerte.
Saludos.
Hola Beto, a ese hombre se lo llevaron como a muchos otros en tiempos pasados, para darle el «paseillo». Era un simple profesor, pero circunstancias de aquellos momentos, quizás por sus arraigos, la defensa de ciertos ideales, etc. decidieron acallarlo.
Muchas gracias por pasarte y comentar. Me alegra que te haya gustado.
Un saludo para ti también.
María Elena, triste historia. la protagonista encerrada en el pasado sin vivir el presente. Creo intuir que a Tomé le arrebataron la libertad por defender sus ideales. Muy bueno. Abrazos y suerte.
Salvador, efectivamente le arrebataron la libertad, primero lo llevaron preso al penal, ese viejo edificio que aún persiste, para después matarlo.
Muchas gracias por pasarte y comentar. Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo también para ti.
Sí Ana, un sinsentido. Era un buen profesor, pero las circunstancias lo llevaron a una muerte injusta. Primero lo apresaron en el penal que aún sigue en pie, frente a la Torre de Hércules, en La Coruña, después le dieron el «paseillo».
Los destellos de la Torre, ahora menos por las nuevas construcciones, llegan hasta muchas casas. Esos destellos que alcanzan el penal y al mismo tiempo sus ventanas, alimentaban el pasado latente en ella.
Muchas gracias Ana por leerme y comentar.
Un beso también para ti.
Relato que nos recuerda los sinsentidos de las guerras y que aún hay personas que sufren las consecuencias traumáticas de la Civil española.
Hola, Mª Elena.
Una vez más lo absurdo de las guerras puesto de manifiesto en tu micro. Un pobre profesor de piano, que representa a tantos artistas o intelectuales, que hicieron el paseíllo tan solo por no comulgar con ideas ajenas… Muy triste, pero muy buena historia.
Besos, guapa.
Muy bien esa imagen del haz de luz del faro como puente entre las dos personas que se amaron. Suerte a fin de mes.