107. El pianista
Directora de la orquesta de mi cuerpo, mordisqueas tu pulgar con mirada traviesa para dar inicio a nuestra sinfonía. Sobre el piano de tus costillas danza la música de la pasión, y el sonido ahogado de tu garganta en el silencio que da pie a las notas más intensas.
Las noches de concierto te colocas frente a mí y, de vez en cuando, muerdes tu dedo mientras sonríes. Solo los más expertos notan el imperceptible cambio en el ritmo.
Qué traviesa ella, poniéndole en un aprieto de ese modo en público. Qué importantes las señales y saber reconocerlas, y solo hablo de ellos dos.
Felicidades y suerte