49. El poder de una negación
Siempre cena rapidísimo y, engullendo el último bocado, se transforma en rayo hasta su habitación.
La madre le da dos minutos y va a echar un vistazo.
–Otra vez la cama vacía –no pregunta, asevera Julián, su hermano doce años mayor que la chiquilla.
–Sí, ya está dentro de la foto de papá.
–¡Cómo me gustaría tener esa facultad!
–Y a mí, pero ella fue la única que no creyó que había muerto.
Los que dicen que todo está en la mente y que la mente es poderosa les gustará leer este relato. Partiendo de una escena familiar cotidiana, haces que una niña sea capaz de traspasar una fotografía para estar con su padre en una dimensión diferente.
Un relato con dosis de realismo mágico y la esperanza de que tras la muerte no se termina todo, pero para ser partícipe de ello hay que tener fe. También puede extraerse que hay que saber cuándo decir «no».
Un abrazo y suerte, Javier
Gracias, Ángel, como siempre. Me ha gustado lo del realismo mágico, siempre he querido hacer algo que lo pareciera.
Ya sabes, siempre mis abrazos.