103. El reparto (Mar González)
Han sido casi veinte años de relación. El día que descubrimos que compartíamos nuestra pasión, pensamos que sería para toda la vida. Pero no todo es diversión. Y aquí estamos.
No hemos discutido ni por los vinilos de los Beatles (el primero lo compraste tú en la universidad) ni por los peces de colores (nunca les diste de comer). Los libros se quedan con la casa, igual que los tiestos de plástico son meros elementos de decoración.
No hemos tenido hijos, así que no habrá disputas por las visitas. Tampoco hay amigos que repartir. Nadie tendrá que elegir entre uno u otro. No habrá buenos ni malos en esta ruptura. Tan solo volveremos a ser tú y yo en lugar de nosotros.
No hemos recurrido a los abogados. Parece una separación fácil.
El problema está en el sótano. Imposible decidir quién se quedaba con qué. Al final será la suerte. Todo está metido en dos maletas, cuatro cajas y seis tarros. Los trajes aislantes, las herramientas y los ojos. Todos azules.
Has escrito una historia muy lograda, la de una pareja unida por una pasión, con la habilidad de no mostrar hasta el final lo importante que es, al tratarse del elemento que les une. Desgranas, mientras, otros objetos que han ido acumulando durante su periodo juntos, a los que los persoanjes no dan importancia, pero sí a su afición conjunta, oculta en el sótano.
Los psicópatas que un día sintieron la complicidad, pueden llegar a desarrollar también una incompatibilidad de caracteres que les separe para siempre. No parece que uno vaya a delatar al otro, porque sería igual que delatarse a sí mismo, pero el reparto será muy difícil y no augura nada bueno. Quien es capaz de matar para atesorar los ojos de otros puede volver a hacerlo una vez más. Roto los vínculos personales, solo será cuestión de tiempo dirimir quién será más rápido.
Un abrazo y suerte, Mar