38. EL SABOR DE LA VICTORIA (Carles Quílez)
– ¡Maldito cocinero! –dijo Arzur, recogedor del tercer regimiento del ejército del Emperador. – ¿Cómo voy a hacer mi trabajo con esta resaca? La próxima vez que me ofrezca su ponche de la victoria, le arrancaré los huevos.
– Huevos –graznó un cuervo que picoteaba el rostro de un cadáver cercano.
– ¡Jeremías! –gritó el hombre, mientras cargaba el cuerpo de un muchacho y lo lanzaba al camión de los despojos.– Suelta ese ojo, glotón. Al final, te vas a poner malo.
– Malo –repitió el pájaro.
Muy bueno, Carles. Me recuerda el humor negro de Fritz Leiber. Conoces la saga del Ratonero Gris? Tu Arzur podría ser uno de sus personajes.
Un abrazo.
Soy un gran aficionado a la literatura fantástica en general y a la fantasía épica en particular, pero esta saga que mencionas no la conocía, de modo que agradezco doblemente tu comentario, Patricia, pues me has puesto sobre la pista de más libros que leer.
Salud!
Bueno, de un humor negro pero delirante. felicidades.
Un saludo
JM
Celebro que te haya gustado, JM.
Saludos cordiales.
Vaya, Carles, me alegra que sigas por aquí, Ese cuervo comiendo ojos ta mu bien, pero, ¡por dios! ¡no me hagas pensar en el sabor! Un beso y suerte,
Ya sabes, Eva, que «contra gustos y colores no hay disputas»…y menos si eres un cuervo.
Besos y suerte para ti también, aunque no creo que la necesites demasiado, pues tu abuelo Jesús va sobrado de talento.
Humor como las alas de un cuervo, buenísimo.
Gracias por tu elogio, M. Carmen.
Saludos
Carles, otra cara más de la guerra y sus consecuencias. Suerte y saludos
Así es, Calamanda. Alguien se ha de encargar de recoger los muertos. Y no sólo ocurre en la guerra. la idea vale también para la vida en general.
Saludos
Con cierto humor nos presentas las consecuencias de una guerra: muerte, soledad y algún que otro cuervo roba ojos..
Esta bien, me gusta.
Un abrazo Carles.
Me he permitido aproximarme a la guerra desde el humor porque, al fin y al cabo, los muertos de mi relato son ficticios y también porque me ha permitido acercarme, como bien dices, a alguna de sus consecuencias sin hacerme daño.
Celebro que te haya gustado el enfoque.
Saludos cordiales
La imagen del cuervo roba ojos, resume la guerra, la vida cotidiana actual, pasada y … futura.
Muy buen hallazgo.
Agradezco de veras tu comentario, Maria Jesús. La historia nos dice que la guerra es un hábitat común de la especie humana y como su nombre indica, tiene sus habitantes.
Saludos.
El cuervo Jeremías poniéndose las botas de los muertos. Oye yo le veo futuro a este cuervo loro se hace de querer.
Pues la verdad es que no estoy para novelones, pero el binomio Arzur y su cuervo parlanchín bien merecerían un cuento largo.
Saludos, Lorenzo.
Buen texto Carles, me gusta mucho esa bajada a los infiernos, al lado más gore del final de la batalla, sangre, despojos, borracheras y enterradores con cuervos.
De los mejores hasta ahora para mí.
abrazos y suerte
Así es, mi admirado Manuel, lo que suele haber tras una batalla son muertos y dolor, pero también festejos por parte del vencedor y carroñeros con plumas, sin plumas y hasta con corbatas.
Gracias por comentar y saludos
¡Qué graciosa pareja! cuando uno vive mucho tiempo dentro de un absurdo (como es una guerra) todo pierde sentido. Y así, esta conversación entre Jeremías y su golosina de ojo y su dueño- recoge cadáveres-, se convierte en cómic.
En efecto, Isabel, todo pierde sentido, pero al mismo tiempo, el ser humano es capaz de adaptarse a todo y vivir con «normalidad» incluso en un escenario tan atroz como la guerra.
Saludos y gracias por dar tu parecer.
Un relato diferente pero al que le pesa la originalidad y por supuesto la calidad. Me ha gustado especialmente. Mucha suerte 🙂
Gracias, Juan Antonio, por tus cumplidos y buenos propósitos.
Saludos cordiales.
Visual y gastronómico es, no sé si deconstruído o «nouvelle cuisine». Sea como sea, tiene su humor y cierto que me pareció captar eso que dices de lo habitual que puede llegar a ser la barbarie, y me evoca a la calavera de Yorik.
Escribes bien, felicidades. Y abrazo.