54. El Secreto
Cuando se entera del caso de alguna mujer muerta por violencia de género, el pasado se le viene encima a Margarita. Se ve a sí misma, veinte años atrás, con su pequeña a la espalda yendo al lavadero del pueblo y cuando no atendiendo el huerto. Por las tardes, cuando su marido gastaba el sueldo en la tasca tomando chiquitos, encontraba consuelo escuchando en la radio el serial “Un tren llamado esperanza”. Su imaginación volaba y mientras que con sus manos zurcía pantalones con su mente hilvanaba sueños con hilos de colores. Se imaginaba en la ciudad comprando bonitos vestidos y paseando con su hija al borde del mar. Pero todo acabó el día en que su marido escondió el aparato porque decía que gastaba mucha luz.
Siempre había soportado estoicamente sus golpes; pero una noche, que regresó más borracho de lo habitual, cuando colocó las manos en su cuello cogió la arandela de hierro y la estrelló en su cabeza. Nadie puso en duda su muerte por una mala caída.
Ahora, cuando ve a su hija feliz estudiando en la Universidad, no tiene remordimientos y su secreto lo guardará para siempre en los pliegues de su memoria.
Maria, describes muy bien esa realidad tan angustiosa que les toca vivir a muchas. Suerte y saludos
Una radio compañera y cómplice, que le da la fuerza necesaria para hacer justicia y vivir. Muy bueno.
La radio sirvió de bálsamo ante tantos golpes, físicos y psicológicos, igual de dolorosos unos que otros. Su desaparición dejó de suavizar las cosas, contribuyendo así a precipitar lo inevitable, también la liberación.
Un abrazo y suerte, María
Vida angustiosa la que recrea tu historia. Y una protagonista que derrocha fortaleza y valentía.
Mucha suerte,
Ton.
¿Justicia divina? o ¿un despertar a la realidad? me gusta tu relato por lo actual y esa manera de terminar con una tortura que aunque quisieran muchas no se animan…
Un abrazo y suerte.
Al recibir el primer golpe, el primer desprecio… hay que huir del verdugo porque la violencia siempre engendra violencia. Y ya van seis en menos de un mes. Un problema, desgraciadamente, actual el que plantea tu excelente relato. Nos hace falta mayor concienciación y mejor educación para erradicar el machismo. Aquí la protagonista se cansó de ser vitima.
víctima, quise decir.
María José, gracias por tus palabras. No cabe duda que la educación es un factor importante para modificar conductas indeseables y comportamientos destructivos.Pero muy importante es la independencia económica. Una mujer que con su trabajo pueda mantenerse, a no ser que tenga una dependencia psicológica, difícilmente aguantará a un miserable.También el endurecimiento de las penas conseguiría que todos esos cobardes se lo pensaran antes de actuar. Ojalá que los gobiernos tomen las medidas adecuadas para poner fin a todos estos horrores que un día si o otro también nos conmocionan.
Un relato con una protagonista que destila valentía. Le has dado un enfoque muy claro y muy directo, y personalmente creo que eso le favorece. Ojalá algún día estos relatos dejen de ser una denuncia, y se conviertan en un triste recuerdo del pasado. Mucha suerte 🙂
Parece que quitarle la radio la dejó tan sola que se armó de valor. Suerte
Un relato muy bien narrado pero triste por estar de actualidad. Qué pena. Ójala estas situaciones cambien rápido y la radio sea no la gota que colma el vaso sino el elemento imprescindible para celebrar el final de tanta barbarie.
Suerte.