45. EL SENTIDO DE LA MARCHA
Es sabido entre los revisores del tren que los pasajeros de segunda que huyen de su tierra, a diferencia de quienes viajan por placer en primera, que no tienen ningún antojo similar, ocupan los asientos que miran hacia delante para aplacar las náuseas que sienten al ver desde la ventanilla cómo arden los edificios y se acuchillan los habitantes que se quedan atrás. Y aunque ante sus ojos se muestre un campo desnudo en invierno y el aire les hiele los dedos, bajan el cristal y, acurrucados, se adormecen para soñar con los manjares del vagón restaurante.
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Las diferencias de clase condicionan a las personas, algo que abarca prácticamente todos los aspectos, manifestándose en el vestuario, la manera de comportarse, los movimientos e innumerables factores, entre los que no podía quedarse fuera, si se da el caso, la forma de viajar en tren. Nacer y morir es algo común a todos los mortales, un itinerario a través de una misma vía, con una estación de inicio y otra de término, pero los detalles y la fortuna de los pasajeros durante ese viaje es lo que marca la diferencia. Igual ha de morir el mendigo que el potentado, pero existe un abismo entre un trayecto vital y otro.
Un relato que invita a reflexionar acerca de cómo las circunstancias, que nos moldean sin que nos demos cuenta son las que condicionan la manera de proceder.
Un abrazo y suerte, JM
Como te he comentado en tu blog, duelen estas tus letras Juan M., pero el relato es excelente. Suerte.
Besicos muchos.