49. El solitario viajero que ama sus Ray-Ban
Acepté la mision de exploración en solitario al Planeta Recóndito porque el viaje era una huida elegante del matrimonio al que nunca debí entrar.
Hoy, tras la larga travesía, he llegado a destino donde descubro que los nativos son humanos que, curiosamente, usan unas horribles gafas oscuras en ambientes interiores. Me reciben amablemente y algunos señalan mis gafas. No comprendo lo que dicen porque mi app traductora se está actualizando, pero amo mis RayBan, no pienso regalárselas y, por si las moscas, no me las quito.
Me llevan a una ciudad extrañamente hermosa donde paseo libremente entre gente esbelta que en su mayoría usa gafas de sol. Como algunos no las usan, me quito las mías y veo que esta gente tiene ojos bellísimos que me atraen como imanes.
Más tarde, el sistema traductor empieza a funcionar y oigo la interpretación de lo grabado al llegar: palabras de bienvenida e información sobre usos y costumbres locales. Al oirlas, trago saliva y me coloco rápidamente las RayBan, pero ya es tarde; ahora debo tratar de sonreir a los nativos que me saludan y me dan su enhorabuena por mi próximo matrimonio con trece mujeres. Y cuatro varones.
Los refranes son sabios, el que dice: «Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer» es muy cierto. Tu pobre protagonista hizo una huida hacia adelante, un viaje de evasión, para escapar de su situación, pero (otro refrán): «Le salió el tiro por la culata», explica el desenlace.
Muyy ingenioso y divertido, Jorge.
Un abrazo y suerte.
Gracias por tu generoso comentario, Ángel. La verdad es que mi relato no me convence y había decidido no enviarlo, pero ganó el deseo de participar.
Un abrazo.