31. El sueño de Deyemira
Mamá fue a conseguir comida y nunca más regreso, una bala le corto el camino de vuelta a casa. Entonces cogí a la pequeña Deyemira y decidí escapar, Ala nos protegió del fuego cruzado de la ciudad en llamas, de la sed al cruzar el desierto, de las olas del mar en la noche màs oscura, pero no nos pudo librar de la codicia de los hombres.
Y mucho antes de llegar a ninguna parte, nos quedamos ancladas en tierra de nadie, en donde no podíamos avanzar pero tampoco podíamos volver.
Y allí bajó abrasadoras lonas de plàstico, quemadas por un sol ardiente, soñaba mi hermanita con mundos helados en donde sólo existía la noche y en donde la luna flotaba sobre un cielo pintados de intensos colores. La hija del desierto soñaba con auroras boreales…..Entonces supe cuál sería nuestro destino, mucho antes de que nadie lo escribiera . Mientras los niños duermen Dios traza en ellos la ruta de su viaje …Dos años después llegamos a Finlandia.
Encarna, dura realidad la que tratas y a la que regalas misterio y bien hacer. Suerte y saludos
Una prosa directa, sin preámbulos, que muestra una tremenda realidad que asumimos con excesiva naturalidad. Me ha gustado mucho. Suerte Encarna.
Un viaje larguísimo que seguro que ha merecido la pena, porque no hay nada peor que verse atrapado en una realidad que no quieres.
Y qué frío!!! Finlandia? No había nada más cerca? En fín, todo sea por la nieve.
Suerte y felicidades!
Muy bello texto, Encarna, que guarda todo un mensaje de una situación que no debiera de darse, una de esas situaciones que solo el ser humano permite.
Me ha gustado leerte. Saludos.