84. El sueño que no cesa
Pocos apostaron por que la frágil embarcación de madera alcanzase la costa cubana. Quijoterías, murmuraban. Apenas aguantaba el peso de los 82 hombres que achicaban agua desesperados, hambrientos, secos de vómitos, diarreas y falta de líquidos. Siete días duró la travesía hasta que encallaron en un manglar a dos kilómetros de la playa. Batista, con un ejército de unos 80.000 hombres, los esperaba. En aquella primera derrota la mayoría de los guerrilleros encontraron la muerte. Poco más de veinte supervivientes consiguieron refugiarse en la Sierra Maestra.
Y nació el Ejército Rebelde, la forja de una revolución que no tardaría en convertirse en leyenda y decorar camisetas, gorras, posters, carpetas, sudaderas. El apoyo del pueblo sembró la isla de esperanza y, con la simpatía de la prensa internacional, los insurrectos enamoraron al mundo entero.
Por una Cuba libre, antimperialista y democrática.
El 1 de enero de 1959 los héroes victoriosos desfilaron por La Habana ante unos cubanos que por fin abrazarían la libertad. La gran promesa del Año Nuevo.
Pero pronto llegó la Comisión Depuradora, los juicios, los fusilamientos, las masacres y el Partido Único. Desde entonces, los cubanos que no abandonaron la isla, aún esperan la llegada del último barco.
Es loable y épico luchar por lo que se cree aunque parezca imposible. El problema del ser humano es que la historia se repite y no para bien; a menudo parece que no aprendemos y volvemos a caer en lo mismo
Un relato documentado, de carácter circular, para la reflexión.
Un abrazo y suerte, Elena