72. El tiempo perdido
Era como si hubieran nacido viudas y tras parirlas las hubieran arropado en negro. Bueno, a ellas y a mi, porque cuando compraban la tela aprovechaban para coserme también a mi los vestidos, aunque a veces me trajeran lazos de colores como un gran tesoro.
Tantos años viviendo con las tres, mi madre y sus hermanas, sin que jamás un hombre pisara la casa, me confirmaba en mis pensamientos: Un estigma familiar.
Yo pensaba que ese era mi destino y que ya había enviudado, por eso nunca iba con chicos ni dejaba que se me acercaran por temor a envenenarlos con un simple contacto o con algún beso, como hacían las más descaradas.
Transcurrieron algunos años hasta que empecé a cuestionar en voz alta y consideraron que ya podía recibir respuestas.
Y así fue como conocí la historia que me cambió la vida y me transformó en una descocada militante: Mi tía Julia, la cual no sabía que había existido, fue la única que en lugar de quedarse en el pueblo como las demás, se fue con los maquis, y los mangas verdes bajaron su cuerpo del monte meses antes que el de Ernesto, su marido.
javier, original relato, y de diversas lecturas. Suerte y saludos
Gracias Calamanda, Varias lecturas, sí, el negro de las viudas y la esperanza de una nueva vida de la muchacha.
Besos
Excelente la ambientación y el marco. Escrito para que el lector participe. Mucha suerte. 🙂
Gracias Juan Antonio. Me apetecia que se visualizara algo el ambiente, por eso me agrada tu comentario, y que el lector se implique es perfecto.
Un abrazo
Buen relato, me gusta.
Abrazos.
Gracias, María, me alegra que te guste.
Besos
¡Qué fuerte! Gracias por la oportunidad de aprender algo más sobre la historia de España. ¡¡¡Qué buen relato!!!
Gracias, Consuelo, por la apreciación que le haces al relato.
Besos
Gracias,Ana, por la visita y comentario.
Besos