34. EL TIEMPO VERBAL DE LA LLUVIA (A. BARCELÓ)
Hacía tiempo que no llovía y ya casi no recordaba el placer de respirar el aire purificado, de sentir la reencarnación de las nubes salpicando su piel en forma de chispas de vida. Su existencia había quedado varada en una especie de letargo agonizante. Le perseguía un recuerdo que no dejaba de alejarse. Se detuvo y miró a su espalda. Algunas veces, creía percibir que ella estaba cerca. Imaginó que iba a aparecer allí mismo, de repente, al otro lado de la esquina. En aquel instante, de manera inexplicable, pues conocía aquel poema, pero nunca habría sido capaz de recordarlo palabra por palabra, comenzó a recitarse en su cabeza “La lluvia” de Jorge Luis Borges. Con el último verso, cerró el paraguas y, dejándose empapar, siguió adelante.
Ella, por fin, también pudo continuar su camino.
Caray, Ángel. Aparte de hacernos disfrutar con tu relato nos das a conocer (al menos a mí) este hermoso poema de Borges, y que, además, parece casar a la perfección con tu historia y con la imagen. Suerte y saludos.
Hola Jesús. Es un placer contar con tus comentarios. Me alegra que hayas conocido este magnífico poema a través de mi relato. La primera lectura de un buen poema siempre me ha parecido como el primer beso, una experiencia irrepetible, aunque las veces siguientes puedan ser mejores, porque con la experiencia se pueden apreciar más los matices. Un fuerte abrazo.
«Bruscamente la tarde se ha aclarado / Porque ya cae la lluvia minuciosa. / Cae o cayó. / La lluvia es una cosa / Que sin duda sucede en el pasado». Ya desde el título me intrigó y enamoró tu micro, BARCELÓ. Y ahora, después de haber leído este hermoso poema de mi compatriota Borges, aún más. Al igual que Jesús, yo también creo que casa a la perfección con el poema (se me hace que esa sombra que finalmente puede continuar su camino, es la del «padre que vuelve y que no ha muerto»).
Resumiendo: una belleza.
Cariños,
Mariángeles
Querida Mariángeles, has elegido la estrofa perfecta, la que explica toda la historia.
En un principio quería incluirla en el relato, pero me pareció que no podía, ni tan siquiera, tomar prestado algo tan genial, por eso me decidí por mencionar el poema entero. Creo que eso ha roto el carácter de prosa poética con el que comencé la composición, volviéndose demasiado narrativa al final, pero no me importa, porque era eso lo que me pedía el cuerpo y lo que me demandaba la imagen sobre la que tenía que inspirarme.
Decirte que en este caso mi idea era invertir los papeles del poema, el padre es él y la persona que aún sigue viva, aunque en otro plano de existencia, es ella, la niña de la pared, el espíritu de su hija, aunque has captado perfectamente el sentido de la historia.
Recibo agradecido tus cariños y te envío los míos.
Don Juan Pérez, me haces dichoso con tus comentarios y crezco un poco más cada vez que te leo. No sé si al final quedó bien del todo este relato, pero es un placer que quien no conozca este poema lo descubra y que quien ya lo conociera lo vuelva a descubrir en toda su grandeza.
En cuanto a «El tiempo verbal de lluvia», yo solo he puesto el enunciado, el que lo definió a la perfección fue Borges, un genio sin duda alguna, como tú.
Un abrazo amigo.
Tengo cierta sensación de que tu relato es como un déjà vu, o como si el mundo se ralentizase para recrear no sé si la lluvia en general o ese poema en particular o ambas cosas al mismo tiempo, y, una vez pasado ese fugaz instante, todo siguiera su curso a la, digamos, ‘velocidad normal’. Corrígeme por favor si me equivoco, pero si hubiera algo de eso, sería como hacer una fotografía (una ‘instantánea’) pero con palabras.
Solo por lo que sugiere ya merece un reconocimiento, Angel. Maravilloso en sentido pleno.
posdata
Felicidades, me acabo de enterar. Merecidísimo, se venía venir desde hace tiempo, me alegro un ‘montonazo’ (que dirían en mi pueblo)!!!
Los homenajes a Borges siempre tienen sentido. Crear un relato a partir de una imagen, asociada con uno de sus poemas, es algo que promete y que tú has desarrollado con maestría y belleza. La lluvia, que tan molesta nos parece a veces, es fuente de vida, nos saca del ensimismamiento, vivifica cuerpos y espíritus, de ahí que tu protagonista haya decidido cerrar su paraguas. Resulta inevitable sentir un vacío por quien se fue, pero antes o después es posible entender que nada se ha perdido del todo, los recuerdos quedan y quien se marcha debe seguir su camino y nosotros el nuestro, cada cual, en su dimensión. El pasado no tiene que contaminar el presente ni condicionar el futuro. Me gusta mucho el título.
Me alegro por tu reciente selección. Ese payaso lo merecía y tú también.
Un abrazo, tocayo.
Cualquier detalle puede romper la inercia del dolor. La lluvia, la poesía… Me ha gustado mucho. Un saludo
No conocía este poema bellísimo de Borges. Gracias por dármelo a conocer a través de tu precioso relato. Te deseo mucha suerte.
Barceló, los tintes poeticos de tu historia enriquecen aun mas ese ritmo tan cadencioso como la lluvia. Suerte y saludos
¡Precioso! Un relato tan poético como alentador. Nada permanece eternamente, incluso los fantasmas del pasado alguna vez han de seguir su camino, y dejarse empapar, como hace tu protagonista.
Nuestra caprichosa memoria también tiene su tiempo verbal y tú lo has dejado muy claro.
Me encantó leerte Barceló. Suerte y saludos.
Gracias a todos por vuestros inestimables comentarios. Siento mucho no poder responder individualmente a cada uno de vosotros, pero es que, entre unas cosas y otras, este mes estoy prácticamente sin un minuto de tiempo libre. Espero que me disculpéis.
Saludos y abrazos para todos.
«La lluvia es una cosa que sin duda sucede en el pasado», dice Borges, y sin embargo tú la usas para hacer real el presente y también para afrontar el futuro, cuando tu protagonista cierra el paraguas y, dejándose empapar, sigue adelante. Delicioso.
Suerte y abrazo.