46. EL VOLCÁN DORMIDO (fuera de concurso)
El afamado geólogo Gabriel Arango es la única persona de Colombia que conoce el secreto del Cerro de la Teta. Varios videntes le han asegurado que, bajo la forma curvilínea, se esconde un volcán que despertará justo esta noche, en apenas minutos, para escupir nada más y nada menos que oro negro. Gabriel siente una excitación casi adolescente mientras trepa en la oscuridad. Es la turgencia del seno, su enormidad (aparte del ansia de riqueza, claro) lo que le hace llegar casi al orgasmo.
Por el otro lado de la pendiente, Emiliano Londoño, escalador y naturalista, sube desnudo hacia su gran meta: la Teta. Queda muy poco. Los dioses le han dicho a él (y solo a él), que el seno es, en realidad, un géiser dormido, y que pronto despertará, lanzando por su pezón un licor mágico que le hará inmortal. A él. Solo a él.
Ni Emiliano ni Gabriel saben, obviamente, que tanto videntes como dioses suelen mentir. Pues cuando, en efecto, el monte reviva, lanzará leche. Solo leche. Y tampoco saben que entonces, cual ínfimos calostros, ellos serán engullidos por la boca de un gigantesco bebé guajiro que, ansioso, hambriento, emergerá entre las oscuras nubes colombianas.
Mentira lo que ha conducido a la motivación de uno de los personajes, tan falso como lo que ha hecho moverse al otro, aunque.no menos engañoso es lo que les va a pasar a ambos.
La literatura puede no responder a la realidad, como la fantasía con la que está emparentada, pero, precisamente por eso, porque necesitamos salir de los márgenes en los que hemos de movernos, nos atrae y la necesitamos.
Un abrazo, Alberto
Y la literatura tiene, entre otras cosas, una parte de bondad.
En ese sentido se mueve esta casa, a la cual me la imagino como futura referencia de la microficción. Y dentro de ella están tus visiones, regalos, comentarios… Que ofrecen siempre un ángulo distinto, un disparo de paparazzi o de guardaespaldas o de «ángel» protector.
Mil gracias, compañero.
Un abrazo