42. Ella busca pareja (Carmen Cano)
Era la tercera vez que se preparaba para su primera cita. Entró en el vestidor con suficiente antelación para arreglarse con esmero y apareció en el restaurante con el chándal todavía puesto. Un cliente, de cuidada americana gris y camisa blanca, esperaba ya con una rosa amarilla sobre la mesa.
En la primera ocasión él vestía una sudadera verde y unos pantalones de camuflaje incompatibles con su vestido rojo vaporoso. Para la segunda rebajó sus expectativas indumentarias y se presentó con una camiseta marinera y unos tejanos, pero él estaba enfundado en un pulcro traje azul de raya diplomática.
Hoy no podía fallar. Salió corriendo a una tienda de moda y eligió un vestido negro ajustado y unos zapatos de salón. Al entrar en el probador, se vio de nuevo en el vestidor de su casa. Miró el reloj. Aún no se había maquillado. Estaba claro que no llegaría a tiempo.
Madre mía, Carmen. Esa pobre mujer lo tiene crudo con las citas…¡No hay nada como la naturalidad de ser uno mismo! Un abrazo fuerte.
Estoy con Aurora, esa pobre, no acierta. Me gusta ese aire cercano llego a empatizar con ella. Buena propuesta, Carmen. Suerte y un abrazo.
Muchas gracias, Pablo. Esta mujer, con su fragilidad, nos inspira cierta ternura.
Un abrazo.
Creo que esta mujer seguirá buscando pareja y no la encontrará.
Muchas gracias, Aurora. Besos.
Sabemos que la apariencia es importante, tampoco hay que subestimar la primera impresión, pero a veces no se sabe cómo acertar. Hay cosas que parecen endemoniadas, cuanto más empeño se pone en ellas, peor salen, o ni salen. Será tal vez porque no tenía que suceder y era el camino equivocado. Aunque quizá suene a resignación, esa máxima nos la hemos aplicado más de uno y en más de u na ocasión, después de darnos de testarazos contra el mismo cristal cientos de veces. Perdemos mucho tiempo y gastamos infinitas energías en tentativas estériles, pero forma parte del aprendizaje, prueba y error.
El equilibrio entre dejarse llevar y hacer lo correcto nunca es sencillo, como es difícil no sentir solidaridad por este personaje, que tiene el encanto de los perdedores que caen bien, que parecen tan reales que no se puede por menos que desearle que todo le vaya de cine.
Un abrazo, Carmen. Suerte
Prueba y error, como bien dices, es la estrategia del personaje, pero ya sabemos que es una perdedora. Si consigue caer bien al lector, es por su propia fragilidad.
Muchísimas gracias por tus certeras palabras, Ángel. Un gran abrazo.
AMBOS SE ESTAN ENGAÑANDO A SI MISMOS
Y AL OTRO!.
EN TODO MOMENTO HAY Q SER AUTENTICO: COMO UNO ES!.
CHISPA Y GRACIA!.
MUY BUENO CARMEN!.
Muchas gracias por comentar.
Un abrazo.
Todos tenemos facetas en las que nos sentimos más inseguros, entrando a veces en bucles que nos alejan más aún de poder dar esa talla que nos exigimos. En el caso de tu personaje, su espiral parece producir en su agitada mente fenómenos espacio-temporales cuyo resultado más relevante es poner en relieve su entrañable vulnerabilidad. Muy buen relato, Carmen; original y hábilmente contado. Un abrazo y mucha suerte con él.
Su afán de perfeccionismo es otra faceta de su vulnerabilidad. Quizá por ello nos resulta fácil empatizar con el personaje. Sus viajes espacio-temporales tal vez sean producto de su mente.
Muchas gracias, Enrique.
Un gran abrazo.
Esa inseguridad tiene algo de no querer llegar. Algo así como el miedo a la verdadera cita: la del rostro al descubierto. Todos en algún momento llegamos a un punto en el que si no damos un paso seguimos dando vueltas sin fin.
Has retratado bien la psicología humana. Aunque yo no quiero verla como perdedora, quién sabe, quizás cualquier día sin cita y sin remedio caiga en los brazos de su vecino de enfrente y no busque más. La vida tiene estás cosas.
Encantada de leerte, Carmen.
Toda inseguridad es, como apuntas, producto del miedo. La protagonista no está preparada para enfrentarse al amor, aunque quizá no lo sepa. Ojalá lo encuentre por azar, sin tanto artificio.
Muchas gracias por tus palabras, Manoli. Besos.
Me gusta tu historia que me lleva a evocar el juego de la gallinita ciega, ya que tu protagonista se enfrenta al destino con la venda puesta en los ojos. Supongo que la juventud o una personalidad demasiado influenciable e insegura hace que no se atreva a enfrentarse con la realidad y aprenda a mirar de frente a sus pretendientes.
¡Ojalá la experiencia le ayude a mejorar su búsqueda de la felicidad!
Aunque con retraso no he querido perder la oportunidad de dejarte mis saludos y felicitarte una vez más por la calidad de tus letras, Carmen.
Besos.