64. En ciudad ajena
“Cierra los ojos y déjame hacer”, dijo y yo me abandoné al olor a champú y a tinte. La mujer tiraba de mi pelo al tiempo que su cháchara incesante abotargaba mis sentidos y penetraba en mi cerebro de forma sibilina. Palabras que, intercaladas casi en un susurro, iban alimentando una tormenta que parecía adentrarse en lo más profundo de mis sentimientos: “no lo conoces bien”, “no es tu gente”, “estarás sola”, … Me tapé la cara de forma instintiva, más por ocultar las lágrimas que por la nube de laca que revoloteaba a mi alrededor. Cuando me miré al espejo, mi cabeza multicolor ahogó cualquier otra sensación y salí corriendo dejando atrás la risa histérica de la peluquera.
Ayudada por las camareras del hotel donde me alojaba, pude casarme aun siendo el hazmerreír discreto de tantos invitados desconocidos. Sin duda, dijeron, me había arriesgado mucho yendo a que me peinara la anterior novia de mi recién estrenado esposo. Y otra duda afloró entonces a mis pensamientos, ¿quién de mi nueva familia me la había recomendado?
Me encanta. Toda una trama sorpresiva, contenido tono de comedia y un título que acaba de redondearlo todo.
Muchísimas gracias; a mí me ha encantado tu opinión.