49. En familia (Blanca Oteiza)
Siempre he ido contra corriente, como el salmón. No me importa mojarme. En la sala de espera los minutos parecen horas. No me gusta seguir rebaños, más bien me considero la oveja negra. He viajado por todos y cada uno de los caminos. Los de asfalto y los de barro. He trabajado duro, aunque también he disfrutado de buenos momentos. Se abre la puerta, una enfermera asoma y me sonríe desapareciendo por el pasillo. Yo quiero palabras, no muecas que no me dicen nada. Quizás a veces no me haya entendido, ni haya estado de acuerdo en mi forma de actuar, pero siempre he ido con la cabeza alta y la mirada al frente. Las lágrimas quieren brotar de mis ojos, me avergüenza admitirlo. A la mente me viene el My way de Sinatra y mis labios comienzan a tararearla. El médico sale del quirófano y me pongo en pie. Las piernas me tiemblan y la garganta seca no me deja articular palabra. Ambos están bien y fuera de peligro. Es lo que quería escuchar después del accidente de ella y el bebe que lleva en su vientre. Voy a decirle que la quiero, que los quiero a los dos.
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Qué difíciles son esos momentos de incertidumbre, en los que nada puede hacerse sino esperar, en los que la mente, motivada por el temor y la impotencia, se mueve por cualquier derrotero. A tu protagonista le ha dado por repasar su vida, quizá para pensar menos en un mal desenlace, por suerte, todo termina bien, como bien has intercalado algunas frases y la esencia de «My way».
Un abrazo, Blanca. Suerte
Gracias Ángel por tus siempre precisos comentarios que son bienvenidos.
Como dices, las salas de espera en un hospital te hacen dar vueltas a la vida esperando un final desenlace, aunque a veces por desgracia no sea así.
Un abrazo
Uyyy, Blanca, si que llega, si. Un relato cargado de reflexión, emoción y sentimiento. que pone los pelillos de punta haciendo temer lo peor y deseando desesperadamente que pase lo contrario. Me ha gustado. Abrazos.
Gracias Jose Ignacio.
El relato muestra las reflexiones y pensamientos que a uno se le pasan por la cabeza mientras la incertidumbre invade el cuerpo y alma. En este caso, hay final feliz en todos los aspectos.
Me ha gustado mucho por emocionante y tierno.
Gracias Edita por leerme y comentario.
Un abrazo
Con frecuencia, a las personas más cercanas no les solemos decir lo mucho que las queremos. En este caso, la vida le ha dado otra oportunidad.Un buen relato que nos hace pensar. Suerte. Un saludo.
Gracias María. Cierto que a quienes estamos acostumbrados a ver y que más queremos olvidamos decirselo. A veces nos damos cuenta demasiado tarde, pues a veces no hay segundas oportunidades.
Un abrazo
Es el momento en que nos enfrentamos al destino, cuando tememos lo peor, pero la esperanza nos mantiene expectantes de que el milagro suceda. Allí es cuando en retrospectiva hacemos un balance de cuantos: «te quiero» guardamos. Tu relato es un canto a la vida.
Un abrazo y suerte.
Gracias Moli. Sí, en general solemos guardarnos más «te quiero» de los que decimos. A veces, cuando ya no podemos decirselo a alguien ya, es cuando nos entra el remordimiento.
la espera tras un accidente te hace reflexionar tu modo de vida y más cuando lo has vivido a tu manera, sin mirar o sin sentir lo que realmente importa.
Nos has sabido transmitir ese sentir y esa angustia. Un final con esperanza y nueva vida…la suya, la de ella y del futuro fruto de su vientre.
Me encanta el tono, la idea y tus letras.
Un beso Blanca.
Muchas gracias M° Belén, cierto que el protagonista a vivido a su manera, sin prestar mucha atención a los de su alrededor. Es el momento en el que cree perderlo todo, cuando reflexiona y se da cuenta de todo lo que realmente quiere.
Un beso
Cuando se pierde la esperanza, una voz cálida puede ayudar a recobrarla.
Profunda y emotiva historia.
Un saludo, Blanca.
Gracias María Jesús por tus palabras. La esperanza es lo último que hay que perder, porque nunca se sabe cuando va a sorprenderte la vida con algo bueno.
Un abrazo
Esos momentos… ¿quién no los ha vivido? Bien escrito y estructurado tu relato, Blanca.
Un abrazo y suerte, compañera.
Gracias Cristina por comentar y leerme.
Un abrazo
Sí que pasan muchas cosas por la mente, cuando se está en la sala de espera de un hospital y qué bien se siente uno cuando le informan que todo ha salido bien. Me gusta cómo nos muestra la angustia del personaje y el desarrollo de la historia con final feliz. Suerte, Blanca.
Saludos.
Gracias Beto, me alegro que haya trasmitido bien la angustia del personaje que arrepentido de su vida se da cuenta de lo mucho que quiere lo que puede perder. Por suerte él podrá decirselo.
Un abrazo
Bien trabado el conflicto interno del personaje mediante ese soliloquio. Y buen remate ese recordatorio de que siempre hay que encontrar un momento para decirle «te quiero» ala persona amada.
Saludos cordiales, Blanca.
Gracias Carles, como bien dices hay que sacar momentos a lo largo del día para decir «te quiero» a las personas que amamos.
Un abrazo
Gracias Ana por tu comentario.
En este caso hay suerte y tiene otra oportunidad de comenzar una nueva vida en familia.
Un abrazo
Gracias J u a n por tus palabras, agradecida estoy por tu comentario y por aprender nuevo vocabulario, pues admito tener que haber buscado en el diccionario Solipsismo.
Un abrazo
Blanca, aún no había leído tu relato. Si que es verdad que estando en una situación como la de tu protagonista, pasan por la mente todo lo bueno y, sobre todo lo malo, que se ha hecho anteriormente. Se cambiarían tantas cosas si con ello pudiera cambiar el desenlace que se teme pueda suceder.
Nos has hecho pensar y al final nos has quitado un peso de encima con este buen final.
Estupendo relato. Muchos besos.
Gracias Virtudes,
En este caso, con las Navidades cerca, he creido que era mejor poner un final feliz.
Un beso
Muy bien dibujado ese momento en el que las circunstancias pueden desmontar hasta los principios más arraigados en una persona. Las dudas nos hacen humanos muchas veces. Has logrado una gran tensión narrativa. Mucha suerte 🙂
Muchas gracias Juan Antonio. Me alegro si he sabido trasmitir toda esa tensión que siente el protagonista.
Un abrazo
Uno puede luchar a pecho descubierto ante la vida sin miedo, pero cuando puedes perder a las personas amadas la fragilidad invade tu mente y comprendes que la lucha ya es compartida. Muy bueno, Blanca. Abrazos y feliz Navidad.
Gracias Salvador.
No es lo mismo vivir la vida a tu manera cuando estás solo que cuando tienes familia, totalmente cierto.
Un abrazo y Felices Fiestas Navideñas.
Un duro que no lo es tanto, normal. Los has contado muy bien, quizás demasiado explicativo, por eso el relato puede terminar en «fuera de peligro». Suerte.
Gracias Javier por leerme y comentar.
A veces la vida da dobles oportunidades.
Un abrazo