18. En la distancia (Matrioska)
Nadie me preparó para esto. Años de planificación física, intelectual y emocional. Horas y más horas de estudio y duro entrenamiento, que ahora no me sirven para nada. Llevo días sin poder dormir. Angustiado, me asomo a la ventana. ¡Qué hermosa es!
No puedo dejar de mirarla, tan próxima y distante, tan perfecta y serena. Muchas veces, acomodado en este mismo rincón, pienso que podría pasar el resto de mi vida sin hacer otra cosa que contemplarla, aunque, si pudiera, lo haría acompañado de una aromática copa de coñac y un buen puro habano.
Hoy todo es distinto, hoy me sigue pareciendo condenadamente hermosa, pero ha perdido su hechizo, su influjo, y siento miedo. Tengo un temor atroz ante lo que me espera. La nueva misión para reemplazarme llegará mañana a la estación, y después de meses de vida en paz, no quiero regresar a la Tierra.
Jajajaja…de estos ya conozco yo a alguno. Es que a veces la soledad es la mejor compañía.
Saludos.
Si no me diesen miedo las alturas, yo también me apuntaba al destierro. 🙂 Muchas gracias por comentar, Reve, y un saludo.
Me gusta, muy bien construido, un buen giro final que no resulta para nada tramposo, sino todo lo contrario. Y con miga.
Imagino que ese es el sentimiento que deben experimentar todos los que han tenido la suerte de contemplar la Tierra desde el espacio. Muchas gracias, Elisa. Un saludo.
Voy ahora mismo a buscar una pancarta para darte la bienvenida.
El abrazo lo llevo puesto.
Jajaja, qué bueno, veo que me voy a sentir como en casa por aquí. Muchas gracias por la pancarta, Margarita, y venga ese achuchón.
La verdad, visto lo visto, mejor quedarse a distancia de este planeta dominado por locos, que tan hermoso parece desde fuera. Somos seres sociales, pero un tiempo en soledad tampoco viene mal. Un relato que aporta simpatía y no está exento de profundidad.
Sólo tengo una duda y no es sobre el texto, sino sobre la autora, a quien no estoy seguro de si es la misma Matrioska que conozco y aprecio de otros lares. Sea o no así (ya me dirás) quería desearte suerte y enviarte un saludo (no me atrevo al abrazo por si acaso fuese que no).
Sí, Ángel, campeón de campeones, soy Matrio. Me he animado a embarcar como principiante en este barco y surcar nuevos mares. También sabía que por aquí me encontraría con entrañables compañeros de letras y sonrisas. Así que, venga aquí ese fuerte abrazo y muchas gracias por estar en mi estreno, te lo agradezco de corazón. Un beso grande.
Pues me alegro y mucho de verte por aquí. Seguro que no soy el único.
Ahora sí: Ahí va mi abrazo grande.
Muchas veces he pensado que se debe sentir en la situación que describes. Desde luego no se me ocurre mejor manera de quedarse al margen. Al menos, no con mejores vistas. Me ha gustado. Mucha suerte 🙂
Aunque mi protagonista dice que no, seguro que a los astronautas que pasan largas temporadas lejos de la Tierra, les preparan de algún modo para que no se nieguen a volver al caos. Muchas gracias, Juan Antonio, y un saludo.
Una entrada maravillosa a este espacio.¡Bienvenida! como va a subir el nivel y que contenta de tenerte Matrioska.
Cuando tienes esa calma, esa paz que te hace no desear nada más que el silencio y la soledad, no debe ser grato que te devuelvan a la realidad y más a esta terrestre que está un tanto enloquecida. Yo también me quedaría contemplado cada día ese paisaje lunar que tan bien has trazado en tu relato.
Un beso enorme preciosa.
¿Te imaginas poder contemplar el planeta azul desde la distancia, en paz, e ignorando lo que allí se cuece? Tiene que ser todo un espectáculo y una gozada infinita.
Muchas gracias por tu cálida bienvenida, eres un auténtico encanto de mujer. 🙂 Un besazo, Mª Belén.
Qué alegría leerte por aquí, Inma. Has tenido un debut buenísimo, con un relato muy original y bien trazado. Yo también me quedaría en la luna. Con un buen montón de libros… El paraiso. Besos y enhorabuena, preciosa.
¡Qué bien, mis dos Belenes en mi bautizo en ENTC! 🙂 Tú eres de las mías, buenas vistas, buena lectura y cerveza que no falten, jajaja. Muchos besos y muchas gracias por tu acogida, guapísima.
Esa era la idea, Ana, volver las tornas en un viaje al espacio. En este caso el temor no es a explorar otros planetas, sino regresar al que ya conoces, por muy hermoso que se vea desde lejos. Muchas gracias por tu comentario y un saludo.
Al leer este relato me parece que estoy contemplando un jardín Zen, hay belleza en la quietud y la soledad y el personaje de esta historia logra captarlo. Muy bueno el enfoque, me gusta como lo cuenta. Bienvenida Matrioska, sus letras enriquecen a ENTC.
Saludos.
Muchas gracias, Beto, por tus bonitas palabras y por tu bienvenida, me alegra encontrar tantos viejos conocidos por estos lares. Un saludo.
En la distancia, la belleza del planeta azul endulza todos los defectos y desigualdades que acumulan sus insignificantes habitantes. Después de la apacible soledad surge el miedo a enfrentarse a la vida. Muy bueno, Matrioska, un placer verte por estos lares para regalarnos tu imaginación. Abrazos y mucha suerte.
Desde la distancia la Tierra brilla en todo su esplendor e hipnotiza, lástima que lo que pulula sobre ella le quiten las ganas de volver a mi pacífico protagonista. Muchas gracias por pasarte a comentar, es un gusto encontrarme con tanto bueno por aquí. Un abrazo, Salvador.
«No quiero regresar a la tierra», es la más tajante afirmación, de que algo va mal en nuestro Planeta. Queda perfectamente plasmado en este relato, lleno de sinceridad.
Me ha gustado cómo lo has hecho, a través de una excusa como el Espacio.
Suerte, Matrioska.
Es evidente que nuestro planeta no es un remanso de paz, salvo que lo observemos desde bien lejos. Muchas gracias María Jesús, me alegra mucho verte por aquí. Un beso.
La Luna como isla remanso de paz y la Tierra con toda su problemática. El protagonista de tu micro es natural que sienta el fastidio de tener que regresar de la misión y se resista. Contemplar la Luna con un Cohibas entre los dientes y una copa de Armañac en las manos ya debe ser la bomba. La soledad perfecta. Buen texto. Suerte.
Un beso.
Eduardo, muchas gracias por pasarte de nuevo por aquí y volver a comentar mi relato, eres muy amable. Todos sabemos el placer que es poder contemplar la luna, así que imagina la gozada que tiene que ser poder hacerlo pero cambiando la vista por nuestro precioso planeta azul. Mi protagonista porque es muy sibarita, yo con una cerveza estaría más que encantada. Gracias de nuevo y un beso.
¿Quién querría con todo lo que se cuece por aquí abajo últimamente? Allá arriba se debe estar mucho más tranquilito.
Me has conseguido engañar hasta el final, pensaba que contemplaba la Luna pero ya estaba allí.
Mucha suerte Matrioska.
Así es, lo que contempla maravillado es la Tierra y no la Luna. Aunque, como verás, mi protagonista echa de menos algo más que las golosinas. 🙂 Muchas gracias por la visita, Esperanza. Un beso.
Buen relato, Matrioska. Seguro que desde la luna, nuestro planeta se ve así de hermoso. Lástima que nos lo estemos cargando, pero ese es otro cuento.
¡Suerte!
Somos tan necios que creo que el planeta acabará antes con nosotros y no al revés, al menos eso sería lo justo. Muchas gracias por comentar, Cristina. Saludos.
Grande, Matrioska. Qué gran historia en la que tu protagonista, tan acostumbrado a la paz y la soledad del silencio, no echa de menos volver a ese mundo lleno de defectos y ruidos desentonados que le espera en la Tierra.
Me encantó.
Un beso.
Pablo.
No solo no lo echa de menos, es que me temo que se va a negar en rotundo a volver. Houston va a tener un serio problema. 🙂 Muchas gracias por pasarte a leer y comentar, Pablo, tú sí que eres grande, pero grande de verdad. Un besazo.
Pues si queda en la nave, o tiene wifi o se pierde tus relatos. Sólo por el placer de poder leerlos, yo volvía seguro.
Enhorabuena, Matri y bienvenida.
Besos.
Hablando de grandes, mira quién está por aquí. 🙂 Muchas gracias por tu bienvenida, Notinc, cada vez me siento más a gusto en este lugar. Muchos besos.
El relato está conseguido (pierde mucho como lector saber que está ubicado en un tema del espacio), si no conoces el tema del mes haces creer que se está contemplando a una persona, una vecina, un vecino, alguien en el jardín, un paisaje. Y ese conflicto, el regreso, sí con la distancia todo se diluye, y sin embarga saber todo lo malo y bueno que hay en esa Tierra es temeroso. Suerte.
No me había planteado lo que dices, ciertamente puede restar el factor sorpresa el saber que el relato ha de centrarse en un tema concreto. Muchas gracias por tu lectura y comentario, Javier. Un saludo.
Hola, Matrioska.
Y no me extraña que no quiera regresar a la Tierra, porque hay veces en que a una le gustaría estar muy lejos de ella.
Muy ágil la narración, así que te deseo suerte.
Abrazos.
Creo que si tuviésemos la oportunidad de tomar distancia muchos lo haríamos, pero… Muchas gracias por todo, Towanda. Un abrazo.
Yo, que necesito compañía sí o sí, no podría apuntarme a la misión de tu protagonista. Salvo para poder disfrutar de la visión de nuestro planeta desde el espacio, tan solo un instante. Y aquí tú nos lo describes muy bien.
Me encantó Inma. Bello relato. Mucha suerte.
Ton
En realidad todos somos seres sociables, aunque… unos más que otros. 🙂 Muchas gracias, Ton, por tu lectura y comentario. Un saludo.
Muy buen relato, Matrioska. En cualquier ámbito de la vida, tomar distancia es necesario pero, recrearse en ello, es síntoma de inteligencia y reflexión.
Un abrazo.
Me alegra saber que eres de las mías, María José, muchas veces tomar distancia es más necesario que el alimento. Muchas gracias y otro abrazo para ti.
Qué habría dicho Fray Luis de León, aquel que ya en el siglo XVI decía en su «Vida retirada» ¡Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruido!, de haberse visto en la situación de tu personaje. Estoy seguro de que a él no le faltó al lado un buen licor y algunos otros pequeños placeres con que saborear la soledad del retiro.
Magnífico planteamiento, extraordinariamente contado, con el que gran parte de nosotros nos sentimos identificados.
Enhorabuena y suerte, Matrioska.
Un fuerte abrazo.
Por aquel entonces alejarse del mundanal ruido era algo menos complicado, bastaba retirarse con pobre mesa y casa en el campo deleitoso, hoy para gozar de paz y contento, se hace necesario orbitar. 😉 Un beso grande, Enrique, y muchas gracias.
Y si a tu prota, para que deje sus temores, le gastamos una broma y le decimos que los campos de refugiados en Jordania, los ataques terroristas, la hambruna, la explotación infantil, la polución… ya no existen? jajaja y le engañamos con que la Tierra esta limpísima, repleta de paz, y que la justicia esta super bien repartida….
Bueno, realidades y tonterías aparte, Matrioska, a ti no quiero engañarte, tu micro es muy bueno. Me gusta cómo escribes.
Un abrazo y suerte.
No sé yo si funcionaría la broma, me temo que los que llegan tan “alto” no lo hacen por ser unos inocentones, jajaja. De todos modos por intentar que no quede. Muchas gracias por todo, Rosy, la admiración sabes que es mutua. Un beso grande.
Estupendo relato, Matrioska.
Parece que para ser un «buen retiro» le han faltado muchas cosas. Aunque no sea elegido. A mi me gustaría poder ver la tierra desde el espacio, sólo por un momento.
Un besazo.
Tampoco son tantas, una copita y un buen cigarro son casi obligatorios para disfrutar a tope de esas vistas increíbles y, sobre todo, de esa paz que se vive en la lejanía. Muchas gracias por tu lectura y comentario, Olga, me gusta verte por aquí. Un beso grande.
Lo primero que me ha impactado es la confortable lectura de tu relato; La fluida historia te va empujando suavemente a lo largo de esa distancia entre la luna y la tierra. Aunque lo que más me ha gustado, aparte del inesperado desenlace, es esa reflexión sobre lo que esconde la belleza, la turbulencia que una apariencia serena y apacible puede llegar a albergar.
Matrioska, me alegro mucho de tener la ocasión de poder leerte también por aquí.
Un abrazo.
Qué alegría, Antonio, no sabía que estuvieses tú también por aquí. Se me están acumulando las buenas lecturas en ENTC, ahora mismo te busco. 🙂 La reflexión de la que hablas es el motivo principal del relato. Cómo algo tan hermoso, sereno y perfecto desde la distancia, puede albergar tanta fealdad sobre su superficie. Muchas gracias por todo y muchos besos.
Matrioska, tu puesta de largo en ENTC ha sido deslumbrante, has contado tan bien la historia que me dan ganas de prepararme y subir a la estación por una temporada para poder observar la Tierra con esa tranquilidad con la que lo hace tu protagonista.
Felicidades guapa.
Te mando un beso grande.
Vente, Malu, que te hago un sitio en mi estación ubicada en primera línea de Tierra y con espectaculares vistas. 🙂 Muchas gracias y un montón de besos, guapetona.
Buen relato, Inma. Es una mezcla entre los sencillo y lo complejo, uno de esos escritos que va llevando al lector a una conclusión y luego lo sorprende dejando espacio para la imaginación y con un giro espectacular. Me gustó, al igual que tu blog. Saludos.
Muchas gracias, Óscar, por pararte a comentar el relato y por visitar mi blog. También me he pasado por el tuyo. 😉 Un abrazo.
Hola Matrioska, o te puedo llamar Inma, aunque estoy acostumbrado y te conozco por Matrioska.
Esta visto que tu protagonista tiene pocas ganas de volver a casa, no quiere perder esa paz en la que vive y que tan bien describes con tus palabras.
Me ha gustado mucho.
Muy feliz de encontrarte por aquí.
Besos.
Hola, Javier, me puedes llamar Inma si quieres, aunque Matrioska me gusta, o Matri, como me llaman algunos. 😉
Como bien dices, mi protagonista, pese a todas las limitaciones, prefiere seguir tranquilo y gozar de la Tierra en la distancia. La felicidad es mutua, Javier. Un beso.
Matrioska, me gusta tu relato es ágil y de buen leer. Me la imagino como en una hamaca, con la copa y el puro.
Feliz primavera.
Lo mismo en la estación espacial se han agenciado unas cómodas hamacas desde donde poder contemplar las magníficas vistas, ahora que, lo de la copa y el puro, como que no lo veo, por eso mismo lo echa de menos. 😉 Muchas gracias por comentar y feliz primavera también para ti, María. Un abrazo.