10. EN LA GLORIA (Matrioska)
Las contraventanas están cerradas y la casa en penumbra. No sé cuánto tiempo habré pasado al cuidado de Reme, la hija de Pascual, el boticario. Sé que me sentí indispuesta e insistió en llevarme a su casa. No recuerdo, pero debieron traerme de vuelta anoche, de lo contrario habrían dejado todo abierto como a mí me gusta tenerlo, con las ventanas de par en par para que se solee y airee la casa. Tampoco está fuera mi silla de enea. Me acomodaré en la bancada de piedra.
No sé qué clase de brebaje me habrá preparado Pascual, pero no siento un solo dolor, desde zagala no me encontraba tan bien. Me siento en la gloria. Ni siquiera me molesta la maldita artrosis que lleva torturándome más de cuarenta años.
Se acerca gente. ¡Ay, Señor, alguna desgracia ha ocurrido! Reme, Pascual, y prácticamente el pueblo entero, pasan cabizbajos por delante sin prestarme atención. Quiero preguntarles quién ocupa el féretro pero, viendo sus caras desencajadas, me contengo. En silencio me uno al cortejo y emprendo junto a ellos el camino hasta el cementerio.
—¡Qué triste verlo todo tan cerrado!
—Hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos —se lamenta Reme entre sollozos.
Muy emotiva la historia que nos cuentas de forma delicada y con sosiego. Consigues que nosotros mismos nos encontremos, durante su lectura, dentro de esa calma, deseada por muchos, donde no notamos dolores, soledad, abandono… Me ha gustado mucho. Suerte y saludos.
Muchas gracias, Jesús, me gusta que su lectura te haya hecho sentir ese estado de bienestar y sosiego que experimenta la protagonista en ese proceso entre una vida y otra. Un saludo.
Qué bonita forma de tratar la muerte! Tal vez no te equivoques… Suerte!
Confiemos en que sea algo parecido ese tránsito que muchos tanto temen, está bien, tememos. 🙂 Muchas gracias, del Blanco, y un saludo.
La ausencia de todo dolor debe ser eso que se llama estar en la gloria. Aunque tu protagonista no sabe bien lo que ocurre, no sufre ni padece. Habrá que desearle que abandone ya ese entorno rural que ha sido su hogar y ya no le pertenece, para encaminarse a su verdadero destino, y que éste se halle libre de sufrimientos y afanes. Atras deja a conocidos, cabizbajos y pesarosos por el vacío que deja.
Un abrazo fuerte, Matrioska. Suerte
Mi protagonista está en ese corredor en el que, a pesar de estar ya en otra vida inmaterial, no ha dejado del todo la conciencia de su otra vida. Estas mujeres rurales que se han pasado toda una vida cuidando de los demás, cosechando, trillando, arreando ganado…, suelen ser todoterreno, pero a fuerza, la mayoría de las veces, de dejarse la salud. Muchas gracias, Ángel por tu vista y comentario, es un placer tenerte ahí. Un abrazo muy fuerte de vuelta.
Hola, Matrioska
La muerte en el ámbito de lo rural, que parece una muerte amplificada por el séquito. La muerte como clausura de un dolor largo. Campo semántico muy bien manejado con uso de términos que se ajustan al tema. Y esa impotencia que queda siempre después de que la guadaña ha terminado su trabajo. En esta oportunidad quizá piadoso. Me gusta tu texto. Besos.
Hola, Martín. Es en ese ámbito donde las personas se conocen más y mejor, solo ahí la muerte se convierte en algo de todos y, casi siempre, la vida también. Te agradezco mucho tu amable comentario. Un beso.
La protagonista parece estar en paz, en todos los sentidos. No es consciente de que está muerta pero se siente tranquila. Lo único que la entristece es el dolor de los suyos. Me ha gustado, Matrioska.
Un abrazo.
María José
Así es, pero además estoy segura de que, en cuanto lleguen al cementerio, mi protagonista sabrá que es ella la que tiene que partir y lo hará en paz sabiendo que tiene el cariño de todos. Muchas gracias, María José. Un beso.
Muchas gracias, Ana, lo cierto es que me resultó muy placentero escribirlo, me alegra saber que se transmite ese sosiego al lector. Un saludo.
Abramos las ventanas de par en par y dejemos que nos inunde la historia que nos cuentas con una gran delicadeza.
La muerte nunca se mostró con más calma.
Quizá al llegar a su último destino se de cuenta, que quien ha de morar en esa tierra santa es su cuerpo fatigado y cansado por el duro trabajo en su vida.
Me encanta el tono pausado, su lectura, como reflejas tanto con unas pinceladas con aroma a campo.
Felicidades por este relato que sabe a gloria.
Un beso enorme Inma.
Precioso comentario, a la altura de una de las mejores plumas que tengo el placer de conocer. Muchas gracias por tu visita y por tus siempre animosas palabras. Un beso muy grande de vuelta, Mª Belén.
Sí. A mi tambien me parece un relato que comunica, que llega bien, con delicadeza. Quizá sea por su sencillez, por la experiencia compartida, porque sin esperarlo nos lo esperamos. Felicidades Matrioska, saludos y suerte.
Estas mujeres de campo suelen vivir una vida ardua y modesta, así que quería darle ese tono amable y plácido al descanso merecido de la protagonista. Muchas gracias por tu comentario, José Ignacio. Saludos y suerte también con tu «agotador» relato. 🙂
Tiene que resultarle muy extraño todo y ese estar tan quieta y sin dolor, porque estas mujeres hacen del trajín y del molestar pequeños inconvenientes, como si no existieran.
Es lista y dura, no puede no darse cuenta; y cuando se dé, puede que no le parezca mal, fíjate. Espero que entonces tenga el tiempo de hacer repaso y acordarse de las cosas buenas.
Cuando lo escribí, me pasé cincuenta palabras del máximo permitido, así que tuve que ir metiendo la tijera. Precisamente, tuve que prescindir de la frase que daba comienzo al relato y que era: «Es extraño». Sí quise reflejar ese estado de confusión en la protagonista al no recordar en qué momento regresó a casa. Muchas gracias, Luisa, por leerlo y por pararte a comentarlo. Un beso.
Me encanta tu propuesta, Matri. Este es un tema que se presta bastante al drama y a la tristeza que este conlleva, pero tú has hecho un relato que transmite sosiego y dulzura a pesar de hablarnos de una muerte. Muy bien contado además.
Enhorabuena y mucha suerte.
Un fuerte abrazo
La muerte es que tendría que ser siempre así, pausada y sin sobresaltos. 🙂 Muchas gracias, Enrique, por tus palabras y por estar siempre ahí. Un abrazo grande.
Tu relato refleja la fuerza vital de esas mujeres que pasan por la vida dejando su impronta en todo lo que hacen, material y emocional. La protagonista pronto se dará cuenta de su nueva realidad, pero también comprenderá que permanecerá viva en los recuerdos de la gente que la quiere. Muy buen relato Inma , enhorabuena. Abrazos.
Seguro que las personas que han pasado por la vida haciendo cosas buenas, no tienen ningún temor a dejarla. Muchas gracias, Salvador. Abrazos y besos.
Con trazos ligeros de suave escritura, nos encaminas por la senda de un tránsito que se va intuyendo hasta quedar expuesto magistralmente en el último lamento.
Contraventanas y penumbra, surgen para labrar en el subconsciente la atmósfera precisa que se va inhalando con deleite al compartir el vulnerable desasosiego de quien no sabe que ya sólo es alma.
Me ha seducido tu soberbio relato, Inma. Confeccionado con una impresionante sencillez y bordado con una envidiable ejecución.
Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
Es impresionante cómo eres capaz de ponerte en la piel del autor y hacer tuyos todos los relatos. En este caso, fue justo esa atmósfera creada en mi imaginación, el germen del que nació toda la historia. Me siento muy afortunada de tener tanto buena gente cerca. Muchas gracias por todo, Antonio. Un abrazo grande.
Cuánto me alegra que te haya hecho disfrutar con un rato de lectura lúgubre, Juan, ahora que no te prometo que para la próxima la cosa vaya por los mismos derroteros, aunque con estas cosas de las letras ya se sabe que no se sabe nada. Muchas gracias, y un beso.
Muy visual tu relato. Acudo yo también mientras leo a ese funeral. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Muchas gracias, Nani, seguro que a la protagonista toda compañía le parecerá poca. Irse sabiéndose querido debe ser fabuloso. Otros muchos besicos para ti de vuelta.
Acudir a tu propio entierro. Una idea original que a primera vista debiera tener mucho morbo, sonar a algo tétrico, lúgubre y poco agradable. Aunque, como se ve aquí, todo depende de cómo se plantee, porque tal y como lo has escrito, se lee, en cierto modo, de forma bastante amena. No siente dolores, ni siquiera la maldita artrosis, se encuentra perfectamente, está en la gloria. ¡Genial! En fin, ya te contaré cuando me toque. Pero mientras tanto, enhorabuena, por hacerme disfrutar pensando en la bondad de la muerte.
Un abrazo y mucha suerte.
Así quiero imaginarla, lo mismo es incluso más apacible, incluso hermosa. De momento, vamos a disfrutar de las pequeñas alegrías que nos da la vida, aunque vayan acompañadas de achaques. 🙂 Muchas gracias por tu lectura y comentario, José Luis. Un fuerte abrazo.
Qué bonita historia. Triste y emotiva aunque a la vez esperanzadora.
Muchas gracias, Blanca, me gusta que lo veas de esa manera. Un saludo.
Inma, muy elegante tu forma de contar esta historia. Suerte y saludos
Muchas gracias por tus palabras, Calamanda. Un saludo y suerte también para ti.
Hola, Inma.
En la gloria me he quedado yo con esta protagonista que no sabe que acude a su propio entierro. Te ha salido un personaje tierno y emotivo a partes iguales. Y la narrativa es dulce.
Ojalá mi paso a la gloria sea como el de ella: sin dolor.
Besos guapa, me ha gustado mucho.
Hola, Towanda.
A la próxima te planto el Towi, ya voy avisando. 😉 Casi que yo firmo también por eso, por un paso reposadito al otro barrio. Muchas gracias por tu visita y comentario y un beso grande.
Matrioska, me encantan estas historias en las que el muerto es el último que se entera de que lo está.
Me lo parece a mí, o la Reme y su padre le hacen un favor creyendo (sabiendo), que lleva una vida de dolores insoportables? También me inclina a pensarlo el título que le has puesto al relato…
¿No se notará mucho, que me ha gustado mucho? 😉
Un abrazo enorme.
¡Hola, Rosy!
Cuánto me alegra «verte» y que te guste el relato. Mi prota estaba ya muy cascada la pobrecita, y ni el boticario ni Reme pudieron hacer nada por ella. Lo importante es que su último viaje lo inició sin sobresaltos y sin un solo dolor. Muchas gracias, guapa, me alegra mucho tu visita. Un beso muy grande.