66. En otra piel (Juana Mª Igarreta)
Celia encontró en el tren, olvidado en el asiento de al lado, un abrigo de lustrosa piel marrón. Tras comprobar sorprendida que era de su talla, no tuvo ningún remilgo en concluir que se trataba de un regalo de la divina providencia. Además, recordó que por la mañana se había puesto la chaqueta del revés; hecho que, indudablemente, había provocado el inesperado hallazgo.
Viendo que el resto de los viajeros consultaban sus móviles o dormitaban, cambió decidida el abrigo por el suyo y se dirigió al servicio. Probándose la prenda, halló en uno de los bolsillos una peluca castaña de larga melena ondulada; acomodándola a su cabeza de pelo ralo, sonrió ante el espejo, admirando su rejuvenecida imagen. Ataviada de esta guisa, volvió a su asiento. De pronto, un caballero se dirigió a ella, diciéndole: “Disculpe señorita, ese lugar está ocupado por una señora que está en el servicio”. Ella, coqueta, le respondió: “Lo sé, viajamos juntas”. Luego respiró aliviada sabiendo que la próxima parada era la suya.
Justo pisó el sombrío andén, la abordó un hombre trajeado y con sombrero color chocolate, susurrándole: “Démonos prisa, Ingrid. Los de la banda esperan fuera. ¿Pero, dónde traes la mercancía?”
Dice el refrán que «el hábito no hace al monje», pero también es cierto que, de cara a los demás, la apariencia tiene una gran importancia. Un abrigo y una peluca ajenas pueden suplantar una personalidad y ser el comienzo de una gran aventura. Algo en apariencia nimio se convierte en una gran historia, que nos deja con deseos de saber cómo terminará y que tú has esbozado muy bien en este relato que capta la atención del lector de principio a fin.
Un abrazo y suerte, Juana
Parece que el abrigo no venía solo, lo acompañaba una peluca y una nueva identidad, intrigante relato Juana, nos dejas con ganas de más.
Saludos.
¡Cómo engancha esta historia! Te mete dentro totalmente, te atrapa desde el principio. Muy bien contada.
Uy, uy, que me parece que la suerte no lo va a ser tanto…si es que lo mejor de todo es vivir con lo que uno tiene, con lo que uno es. Así no habrá espejismos que nos puedan, finalmente, poner en nuestro sitio.
Muy original tu historia de suplantación. Un abrazo y feliz noche.
Una decisión, a primera vista, intrascendente. Acoger fragmentos de una vida ajena será el pistoletazo de salida de una historia que hace volar nuestra imaginación. Muy bueno, Juana. Un abrazo y suerte.
Celia descubre cómo cambia su vida al vestirse con otra piel. La aventura está servida con ese final abierto.
Muy buen relato, Juana. Te deseo mucha suerte,
Besos apretados.
Una suplantación de personalidad, que deja en el aire sus consecuencias.
Lo has construido hábilmente y nos has dejado «con la mosca detrás de la oreja».
Me ha impactado.
Besito virtual, Juana
Mil gracias por vuestros interesantes y generosos comentarios. Me hubiera gustado contestaros uno a uno, pero el tiempo se me escurre como el agua de una cesta. Me alegra constatar que el micro os ha dejado con ganas de continuación; veré si puedo hacerlo en otra futura propuesta, jejeje. Un abrazo para todos.