18. EN RUTA
Tranquilamente se instala en la butaca de orejeras y con gesto ceremonioso abre su maletín de cuero rozado en las esquinas y un tanto desvencijado, como él mismo. Saca el primero de los cuadernos, el más gastado. Las primeras páginas relatan aquel primer viaje realizado junto a su padre, para enseñarle la profesión. Ya entonces Andrés era preciso y meticuloso en la recogida de datos. Junto a la información puramente comercial había comentarios relativos a las comidas que degustaban, el paisaje que los acompañaba o la impresión que le causaban las personas que su padre le presentaba.
¡Cuántos rostros y cuántos nombres le asaltaban! Miguel el de los ultramarinos, Felisa la dueña de la ferretería, Carmen y sus exquisitas comidas caseras.
Clientes, amigos, facturas pendientes, Marisa, el nacimiento de Jorge, la hipoteca de la casa…su vida profesional y personal se mixturan. Tras balances, ganancias y deudas se vislumbra una tupida red de conexiones humanas.
Andrés, visiblemente emocionado, cierra el último de los cuadernos. Este periplo vital lo deja emocionalmente extenuado.
Con la lucidez que da la experiencia, suspira satisfecho de no tener que haber lidiado con aplicaciones informáticas, buzones de voz ni mensajes de wasap.
Amable y sensible la historia que nos muestras tan nítidamente. Los recuerdos de toda una vida que además de permanecer en unos apuntes lo hacen en la memoria. Una memoria no desviada, por suerte, por tantos adelantos tecnológicos que nos ayudan en muchas ocasiones, pero, en otras, dificultan nuestras relaciones personales, aunque parezcan servir para lo contrario. Suerte, Dolores. Saludos.
Revindico la primacía de las relaciones personales, del tu a tu, de la charla y del abrazo, de la sonrisa en directo. Me entristece observar, y cada vez es más frecuente, grupos de personas que no se hablan porque están hablando por el móvil con los que no están allí. La tecnología es necesaria y nos ayuda en nuestro día a día pero creo que tenemos que ponerle límites.
Gracias Jesús. Un saludo.
Hola Dolores. ¿Eres o has sido viajante? porque lo clavas. Yo lo fui hace ya una década. Entonces ya se empezaban a utilizar los móviles y las TIC, muy buenas para unas cosas, sírvase el ejemplo de este blog, horribles y esclavizadoras para otras, ya por aquellos años querían controlar todos tus movimientos mediante GPS. Has reflejado perfectamente una situación que conozco de primera mano en tu relado. Mi más sincera enhorabuena. Un cálido saludo.
Gracias Ángel por tus comentarios. No he sido viajante pero mis padres tuvieron un bar muchos años, un negocio familiar en el que todos colaborábamos, y muchos viajantes paraban a comer o a tomar algo. Acababas familiarizándote con su presencia, sabías de sus vidas y ellos de las tuyas. Y en vacaciones escolares alguno traía a su hijo. Cómo ves me he inspirado en mis propios recuerdos adornándolos un poco.
Hola, Dolores.
REivindicativa en las TIC y a favor de las relaciones personales… Harías piña con mi hija.
Me gusta mucho la prosa fluida de tu historia, por tanto, suerte y unos abrazos enormes.
Gracias Towanda. No hay facebook ni wasap que pueda competir con una conversación bisa bis en una terracita. Con las TICS se pierde toda la comunicación corporal y la expresividad del rostro. Aunque son muy útiles cuando las distancias no permiten vernos con la frecuencia deseada.
Dolores, es un clasico tu protagonista que no se deja tentar por lo nuevo y disfruta del tacto de esas hojas. Bien contado. Suerte y saludos
Mi protagonista es consciente que es más a de otra época que de la actual. Yo debo de ser también bastante clásica pues me resisto como él a dejar de disfrutar con el tasto del papel al pasar las hojas. Gracias Calamanda y suerte para ti también.
Dolores, un encantador relato. Tu propia experiencia te ha servido de despegue para un texto muy revelador acerca de la vida de los viajantes. La magia de anotar en el cuaderno las vicisitudes de cada trayecto no la proporciona ahora tanta tecnología; demasiada, pienso yo. Un beso y suerte, amiga.
Un diario de viajes y emociones que transmite vínculos donde todos los sentidos son protagonistas. Muy bueno, Dolores. Abrazos y suerte.
En los viejos buques a vela llevaban un cuaderno donde iban anotando las vicisitudes del viaje, una especie de diario formal que estaba a cargo del capitán. Solía guardarse en un mueble llamado bitácora, y por eso el cuaderno se solía llamar ‘de bitácora’
Suena a despedida, a tomarse un tiempo de recordar todo lo que ha ido pasando hasta el día de hoy, en que se intuye hay un cambio cercano(¿jubilación, tal vez?). Esas anotaciones constituyen todo un curriculum vitae (que significa ‘el camino de la vida’)
Me llega especialmente la última frase, aunque eso ya es por motivos personales.
No sé por qué, pero me recuerda una película titulada ‘Todos los hermanos fueron valientes’ en la que también había un cuaderno de bitácora y un puesto – de capitán de ballenero – que iba pasando de padres a hijos.
Un abrazote!!!