94. En tierras de Escocia (E. Cuesta)
Kenneth caminaba despacio por los largos y oscuros pasillos porque el retumbar de cada paso lo atemorizaba. El castillo, que hacía poco tiempo había heredado por sorpresa, seguía produciéndole angustia; los criados eran pocos y callados, como se esperaba de ellos, y le sobresaltaban cuando se topaban de improviso. Sobrevenía el atardecer cuando le pareció distinguir una especie de neblina agazapada en una esquina. Se infundió de valor por primera vez para encararla. Resultó ser el espíritu de un antiguo familiar, encantado de darse a conocer ya que, en su opinión, su historia era muy interesante. No era el único, le explicó; en general procuraban ser muy respetuosos y no molestar. Kenneth acarició la idea de tener una compañía así, silente o habladora según quisiera, a la vez que barata. Una vez recopilada la lista de sus ancestros, fue llamándolos uno a uno, llegando a congregar a sesenta y tres antepasados, incluyendo algunas esposas y amantes.
Por la noche en el pub, con una pinta en la mano y otra en el estómago, los lugareños coinciden con los sirvientes en la bonita colección del dueño del lugar.
Una muy curiosa colección. Me han entrado ganas de visitar ese castillo. Enhorabuena por tu relato,Esther.