92. EN TRÁNSITO POR JÚPITER.
El espacio es frío. El espacio es infinito y está vacío.
Viajar por el espacio es muy aburrido.
Siempre la obscuridad y la rutina. Siempre revisar las comunicaciones, ejecutar comandos, comprobar el funcionamiento de los procesos, transmitir situación, seguir esquemas, cumplir protocolos, rellenar informes, realizar test, hacer ejercicio, cuidar el aseo y naturalmente, siempre mirar si hay alguna comunicación personal.
En el espacio se está muy sola.
Actividad no planificada:
Leo en la pantalla el mensaje de correo 07/450 de siete de abril, verificado por el responsable de recursos humanos de la compañía propietaria de la nave (compruebo que es el aséptico modelo 33).
Salta el doble “check” azul.
Resumen de la acción prescrita:
En el diario de abordo escribo “haciendo uso de lo contemplado en la ley, el armador dice verse en la obligación de prescindir de mis servicios. Se me da un plazo de 72 horas para abandonar las instalaciones de la compañía”.
Análisis del entorno:
Quedan seiscientos días para que la nave llegue a destino.
En muy pocas ocasiones vale la pena mirar fuera. Ahora es uno de esos momentos. Ver un gigante gaseoso es un espectáculo formidable que quita el aliento.
El vacío es muerte.
Un plazo de 72 horas en una misión de 600 días… no voy a hablar porque me enciendo y digo lo que no debo.
Y tan sola.
Me has dejado con el corazón en un puño y hasta con un poco de cabreo, la verdad. De modo que… el texto ha de ser suficientemente bueno porque no me quedo indiferente, de verdad que no.
Gracias Luisa por tu comentario. Ya sabes que después de la última reforma laboral, las comandantes de astronaves han quedado totalmente al capricho de los grandes armadores. Un saludo.
Hola, Manuel.
Pasa lo mismo, por lo que veo, en todos los sitios y tu protagonista está a punto de recibir una patadita en el cul*.
La frase final es tremenda.
Un abrazo y suerte.
Gracias Towanda por dedicar un momento a este relato. Es verdad, la frase final es tremenda y quiere ser simplemente un resumen.
Un saludo.
Manuel, si, el mensaje de tu texto no deja indiferente. Su contenido lleva a una triste realidad y lo recreas muy bien. Suerte y saludos
Gracias Calamanda por pararte a comentar. Es verdad, no hace falta viajar por el espacio para encontrarse en el correo un mensaje parecido.
Un saludo.
Con este relato nos pones sobre aviso de que la precariedad laboral no será lacra solo de nuestro tiempo. Aunque, que el jefe te diga que abandones la oficina, no es comparable con que te dejen en la estacada a años luz de tu casa.
Muy bueno, por la crítica al sistema que perdurará.
Saludos y suerte.
Ton.
Gracias Ton.
Estoy convencido, algunos comportamientos no los abandonaremos jamás.
Un saludo.
Un relato que has rodeado de una estructura y léxico que te meten de lleno en la situación y en la ciencia ficción, y que al final resuelves con dureza. Intuyo en tu relato un transfondo distópico muy interesante de conocer. Mucha suerte 🙂
Al doblar la esquina, uno se encuentra con realidades que son de por sí distópicas. El futuro no será diferente. Seguro.
Muchas gracias Juan por tu comentario.
Un saludo.
Es un relato que nos habla del frío empresarial y de como se aprecia lo que se tiene cuándo se pierde. Eso creo, pues me ha despistado (supongo que es un lapsus) que la astronauta reciba un correo y sea ella la que lo escribe. No sé. Suerte.
Gracias Javier.
Te leo y se me eriza el vello de la nuca. La protagonista recibe un correo y luego escribe un resumen en la bitácora. No escribe un correo. Lo voy a leer otras cien veces. Si veo que no queda claro no habré conseguido mi objetivo.
Un abrazo.