61. Enamorados en bronce
Mientras sonaban los últimos acordes de la orquesta, las farolas de la plaza se rendían al horizonte recién estrenado. La penúltima copa endulzaba el aire fresco. Entonces, te tomé de la mano y acerqué tu cuerpo al mío. Te susurré al oído que me gustabas y nos miramos hasta rozarnos el alma. Tan feliz estaba que, inocente, pedí un deseo. El universo, borracho de magia, me lo concedió.
Este lo conozco y ME ENCANTA, mi querida Paqui. ¡Suerte! y besos
Gracias, bonica. Un beso enorme para tí
No sabemos si la magia existe por sí misma o son enamorados como los de tu relato los que la orginan con sus deseos. En cualquier caso suerte para tus amantes. Saludos!
Hola Manuel, pues sería estupendo pensar en las existencia de ambas. Muchísimas gracias, saludoss
Paqui, qué magia destila tu relato, pero ese deseo es de lo más incierto ¿verdad? Chulísima la elipsis que deja al lector ante ese inesperado final abierto. Grande Paqui. Suerte mil compañera.
Gracias, amiga. Yo también te deseo mucha suerte. Es una maravilla poder leerte y estar aquí contigo. Besos miles, compi