ENE145. UNA NOCHE MUY LARGA, de Ángeles Mora
Cuando despertó, el dinosaurio todavía seguía allí. Impasible, inmóvil ante los acontecimientos que le rodeaban, como si durmiera en la certeza de que nada de aquella vida podía mellar su tranquilidad.
Eloy despertó al dolor de cabeza y miró extrañado aquella mole, sin estar muy seguro de quién de los dos había equivocado el lugar donde dormir.
Porque el dinosaurio dormía ¿verdad?… ajeno al niño que le amenazaba con su pala de plástico o a los turistas que le ofrecían monedas como tributo de agradecimiento a la decoración de aquella playa.
Eloy lo miró con desconfianza y vomitó los excesos de la noche anterior sobre la arena.
—Si a ti no te importa todo este bullicio, yo podré soportarlo.
Cerró los ojos y volvió a dormirse. La playa era lo suficientemente grande para los dos.
Que buena idea tuviste de tomar como inicio de tu relato la frase inspiradora del mes.Me gustó. Mucha suerte.
Buena aportación al original. Ya tenemos pistas de donde dormían y porqué. Hay compañeros de farras bestiales. Me gustó especialmente ese final tan generoso y amplio.
Suerte 🙂
¿Es porqué o por qué?
No soy Mourinho 🙂
Es por qué, Antonia. Ángeles, interesante desarrollo de la frase de Monterroso. La verdad es que me ha gustado mucho esa figura de arena.
Un abrazo.
Muy bueno y original. Suerte
Muy bueno. Original, neto y redondo. ¿Había ganas, eh, Angie?
ganas hay siempre, Ricardo, ahora había llegado la oportunidad XDDD