ENE158. DULCES SUEÑOS, de Érika González Leandro
Cuando despertó notó que el sueño no le había sido suficiente y para colmo hoy tenía su asignatura más odiada a primera hora, lengua. Cada mes les obligaban a leer un libro, luego tenían que exponerlo y demostrar que se lo habían leído inventándose un personaje que pegara con la historia. Pero desde que vivía en esa casa, hacía ya un mes, sus tareas no las llevaba al día pues le costaba muchísimo conciliar el sueño, y aunque lo había probado todo, aún no se acostumbraba a los dichosos gritos. Ni leche, ni dejarle la luz encendida, ni cantarle una nana, nada lo hacía callar.
Ya en el colegio, su profesora les dijo que para descansar bien por las noches lo mejor era leer un cuento. Sin duda un buen consejo que probaría ese mismo día. Cayó la noche y a regañadientes abrió uno de sus viejos libros “Había una vez en un pueblo muy muy lejano…” De repente los gritos dieron paso a dulces ronquidos, por fin el monstruo que habitaba debajo de su cama lo dejaría dormir y le enseñaría casi sin darse cuenta a amar a los libros.
El abrir un libro es como una puerta a los sueños,a la ilusión, el monstruo aprovecho para volver a su historia.
Precioso.
Un abrazo y suerte
¡Qué bueno dormir al monstruo!
Un abrazo, mucha suerte.
Muchas gracias, disfruté mucho escribiéndolo y ahora también leyendo vuestros comentarios. Suerte a todos,:)