ENE160. Y ENTONCES NADA FUE IGUAL, de Carmen Aguado
Cuando despertó él estaba allí, la noche anterior había sido una pesadilla y él no había muerto, seguía a su lado, roncando como siempre, con un hilo de baba que le caía por la barbilla. Esa sensación que después de 40 años de casados había llegado a odiar, pero que ahora, después del sueño era como si hubiera echado de menos. Ella sonríe, no podía hacer otra cosa. Va a por su bata que está al pie de la cama y se levanta apoyando ambos pies en las zapatillas que él la había regalado en su último aniversario. Se queda mirándole perpleja durante un rato, él abre los ojos y sonríe diciendo “buenos días”, pero enseguida se vuelve a quedar dormido, ella se agacha para darle un beso, le toca la frente con los labios que tantas veces ha besado y está helado… Entonces despierta entre chillidos secos que oyen hasta en la mismísima luna y se encuentra allí, sola, con el hueco que su marido ha dejado en la cama sólo una noche atrás, bañada en lágrimas y evocando el recuerdo que la va a hacer llorar todos los días de su vida.
Muy real en todos los sentidos. Suerte.
Besicos muchos.
Conmovedor hasta decir basta. Abrazos.
Muchas gracias!! soy nueva en esto y agradezco los comentarios 🙂