ENE38. SE VENDE, de Susana Revuelta
Al salir no podía evitar mirar de reojo la puerta de su apartamento: dieciocho metros cuadrados de dulce hogar, no pedía nada más.
Cada mañana se despertaba cuando aún no había amanecido y acudía puntual a su trabajo: media jornada retribuida en el almacén donde dedicaba unas diez horas diarias, pero él se sentía afortunado. Mientras tanto, hordas de posibles compradores irrumpían en el piso revolviéndolo todo, arrasando sin compasión, pero tampoco le importaba. Por las noches comía algo caliente por ahí y a su vuelta limpiaba el desastre, leía algún catálogo y se echaba a dormir.
El vigilante nocturno de la mueblería sueca hacía la vista gorda cuando, en su ronda, el pobre infeliz se escondía debajo de la cama.
Hola Susana,
Bonito relato aunque triste historia. Me ha gustado.
Saludos, Blanca
Triste y me temo que posible, Blanca, ¿no crees?
Un beso
Susana, valla situación. Lo mejor de todo el optimismo con que la vivia. Suerte y saludos.
Valla valla con la valla. No sé si optimismo o resignación.
Un abrazo.
Pobre hombre, qué vida leyendo catálogos de Ikea.
Pues es lo mejor de ikea, los catálogos. De la tienda paso.
Un abrazo.
Tal como están las cosas, no sería raro que cualquier día nos encontremos un artículo de prensa igual a tu relato. La realidad suele superar a la ficción. Un abrazo.
Hay gente que está peor que este, esa es la realidad.
Un abrazo.
me ha gustado Susana, como vas desgranando la historia hasta que desvelas el aclaratorio final. Suerte.Nuria
Siempre inténtolo, aunque no sé si me queda como yo quiero.
Un abrazo.
Susana, como nos engañas con el título; parece que el pobre infeliz vende su apartamento, cuando en realidad lo que se vende son los muebles de Ikea donde pernocta.Desolador.
Un abrazo, Susana.
Sí, y en este almacénn tienen un miniapartemento super completo y super reducido. En esa imagen me inspiré.
Un abrazo.
Susana, ¡ y sigues superándote!!! Qué pasada.
Aurora Royo, con seguir creando «royos» me siento feliz. Es lo que más me gusta.
Un abrazo.
Casualmente hace unos días, en la solitaria planta 8 del Corte Inglés (hogar) pensé en algo así, que hay podría dormir alguien escondido…
¿A que sí, Miguel Ángel? Lo ponen todo tan bonito… Pero no nos dejemos engañar, es todo artimañas y ya.
Un abrazo.
Por cierto, no me pongas …hay podría dormir… Es: ahí podría. Lo otro para un chat o twit, no para aquí, eh, guapo,
Un abrazo.
La primera y única vez que estuve en ikea me prometí no volver, y hasta ahora he cumplido. Me parece un espanto ese macrolocal, prefiero mirar el catálogo, ese sí que es bonito.
Me impresionó el apartamentito tan mínimo y agobiante, y de ahí el cuento. Y luego lo de la solidaridad, eso es lo que más me gusta del micro.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
Un abrazo.
Creo que en Ikea podrían vivir varias familias… muy actual, además. Suerte, Susana
Y a pleno confort, porque luego hay menus muy baratos en la cafetería. Leí en algún correo que por pocos euros comía toda la familia albóndigas, patatas, refrescos y café, y podían repetir a tutiplen sin recargo. Creo que hay gente que va a diario a comer, sin pasar por la tienda.
La realidad supera con mucho a la ficción.
Un abrazo.
Pues para más de uno ésta sería una realidad salvadora para dormir bajo techo. Singular relato.
Recibe mis saludos
Anna J R
Tristemente sí, A., pero en plan sintecho, o sea, ocho horas de disfrute y el resto en la calle. Ideal para nadie, aunque todos nos podamos adaptar.
Un abrazo
Bravo por el vigilante. Posilemente se preguntaba si era un maniquí o parte del decorado. No supo responder y se quedó con la duda de ¿YKEHA CEMOS con él?
Me ha entrado el hambre y me voy a comer una KNÄCKEBRÖD RAG, paquete negro.
Besos Susa.
Que te aproveche, no sé qué vas a comer pero salud
Son unas galletas de puro salvado, made in Sweden, que venden en IKEA. Es curioso, los cántabros teneis que ir a Trápaga (Vizcaya) a IKEA y los vascos tienen que ir a Cantabria a MERCADONA. Podríais hacer un acuerdo para ahorrar gasolina.
Besos.
Dondesté un buen rosco de regma…. Salud, amigo, y buen año. Por aquí seguro.
Un abrazo.
Jesús, KNÄCKEBRÖD esta galleta te pilla a cierta hora y seguro que entra como qué.
Un abrazo.
Me ha gustado mucho, Susana. El protagonista, entre patético y enternecedor.Un abrazo.
Sí, Luisa, aunque actualmente hay mucho patetismo presente en tantas escenas cotidianas. Lo importante es conservar un mínimo de dignidad en nuestros actos y pienso que a este hombre algo le queda.
Un abrazo.
Lástima de final aclaratorio: reflejo de una realidad dolorosa.
Perfectamente ideado y conducido. Un relato que transmite tristeza y al tiempo solidaridad.
Un beso, Susana.
Me gusta tu propuesta para el nuevo año.
Gracias, Petra. Es un hablar (sin mencionar) de la realidad. Este tema me desquicia, así que borro mis protestas y paro aquí. Mismo.
Un abrazo
Una realidad que nos acosa día a día y que lo que nos muestras, podría pasar en cualquier momento. Me ha gustado mucho tu relato Susana, aunque el dolor cale hondo.
Suerte.
Besicos muchos.
A veces el dolor se diluye y en este caso mucho. Al menos el protagonista no tenía una familia a la que mantener. El sufrimiento para él solo, me recuerda a uno que encontraron muerto después de 15 años y nadie se dio cuenta hasta unas filtraciones en el piso de la vecina de abajo, otro día te cuento.
Un abrazo
Susana, abarcas un problema muy actual, la discrepancia entre la exorbitante oferta de productos, especialmente de las firmas extranjeras, y el escaso poder de compra de los hombres, la pobreza que se acentúa cada día. Además de esto, a mí me gustan los muebles viejos, que tienen personalidad, que se transmiten en familia y que tienen su propia historia. En cuanto a Ikea, en Bucarest existe desde unos 10 años un gran almacen, muchos de mis amigos compraron para sus casas muebles de aquí, que me gustan, pero yo no he visitado ya esta Ikea y no me decido cambiar mi viejo escritorio que creo que tienen unos 100 años.
Un abrazo.
Nicoleta!!! No desvaríes con lo de tu viejo escritorio. Pero si al final decides cambiarlo, avísame que me llevo el viejo.
Un abrazo.
Agradezco todos vuestros comentarios, de verdad. Desde luego no me parece ningún disparate que alguien decida vivir así. Supongo que habréis oído hablar de las «camas calientes». Son pisos compartidos, doce horas una familia y doce horas otra. Pero esto de gratis.
Un abrazo a todos.
Un relato triste. Me ha gustado la solidaridad del vigilante.
Besos, y suerte.
A mí también, Inés. Y espero que así siga siendo en mi vida real.
Un abrazo
Sobre todo da que pensar, pues a ninguno nos extrañaría, como ya he leído en algún comentario, encontrarte en el periódico una noticia de similares características. Necesitado te veas, aunque yo en el Ikea siempre me pierdo. Enhorabuena y un abrazo. Mucha suerte Susana.
Pues yo me pierdo antes de coger la salida correcta de la autovía y ya llego con mala leche. Del ikea conservo este relato y unos lapiceros de mierda enanos, pero en el bolso están, de recuerdo. Como no pesan. Quizá un día sean útiles.
Un abrazo
Da que pensar,ya que no resultaría raro encontrarte con una noticia similar en algún periódico. Necesitado te veas. Yo en el Ikea siempre me pierdo. Enhorabuena por tu relato y mucha suerte Susana. Un abrazo.
Susana, una triste historia. Si todos los vigilantes fueran tan buenos como el de tu relato almenos algunas personas tendrían un techo donde cobijarse en estas frías noches de invierno.
Saludos y mucha suerte
José Ängel, siempre agradezco tus comentarios tan considerados. Cuando te apetezca hacer una crítica más incisiva sobre mis textos, que sepas que será muy bienvenida.
Un abrazo.
Ha sido tristísimo, Susana pero me ha gustado tanto que para celebrarlo me he unido a tu blog a ver si leo algo alegre también.
¡Suerte!
Pues seas bienvenido, Ricardo, aunque me temo que alegres lo que se dice alegres habrá pocos y encima no son los mejores.
Un abrazo.
Buen micro Susana, te felicito. Da que pensar. Desde luego que espero que no veamos cosas así y que Carpanta siga siendo un personaje de tebeos. Suerte.
Saludos
Sí que da que pensar, por desgracia. Carpanta, vaya personaje más entrañable. Me acuerdo cuando iba a comer al restaurante y le cobraban según el peso que ganaba al salir, y claro, dejaba debajo de la mesa unas piedras que traía en los bolsillos. Y Carpanta también se llama el despacho donde compro las patatas fritas para llevar después de unas cerves…
Un abrazo.
Buen relato amiga.
Felicidades.
Abrazo.
Lines
Gracias, Ángeles.
Me has dejado con una sensación de tristeza, Susana. El hombrecillo es víctima del sistema: lee catálogos de Ikea y no tiene otro remedio que esconderse. No tiene vivienda propia y creo que a este paso nunca la tendrá. Sólo rezo para que cuando despierte, el vigilante no esté allí.
Un beso y mucha suerte para este mes de Enero.
Laura, es un relato que sin mencionar el desamparo creo que lo escenifica bien. He intentado evitar adjetivos para que fuese más crudo. Y si eso he logrado trasmitir, mejor que mejor.
Un abrazo
El título engaña estupendamente, pero resulta que al final encaja a la perfección. Título impoluto. El lenguaje está muy cuidado, sustantivos elegidos con esmero dándole fuerza a la historia. Narras un día cualquiera que resume una vida, triste malvivir del protagonista que sin embargo es feliz, y al final se entiende todo. Historia triste pero muy tierna, es muy bonito Susana, me ha gustado muchísimo.
Mel, eres muy amable. Yo cada vez que lo leo cambiaría alguna cosilla, alguna frase, me temo que esta duda la tendré siempre en cuanto a mis relatos. Por lo menos la idea quedó clara, aunque mejorable.
Un abrazo.
Te he contado alguna vez que colecciono frases?, no es tan aro, otros coleccionan sellos no se… en fín decía Shakeaspeare que a menudo intentando buscar la perfección, estropeamos lo que ya está bien. Pues eso…
Tu historia gana con cada línea. Al llegar a lo de la tienda sueca, y comprender de golpe la tragedia, la ficción y la realidad se dan la mano y hacen que todavía me guste más tu apuesta. Felicidades.
Que las historias nos rodean y solo hay que prestar atención y poner imaginación es una gran verdad. Encantada de que te haya gustado, Paloma.
Un abrazo.
Me has llevado a lo que pasa en algunas tiendas de chinos, también a los segadores durmiendo en la era. Mientras existan vigilantes como ese no hemos perdido la esperanza. Venga, suerte.
Eso espero y creo, que cada uno en su entorno puede hacer un poco más fácil la vida de los demás.
Un abrazo.
La ironía es una gran amiga de la verdad y un gran alivio para el dolor. Es muy bueno.
Me alegra que veas también eso en el cuento, 1984, me permites que te tutee, ¿no?
Un abrazo.
Que bonita historia, llena de humildad, compasión y la enseñanza de en cualquier situación se puede ser feliz, tal como lo hacen lo niños.Además fuiste ingeniosa.
Y que en cualquier situación puedes hacer un poquito más feliz al de al lado.
Un abrazo.
Me ha gustado mucho tu texto, no asi lo que cuenta, aunque no dejo de pensar que se acerca mucho a la realidad y encima debe dar gracias, tiene un techo. ¡Muy triste!
Suerte
Besitos
No es que quiera dar ideas, pero vete tú a saber cómo reacciona la gente ante la falta de casas y el excedente de camas en algunos almacenes…
Un abrazo, Elysa.