ENE61. ¡DECIDÍ SER FELIZ!, de Christine-kistila Cleret de Langavant
En 1963 pasé la nochebuena peor de mi vida… sabia que mi marido iba a cenar adonde sus padres pero eran las doce y seguía sin venir… desde mi cuarto del hospital podía oír el jolgorio en las otras habitaciones…
Con dificultades por los puntos conseguí sacar de la cunita mi primera hija recién nacida. Con ella en mi regazo, llorando, canturree todos los villancicos que cantábamos por las calles nevadas de nuestro barrio parisino al ir y volver de la misa del gallo y recordé con añoranza como, después de la misa, mi abuela abría el biombo que cerraba el bajo de la escalera adonde ella tenia su cama: encima, y colgados del revés de los peldaños, estaban los regalos hechos por ella misma…
El día 26 volví a nuestra casita campestre y cuando enseñe mi hija a la damisela de la veleta de hojalata (ver cuento anterior), con la impresión de haberme por fin despertado, musité esta frase de Prevert:
“¿Y si tratábamos de ser felices? No seria mas que para dar ejemplo”
Y siguiendo un consejo de Voltaire:
“Decidí ser feliz, es mejor para la salud”
La conclusión final es indiscutible, a pesar de los pesares…Me gusta la sensibilidad de tu relato.
Recibe mis saludos
Anna J R
Muy dulce y bien llevado Kistila, me ha encantado la ternura de tu cunita, los villancicos, he visto las calles y hasta la noche parisina. Tienes mucha sensibilidad para mostrar los sentimientos y siempre es un placer leer tus historias, porque sean las que sean, detrás siempre estás tú y tu especial mirada.
Un beso.
De acuerdo con Voltaire y con tu personaje, Kistila. Aveces, ser feliz es una opción. Tu relato es muy tierno, parece una escena de una película, muy interesante por los detalles del fondo parisino. Creo que es autobiográfico, lo que aumenta su valor.
Un abrazo.
Siento repetir lo que comentan arriba, pero es que tu sensibilidad le da al relato un algo muy especial. Dices sin decir, cuentas algo muy triste sin siquiera explicarlo. Y la decisión final de ser feliz a pesar de todo, le pone el broche perfecto. Me ha gustado mucho la ambientación y el ritmo. Lo he sentido como algo mío. Mucha suerte. Un beso.
Christine, reflejas una cierta melancolía y añoranza; pero como eres una persona positiva e ilustrada te quedas con los consejos de Prevert( «para dar ejemplo») y Voltaire (su sarcasmo).
Un abrazo y que tengas un feliz 2013.
Bien. «V»
Resolución en positivo, y es que estamos rodeados de buenos momentos, respirar, beber cuando se tiene sed, un café, etc, que por habituales, no los valoramos y por ello sorprende lo inconveniente.
Lines
Bueno, Ángeles, respirar no es que sea bueno, es que es imprescindible y yo diría que bastante habitual. En todo lo demás, también de acuerdo.
Yo añadiría, compartir escritos y lecturas aquí..
Abrazo.
gracias a todas por su indulgencia…
sí es autobiográfico… y si no mande relato en diciembre es por tener demasiada añoranza de mis navidades parisinas… y me parece que habría parecido muy edulcorado contarlo…
quise a toda costa que mis hijos, (pero también los de mi cuñada y los de nuestro obrero), vivan unas navidades tan risueñas y ilusionadas como las que viví (apunto sin que nos hayan dado en creer en papa noël o reyes), apañándome siempre con lo que había al alcance de la mano, como lo hacia mi abuela, porque la alegría no es cuestión de «pasta»…
quise también a toda costa que, mismo si me sentía algo «truncada», que nuestro matrimonio no se disuelva como… como el de mi madre, como el de mi abuela…
cada hijo vive diferentemente la falta del padre… para mi madre ha sido un alivio que se marche su padre no así para algunos de sus 4 hermanos…
para mi ha sido muy duro… no así para mi hermana…
decidí seguir y no me arrepiento… ¡pero algunos de mis 5 hijos me han echado en cara que habría debido hacerlo!… como cual es realmente difícil de acertar…
ahora todo va bien… ahora son los nietos… ahora soy¡feliz!…
cuando mi madre se marcho con nosotras dos, se ha ido a la casa de su madre… era una casita enana de suburbio parisino…
en esta casita mi abuela vivió con sus 5 hijos cuando su marido la abandono, arriba había 3 habitaciones: una de ella, otra de los dos chicos y otra de las tres chicas… cuando llego mi madre, con nosotras dos, quedaba todavía el hermano pequeño de mi madre, así que mi abuela nos dejo las otras dos habitaciones y dormía ella en el sofá (que estaba debajo de la escalera que subía a las habitaciones) de la gran sala-comedor…
me gusta esta idea tuya de que mi hija y yo eramos algo así como ¡»regalos esperando en la cama del hospital»!
pues sí: fue una pasión mutua entre mi marido y yo… pero era él «muy español»…
Hola, Kistila. Me ha parecido un relato precioso, lo que más, esa abuela que dormía bajo la escalera. El que sea autobiográfico lo hace aún más bonito.
Un abrazo.
en 1956 mi madre compro un piso en las afueras de parís que tardo por cierto 30 años en pagar…
pero unos meses después de nuestra mudanza una de las hermanas de mi madre se quedo viuda con tres hijos y… ¡y mi abuela les recogió!!…
por consiguiente siguió con su cama debajo la escalera…
mi abuela era todo un fenómeno:
quería que la sigan llamando «señora condesa», como antes de que la abandone mi abuelo, y quería que nosotros, sus nietos, la llamemos «madame grand-mère» (señora abuela)…
pero a pesar de su aparente altanería era la persona mas bondadosa que se pueda uno imaginar… y en imaginación no la ganaba nadie…
Esa abuela altanera, que duerme bajo la escalera, nos despierta la emoción y merece una ovación.
Da para mucho tu vida, cuéntanosla con medida y no vuelvas nunca más a faltar en Navidad.
Perdona estos ripios tan bobos, pero el sentimiento es sincero.
Tienes muchas cosas para contar y eres muy generosa y auténtica. No dejes de escribir, que es un placer conocerte.
Un besazo.
gracias Antonia… me sonrojo por explayarme tan fácilmente sobre mi vida propia…
pero a veces, muchas veces, el poder contar «lo nuestro» ayuda a seguir para adelante… a seguir «empeñándose» en ser feliz…
voy a contar otra cosita de mi abuela:
ella detestaba hacer la limpieza pero no la quedaba otro remedio, (en otros tiempos tenia servicio domestico) así que tenia sus canciones preferidas para «se donner du coeur au ventre»: darse valor…
cantaba por ejemplo, marcando el ritmo con un «chin-chin», pasando la bayeta del polvo sobre una mesa, sobre el balaustre de la escalera, cargando el carbón para la estufa, fregando cacharros etc:
«je suis la bonne du curé…» (soy la chacha del cura…) o «madame la marquise, ce n’est rien, une betise…» (señora marquesa, no es nada, una tonteria…) o «je lave les verres au fond du café, j’ai bien trop à faire pour pouvoir rèvé…» (lavo los vasos al fondo del bar, tengo demasiado que hacer para poder soñar…)
¡ay que pena, no tengo tanta memoria como Ana U…!
Lo dicho, un personaje encantador y musical, y como que me parezco a tu abuela en lo de no gustarme lo de las faenas ¿a alguien le gusta? y cantar. Servicio doméstico no, claro.
Expectante estaré esperando la continuación de la saga «marquesiana».
Un beso.
p.d. Ana no tiene memoria, se lo inventa todo 😛
Beso, Ana.
gracias Antonia:
actualmente «tengo demasiado que hacer para poder soñar»…
tampoco para pasar por aquí a leer todos estos textos que tan bien me «cambian las ideas»…
un poco tristonas actualmente: el estado de salud de mi madre…
ana u: ¡¡eres una maravilla de mujer!!… eres…
una «fuente» pizpireta que canturrea y se explaya con facilidad…
no solamente no se debe uno aburrir contigo pero ademas se debe uno emocionar al oírte porque «adivinas» a menudo el verdadero sentido de las imágenes…
Kistila, imagino que para una madre no debe de haber momento mas dulce que acunar a su hijo reciente nacido. Como te dicen por ahí arriba lo narras con mucha sensibilidad.
Me ha gustado tu relato y espero que tus circunstancias mejoren y cumplas tu propósito de ser feliz.
Suerte
Totalmente de acuerdo, ser feliz es mejor para la salud. Muy emotivo tu relato y aún más los comentarios. Me alegra poder leerlos.
Suerte
Besitos
gracias josé ángel y elysa…
ser madre me cambio la vida y, por y para ellos, me empeñe en luchar por la felicidad… no es siempre fácil es cierto pero… vale la pena intentarlo…