ENTCONCURSO «CIUDAD MÍNIMA»
BASES de PARTICIPACIÓN
El concurso está abierto a autoras/es de cualquier país participante en el Festival Ciudad Mínima.
El relato tendrá una dimensión máxima de 140 caracteres, incluido espacios, signos de puntuación y título si lo tuviera.
El relato será presentado y publicado por el participante en el espacio para los “comentarios” (sin añadidos ni más información) del que dispone este post en el que se encuentran las presentes Bases.
El tema del relato será: CIUDADES IMAGINARIAS
No hay número límite de relatos por autor.
El plazo máximo para publicar el relato será el día 15 de octubre a las 11:55 pm. Se tomará como referencia temporal la hora que señale el sistema de comentarios del blog, que se corresponde con el horario oficial peninsular español.
El jurado está formado por
Adelaida Jaramillo, Directora de “Palabra.lab” y y del Festival Ciudades Mínimas
Modes Lobato Marcos, ganador de ENTC 2013 y aficionado a la twitteratura
Y Juan Morán, responsable del Blog-Concurso «Esta noche te cuento» (ENTC)
El relato ganador del concurso recibirá como premio por correo
1 ejemplar de “Las Ciudades Invisibles”, de Italo Calvino
1 ejemplar del recopilatorio 2013 de ENTC “40 Plumas y pico”
ESTE POST NO ADMITIRÁ COMENTARIOS… SOLO MOSTRARÁ LOS RELATOS PARTICIPANTES
Bajo la mirada y veo sus calles, sus casas, sus gentes. Te veo a ti caminar feliz cogida de su brazo. Veo mi pie y ejerzo mi poder omnímodo.
ATERRIZAJE FORZOSO
Sobrevolaba una ciudad maravillosa con casas de cristal. Los gritos de sus padres la hicieron volver a su cuarto revuelto.
EN CIUDAD LEAL
Era el mejor. Nadie mentía como él. Pero un día se equivocó y cumplió una promesa electoral. Abochornado, dimitió.
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No hay duda. Los gorriones han huído de la ciudad.
Quizá vuelvan si nos deshacemos de los bichos.
Miro a los dragones con rabia.
Hoy ha metido una ciudad mediterránea, una aurora boreal y dos mudas limpias. Cada vez se le da mejor hacer el petate para su marido preso.
Intentó tejerse una ciudad a medida, pero le salió pequeña. Por suerte, en el costurero aún le quedan muchos ovillos de soledad.
El trazado perfecto de calles, plazas y los hogares suntuosos.
Aquella ciudad debía ser la elegida por los dioses, a juzgar por sus ruinas.
Una ciudad con palmeras frondosas, agua. Sabe de los espejismos pero esta vez está segura. Se apresura. El precipicio la ayuda a llegar.
Uno a uno todos los que en esa ciudad habían habitado y disfrutado, se fueron marchando. Ahora ella se mostraba vacía, triste y anciana,
La ciudad se sumergió en una niebla fantasmal que me empujó a caer en las entrañas de su infinitud.
Una linea imaginaria separaba las dos ciudades. En una, tu cuerpo, tu mirada, tu lujuria. En la otra la risa infantil y el plato de sopa.
El día en que el arco iris adornaba el cielo. La ciudad sufría sofocos, risas, llantos, frescura, frigidez, melancolía y aflicción.
MEDIDAS DE PROTECCIÓN
Una muralla hasta el cielo impedía acceder a la ciudad. Para salir, había un pasadizo que comunicaba con el infierno.
En la pagoda, ante mí las ofrendas e incienso ardiente. El humo aromático endereza el espíritu; envuelve el caos de la ciudad inmensa.
Huida
Por primera vez en mucho tiempo la mujer de piel de chocolate durmió en paz, bajo el inmenso cielo de una ciudad sin estrellas.
En Caducidad todos debían consumir su vida preferentemente antes de la fecha tatuada en su dorso al nacer.
Haiku
Ciudad dormida
prefiero no mirarte
cuando despiertas
Hoy no cae nieve, caen solo los añicos de la ciudad bombardeada
Excavando en las cenizas grises, mates, apareció la ciudad que un día brilló
Pocas veces la ciudad que habito coincide con la que hay en mi mente. Entonces vandalizo la ciudad imperfecta y vuelvo a soñar la impecable.
A veces tengo la certeza de que es la ciudad quien me sueña durante el día y en la noche me deja vivirla y disfrutarla como es en realidad.
En la pesadilla, miles se apiñaban en mis arterias, otros rompían muros, el ambiente era sofocante. De nuevo me imaginé megalópolis.
He soñado mundos, pero no hay nada comparable a la ciudad que habito a solas en la profundidad inmensa de mis deseos.
Bailamos por las calles, cantamos en las plazas y fuimos felices en los museos, antes de emigrar de aquella ciudad, hace veinte años.
El olvido no existía en esa ciudad. Las casas eran construidas de papel donde se registraban y leían historias de sus habitantes.
Bajo la tierra, los hombres de la Ciudad de Fuego construían una torre de Babel. El objetivo no era llegar al cielo, sino huir del infierno.
Arde Babilonia
Cimientos de cristal y mandíbula de titanio, y los arcos de tu espalda tentando el acaracolado mar, sobre tus restos.
Cargaba con una ciudad transparente sobre su cabeza y debía reconstruirla cada vez que la tormenta la disolvía.
Se lee en el cartel: Si usted está aquí es porque la ciudad mínima está llena, un solo habitante a la vez, favor de esperar su turno.
Soñé que tapaba el último bache, cerraba la última fuga, dialogaba con la última marcha en la ciudad. Ese día, el psiquiatra me dio de alta.
CIUDAD FUGADA
Los edificios huyen por sendas campestres. El asfalto vuelve a la tierra. El río deserta de su cauce. Ni los parques quedan.
Tocata y fuga
Abrió la caja de música y se metió. Ahí estaba a salvo. Él no era melómano.
Recorro tus sinuosas calles hasta llegar a los monolitos que retan a la gravedad, desciendo hasta la entrada. Tengo la llave; tú, mi ciudad.
Todos sus habitantes vivían en pequeñas celdillas, salían cuando algún recuerdo les rescataba del olvido.La memoria era su ciudad imaginaria.
Cuando te fuíste, soñé que la ciudad se inundaba. Los sobrevivientes, flotando en balsas improvisadas, me miran a la espera de tu regreso.
El día que el vendaval se llevó la nube que cubría la ciudad, los habitantes sucumbieron deslumbrados por el sol.
MONTERROSO
En esta augusta ciudad mora el único ejemplar de dinosaurio vivo del mundo.
El amante de la naturaleza imaginó árboles al mirar los rascacielos, gacelas en lugar de coches, sólo así logró sobrevivir.
Pintó de verde el asfalto, de azul el cielo gris y, para iluminar la ciudad que deseaba, dibujó un círculo amarillo que copió de un viejo cuadro.
Solo los filósofos ciegos habitaban la ciudad negra. Lo esencial es invisible a los ojos.
Despierta y todo está inmóvil en la ciudad. Sube a casa y su familia está petrificada. Se tira por el balcón y el corcho amortigua la caída.
Destaca por sus edificios raquíticos a punto de caerse para volver a levantarse de un soplido. En el aire viajan de nuevo sus cimientos.
Sumergida bajo las aguas gélidas resiste el embate de los barcos que surcan su cielo. Escondida, en la oscuridad de las profundidades.
Aquella ciudad corriente quiso formar parte para siempre del recuerdo colectivo. Lo logró cuando fue destruida por un gran meteorito.
Cuando el ayuntamiento sustituyó vehículos por bicicletas eliminó las nubes negras, pero también la ficción literaria asociada a su niebla.
Aun sin dinero, le prometió un viaje muy provechoso. No puso en sus manos pasajes, sino un volumen del estante, antes de decir: “Macondo”.
Dedicó su vida entera a buscar a su otro yo. Al final de sus días comprendió que siempre estuvo en su interior, en una ciudad paralela.
Recorrió treinta estados, uno a uno, en todos halló una ciudad, Springfield, pero en ninguna a la familia amarilla más famosa del mundo.
El tren a velocidad moderada, los árboles en su sitio. Los transeúntes se saludaban. Apagó la maqueta y se fue a dormir satisfecho.