10. Entre tiempos (Manoli VF)
Cada vez que mudo mi piel me da por descalzarme, sentarme al borde del acantilado y contar los dedos de los pies. Comienzo siempre por el dedo meñique del derecho: cuento los cinco dedos muy despacio, como si los viese por primera vez. Después sigo con el dedo gordo del izquierdo, hasta el meñique y desde él continúo de nuevo hasta el otro pie. Cuento cien dedos en diez minutos, estirando el tiempo y la piel. Esto no tendría más transcendencia que una anécdota, si no fuese porque soy una sirena y jamás he tenido pies.
Ja ja ja . Tu personaje va a tener más suerte que el mío aunque se caiga del acantilado. 😉 El final, GENIAL.
Solo cuando «muda la piel» se sienta a contar dedos, pero se le pasa enseguida, así que no hay caso aunque se caiga, jeje.
Muchas gracias, Edita, quién sabe si las sirenas sienten esos pies incubándose bajo la cola de escamas, en el mundo fantástico todo puede ser.
Un abrazo.
El deseo de ser lo que no se es puede conducir a espejismos, más aún, a visiones reiteradas y ordenadas, que llegan a lo obsesivo. Con tu simpático relato hemos aprendido que las sirenas son más bien seres solitarios, que tienen mucho tiempo libre y, al parecer, les gusta llenarlo con su propia vida interior, que se presume intensa.
Un relato divertido, que deja con una sonrisa.
Un abrazo y suerte, Manoli
Seres solitarios que a veces sueñan con tener pies, de igual modo que se sueña con tener alas o cola de pez como ellas. Se pueden contar dedos o pájaros, que viene a ser lo mismo, jaja, solo hay que saber «mudar de piel» aunque sea un rato, tú sabes mucho de esto también 😉
Muchas gracias, Ángel. Abrazo grande.
Hola, Manoli. En la primera escena de tu relato vemos al personaje ensimismado en su propio mundo y en ese contar estirando el tiempo hay una paz inmensa. La sorpresa la has reservado para el final. La solitaria sirena sueña tener pies humanos.
Un relato de hermosos sueños fantásticos. Suerte y besos.
Me gusta que hayas visto esa paz, en la que me detengo. Hay algo hipnótico en estas escenas en las que contar es una forma de concentrarse. La sorpresa, efectivamente, viene cuando lo que se cuenta solo existe en la imaginación.
Muchas gracias por tus acertadas palabras, Carmen.
Un abrazo grande 😉
Hola, Manoli. Ese «entre tiempos» que le has puesto de título a tu relato ya me suena muy atractivo y lo que sigue, revestido de una cierto «aire mundano» (me parece a mí), también me resulta muy sugerente. Y que levante la mano el que no haya seguido con su mente el recorrido por cada uno de los dedos de la «pobre» sirena. Realmente parece encontrase como un pez fuera del agua. me ha gustado. Un abrazo y suerte.
Tu atenta lectura, Jesús, te ha permitido ir (en ese recorrido de dedos) de lo común (mundano, sí) a lo extraordinario y ficticio. Y eso es, precisamente, lo que pretendía en este texto: narrar o más bien esbozar -dentro de mis posibilidades- lo que sucede entre tiempo y tiempo.
Sé que me he explicado peor que mal, pero creo que me entiendes.
Muchas gracias 🙂
Un abrazo.
Entre tiempos se pueden hacer muchas y muy buenas cosas, y tu sirena lo sabe: por eso ejercita su imaginación, frondosa ya de por sí.
Una escena tierna de un personaje tierno, que bucea en sí mismo.
Me gustó, MANOLI.
Cariños,
Mariángeles
Y a mí me ha gustado tu comentario, Mariángeles. Ciertamente, la imaginación entre tiempos puede llevarte lejos y es una forma de vivir tan apta como otra cualquiera o aún diría más: te permite jugar a varias vidas 😉
Un abrazo muy grande.
Esta sirena sueña con poder andar, parece. Y como para tal hazaña debe tener extremidades de humana, no duda en imaginar que las posee. Se lo pasa bomba contando dedos de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. Menos mal que, al final, ella misma reconoce su condición acuática de cintura para abajo y, por tanto, su limitación. Se conforma. La imaginación es libre. Los sueños no conocen límites. La vida real sí.
Me ha gustado mucho, Manoli. Yo también te doy mi enhorabuena.
Besitos, guapa.
Es una sirena que no tiene pies, pero que tiene imaginación y la aprovecha para volar con ella, eso sí, siempre consciente del punto en el que está, jajaja. Ese contar dedos deliberado es disfrutar del viaje también, y ahí está el quid del asunto.
Muchas gracias por tu atenta lectura y palabras, María José. Un abrazo.
Manoli, tu sirena, cada vez que muda la piel, mantiene la esperanza de que se cumpla su sueño, tener pies en lugar de una aleta.
Hermoso relato. Te deseo mucha suerte.
Besos apretados.
Así es, y me gusta que lo hayas visto, Pilar. Ese «mudar de piel» es básico para vivir otras vidas.
Muchas gracias, compañera. Un abrazo y feliz verano. 😉
Las sirenas que no dejan de sorprender como la tuya.
Felicitaciones y abrazos cálidos.
Las sirenas que quieren ser mujeres… 😉 Muchas gracias, María.
Un gran abrazo.