52. Envío especial
Santiago pasaba las mañanas trasteando en su garaje con los cachivaches que encontraba en la basura. Los empleaba para construir un traje espacial. Por la noche observaba dos estrellas, convencido de que una que parpadeaba se trataba de su padre, con ese tic en el ojo izquierdo que siempre lo acompañó, y la de al lado, cuyo suave balanceo lo hipnotizaba, de su madre sentada en la hamaca en la que se quedaba traspuesta antes de irse a la cama. Hasta percibía el olor a guiso y natillas que inundaba su casa cuando aún estaban en esta parte del universo. Mientras, repasaba planos y ecuaciones. Si sus cálculos iban por buen camino, pronto se reuniría con ellos. Cuando tuvo la certeza de que se acercaba el momento final, dejó de comer. Al tiempo que perdía peso, comenzó a levitar, cada día un poco más. La tarde en que descubrió la órbita para llegar a su destino, se liberó también por completo de la gravedad, se puso su atuendo recién terminado, salió al patio y se dejó llevar. Desde entonces viaja por la Vía Láctea dando bandazos, atado por una cuerda de perseidas de la que tiran un par de estrellas.
Perder a los padres, por muy ley de vida que sea, es un trago amargo que nunca digerimos del todo. Cualquier época resulta inoportuna para un momento que nunca se quiere que llegue, más si sucede de manera temprana, como parece que le ocurrió a tu protagonista. Algo tan duro como un suicidio, querer dejar de existir ante una ausencia doble, lo has convertido en una historia de amor, magia e ilusión, llena de poesía.
Un abrazo grande y suerte, Pablo
Amigo Ángel, como siempre, tus comentarios enriquecen nuestros escritos (ya te lo dice el amigo Enrique en su respuesta a tu comentario de su excelente relato y no puedo estar más de acuerdo con él). Tu lectura sabia y generosa siempre es un regalo para nosotros.
Muchísimas gracias por todo ello y por muchas cosas más.
P.D. Me apunto a las cañas con Enrique y contigo cuando se dé la ocasión. No me perdería ese momento y esa charla por nada del mundo.
Pabo esa imaginación tuya que se supera, me gusta este tierno relato aunque duro y prefiero creer que realmente ha levitado sin llegar a morir, es la magia que me atrae, y ¿por qué no? Suerte
Manuel, siempre pienso que una vez publicado, el relato pasa a ser del lector, así que en este relato no existe la muerte si tú así lo deseas, sino la magia de un reencuentro estelar gracias a la capacidad de levitar del protagonista.
Además te diré que esa era mi idea, usar la libertad que nos da la ficción para crear ese reencuentro de forma serena y mágica.
Muchísimas gracias por tus palabras, amigo mío. Me gusta muchísimo tu forma de leer e interpretar mis relatos.
Un fuerte abrazo.
Tierno y dramático a partes iguales, tu relato transita por la senda de la no asunción de la pérdida y de la búsqueda de soluciones para revertir el problema. Un placer leerlo, Pablo, mucha suerte para ese protagonista que se fue levitando a reunirse con los suyos.
Un abrazo.
Muchísimas gracias por pasarte por aquí, Paloma. Un placer es leer siempre tus comentarios, perfectamente ubicados, 😉.
Si tú se la deseas, mi protagonista tendrá mucha suerte, estoy seguro.
Besazo. 😘
Un precioso relato lleno de amor, imaginación y esperanza en el futuro (aunque esto también puede resultar un poco paradójico). Por otra parte, me hubiera gustado mucho saber cómo era ese atuendo espacial.
Nos leemos
Hola, Isabel. Me alegra leerte por aquí y me gusta mucho el comentario que me dejas. En cuanto al atuendo, elige tú misma cómo te gustaría que fuese. Yo lo imagino con un color plateado y brillante que, a medida que se eleva, se va impregnado de polvo de estrellas.
Un besote. 😘
Tal vez la magnitud de la nostalgia vaya en proporción con la de nuestro amor por lo que perdimos. En el caso de tu personaje, el dolor por la ausencia de sus padres cobra tal dimensión que busca el camino más rápido para unirse a ellos, y coincido con el resto de compañeros en que hay mucha belleza en las imágenes que creas al contarlo. Leyendo el relato se me ha ocurrido que, en él, sky y heaven podrían sumar su significado para designar el medio por el que acaba vagando el protagonista. Enhorabuena y suerte con este envío tan especial, Paul.
Muchas gracias, Henry. Atinado el apunte de Sky y Heaven, hubieran sido ambas palabras una buena opción de títulos del relato. La ausencia de seres queridos inunda al que se queda de múltiples sentimientos, y sobre todo de nostalgia contra la que se intenta a veces luchar sin éxito. Tal vez el arma más poderosa ante el vacío que nos deja la marcha de seres queridos es el puñado de buenos recuerdos que hace que sonriamos al acordarnos de algunas anécdotas imborrables que nos dejaron. A mí me pasa y es terapéutico. Ahora que estoy en la playa hablo con mis familiares de cosas que hacían mis padres y nos reímos con ganas, pues tenían unas ocurrencias muy divertidas. Mientras los recordemos, siempre estarán vivos.
Bueno, me he puesto algo sentimental. Recibe un fuerte abrazo, Henry, y dale recuerdos a tu ladrón, al que le deseo la mejor de las suertes y que esas sirenas sean de los bomberos que vana rescatar a algún gato que no quiere bajar de un árbol.
Nos leemos pronto.