05. Epifanía (María José Viz)
Desvelado, se levanta y va al salón. Allí, contempla una vez más el árbol iluminado. En uno de esos recipientes redondos rodeados de espumillón ve a una anciana, parecida a su abuela, sentada en una silla; en otro, dos niños cogidos de la mano, idénticos a Pablito y Pedro; más allá, una chica rubia como la Barbie de Julia, su hermana… Ha contado hasta doce bolas llenas de personas que cree conocer. Seguramente todo les parecerá una locura a sus padres y a Julia, cuando se lo cuente por la mañana. Pero fue justo en el momento en que todos esos pequeños seres comenzaron a hablar cuando ya no albergó ninguna duda. Le tomarían por un chiflado y, lo peor, se quedaría sin regalos. Y sin roscón.
Hola, María José. Me enternece tu historia. Aunque no sabemos a que se deben esas ensoñaciones , si lo son, del chaval, consigues que nos pongamos en su lugar cuando piensa en las consecuencias «negativas» que le puede producir el contarlo. Esperemos que esas maravillas de las que ha sido testigo se las guarde para sí y que a ese seres no se les ocurra hablar, en presencia de los otros, por la mañana. Cómo va a quedarse sin regalos y sin roscón nuestro amigo. Me parece muy imaginativo y muy bien escrito tu relato, María José. Y el título, perfecto. Besos y suerte.
Muchas gracias, Jesús. En realidad, mi relato es como un cuento navideño, con protagonista infantil, aunque he pretendido ir un poco mas lejos: inundarlo con la imaginación y la magia que no debe faltar a nadie, ya sea pequeño o mayor.
Besos y suerte para ti también.
Hola, María José.
Nos regalas un texto breve (ya me gustaría a mí), lo que es de agradecer, pero no nos engañemos, un texto enjundioso y lleno de ambición en sus alcances. So capa de un título perfecto para las fechas que se avecinan, y como figura retórica, literaria, que la epifanía es, tenemos a este niño ante su realidad presuntamente visionaria, que como todo surrealismo suele acabar mal rematadamente. Pero quién es capaz de juzgar lo que ve otro. si lo ha visto existía. Y sí se lo guarda para sí, va a sentirse mal, como una especie de loco, y si lo cuenta lo van a tener por eso mismo y no recibirá regalos, mala cosa, ni roscón, ahí poco pierde porque como no le suelen poner agua de azahar, los roscones de reyes no saben a nada. El hermético mundo de la infancia, ese paisaje vital tantas veces horrendo e insufrible, sitiado por la incomprensión. Tener visiones es encantador, de niños o de más talluditos. Ya las quisiera yo para mí, y para todos en general. Suelen ser producto de la excitación por una sobrealegría, por un exceso de ella. A mí la Navidad me emociona poco, qué pena, pero a tu niño… Y ahí están los «otros» para desmochar esa alegría tan descomunal que no cabe en ningún sitio, y menos en las mentes digamos normales, para finiquitarla guirnalda a guirnalda, luz a luz, brillo por brillo. Conque ya me dirás… El relato está muy bien escrito, pero eso en ti ya no es novedad, como tu capacidad fabulativa. Mi más muy enhorabuena, y caigo rendido a tus pies por tu fabulosa condición humana. A ti, cuanto más se te trata, menos te acuerdas de tu perro. Eres genial en todos los sentidos. Muy guapa. Un beso con rumbo al este, que aterrice cariñoso en tu mejilla.
Muchas gracias por tus cariñosas palabras, querido Eduardo. Sobre la Navidad, aunque parezca lo contrario por el relato, te diré que tampoco me gusta demasiado. Sin embargo, el tratar con niños como lo hago yo, por mi trabajo, me ha hecho «reconciliarme» un poco con ese espíritu navideño. Son ellos, los pequeños, los que lo viven con tanta intensidad que se contagia a los mayores (o debiera hacerlo). Imaginación, magia, ensoñación… forman parte de la vida de todos, en mayor o menor medida, y se deben rastrear, allí donde se puedan encontrar, y adoptarlas, apropiarse de ellas. Muchas veces hay decepciones y desagrado a nuestro alrededor, por eso debemos agarrarnos a la fantasía, no ya para evadirnos, sino por todo lo contrario, para hallarnos a nosotros mismos y disfrutar. Jaja, me he puesto filosófica. Disculpa.
Un abrazo muy fuerte (y gracias por el piropo, zalameroooo)
Las personas que rodean a este pequeño convertidas en seres mágicos, protagonistas de escenas que recordará siempre y que, por el desarrollo de la existencia y el implacable paso del tiempo, habrán de terminarse. Momentos contenidos en unas bolas, que ese niño, especialmente sensitivo, quisiera que no terminasen nunca. Las Noches de Reyes, en las que todo parece posible, tienen un encanto especial, que se va perdiendo a medida que pasan los años.
Original, entrañable y bien escrito.
Un abrazo grande, María José
Muchas gracias, Ángel. Como le decía a Eduardo, los niños son los que mejor captan ese espíritu mágico de la Navidad y yo les envidio por eso. Las circunstancias vitales de la mayoría de adultos hacen que se vaya perdiendo la inocencia e imaginación. Tenemos que tratar de no perderla del todo, simplemente.
Otro abrazo muy fuerte para ti.
Noche de Reyes, la noche mágica por excelencia… sobre todo para los niños (bendita fortuna la suya).
Relato que invita a los lectores adultos a rescatar esa mirada infantil, esa mirada que redefine los contornos de la realidad mediante «las maravillosas y mágicas lentes de la imaginación».
Te deseo lo mejor con esta original propuesta, María José.
Por lo que compartimos (el cariño que sentimos ambas por Eduardo), me tomo la libertad de despedirme de ti con un beso enorme.
Hola, Nuria, realmente pretendía eso que tú mencionas: «invitar a los lectores adultos a rescatar esa mirada infantil». Lo has expresado muy bien.
Agradezco tu cariño y yo te envío, también, un beso aún más enorme.
María José, cuánta ternura en esos deseos y ensoñaciones, y cuanta niñez. Bonita y bien escrita tu historia. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda. Me alegro mucho de que te haga gustado esta historia de fantasía infantil. Besos y suerte para ti, también.
La imaginación, teñida de inocencia, se difumina con el tiempo, hay que intentar aferrarse a ella para no empezar a menguar el espíritu. Entrañable y tierno relato que nos devuelve a la magia de la niñez. Abrazos y suerte, María José.
Salvador, gracias por tu comentario, y por haberte dejado llevar por la sensibilidad infantil que todos poseemos, más o menos oculta.
Abrazos para ti y mucha suerte.
Excepcional y único eres tú, Juan, y es un placer siempre que me dejas tus palabras, cargadas de afecto e inteligencia.
Muchas gracias por valorar, como yo, al niño que vive en nuestro interior.
Un abrazo, J.
La inocencia de los niños convierte en mágica la noche de Reyes,ahora que nos toca ser «magos» nos enternece ver la sorpresa en sus ojos y nos regresa un poco a aquellos momentos inolvidables y llenos de expectación que también nosotros vivimos.Un saludo y mucha suerte.
Muchas gracias, tocaya, por tu comentario. Yo añadiría, a lo que dices, que la inocencia de los niños convierte en mágica cualquier situación de la vida, aunque, eso sí, la Navidad es especialmente atractiva para sus ensoñaciones.
Un fuerte abrazo.
La ilusión del día de Reyes y la falta de sueño seguramente son los culpables de esos milagros mágicos e inocentes. Y seguramente tú y él os comeréis el roscón juntos. 🙂
Jajaja, es probable que yo no me quede sin roscón… (me gusta bastante). Muchas gracias por dejar tu amable comentario, Edita.
Un abrazo.
Amiga María José. La vida comienza a hacerse cuesta arriba cuando dejamos de creer en ciertas cosas y, a pesar de todo, el mayor regalo de todos es la vida misma. Por fortuna, la escalada vital ofrece multitud de tramos plácidos, precisamente, acabo de encontrar uno de ellos parando a leer tu relato.
Saludos encantados.
¡Dichosos los ojos que te vuelven a leer, amigo Ángel! Hacía un tiempo que no asomabas por aquí… ¡Bienvenido! (o mejor, ¡bien hallado!). Me alegro mucho de que te haya producido un momento de placidez, con mi texto. Muchas gracias.
Un abrazo.
María José, no siempre dispone uno del tiempo que quiere. Últimamente he estado bastante liado, pero siempre procuro tener un rato para entrar en ENTC. Lo que pasa, es que, como se dice por mi tierra «voy a salto de mata», pero siempre tendré un momento para pasarme por tu rincón, porque soy seguidor tuyo.
Un abrazo.
Quería poner ese «ej que» entre comillas, no entre comas, para que se note que soy de la Mancha. Un poquito burro sí que soy jejeje.
María José, tierno y navideño relato el que nos traes. No se sabe bien a qué se deben esas ilusiones o visiones del niño, pero siempre es bueno poder disfrutar de un poco de magia e ilusión.
Un abrazo
Cierto, Blanca, un poco de magia e ilusión viene muy bien, tanto en Navidad como en cualquier época del año. Si nos falta, la vida resulta tediosa y aburrida. Muchísimas gracias por dejar tu amable comentario.
Otro abrazo para ti.
Es tierno y divertido. Tu personaje parece decir: magia sí, pero sin exagerar. Un vuelco terrenal que le da una vuelta de tuerca a tu historia. ¡Mucha suerte!
¡Muchas gracias, Patricia! Me encanta saber que te ha gustado mi micro y que lo has encontrado divertido. Esa era mi pretensión y da mucha alegría haberla logrado.
Besos y suerte para ti, también.
La imaginación no debe faltar. Bonito relato para Navidad.
Abrazos cálidos.
Muchas gracias, María. Un poquito de espíritu navideño no viene mal, en estas fechas.
Abrazos tiernos para ti y… ¡Feliz Navidad!
A veces es mejor callar y luego se decidirá que hacer!! Quedarse sin roscón sería un disparate, entre otras cosas.
Muy bonito. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Muchas gracias, Nani, por tus amables palabras.
Un abrazo y felices fiestas.
Tiene bien aprendida la lección. Un castigo a cambio de cualquier acción que nos asuste a los mayores, y ésta es grave, hablar de seres mágicos y creerselos.
Hace bien, que no diga nada y disfrute de sus regalos y del roscón.
Menos mal que en ENTC hay un rinconcito y personas a las que se lo puede contar.
¡FELIZ AÑO 2018!
Muchas gracias, Isabel, por dejar tu amable comentario.
Yo también te deseo lo mejor para este año que está casi asomando por la ventana… ¡FELIZ 2018!
Un abrazo.