39. Equilibrios
Y qué si, una vez al mes, cuando ya no se sentía con fuerzas para volar, pedía que le remendaran las alas. Y qué si por las noches gritaba porque el fuego seguía devorando sus huesos descarnados. Y qué si inventaba escamas que revistieran las piernas que abandonó en Bosnia y suplicaba que extermináramos los ácaros que perforaban aquella frágil coraza.
Y qué.
Si las mañanas de sol resplandeciente nos regalaba su sonrisa, horneaba rosquillas, espantaba los fantasmas abriendo la ventana, tarareaba melodías de ilusión y nos dibujaba a todos, uno por uno, el trazo trémulo del valor en los corazones.
Bonito equilibrio, Eva.
Muy bien llevado ese «y qué» conduciéndonos al ilusionante desenlace.
Un relato fantasticamente real, crudo.
Un abrazo grande!!!
Gracias guapa. ¿No te dije que me encantaron tus ilustraciones del video? ¡Ay que tonta estoy! Un besazo y a ver si a la próxima puede ser sonoro de verdad.
Todo se le perdona a una persona que sufre a consecuencia de esa locura máxima de los hombres, que llaman guerra. Todo se le perdona a alguien capaz de superar las consecuencias de la adversidad que se ha cebado en ella para poner buena cara, no ser una carga y sí un ejemplo, para repartir alegría. Una mujer que no se abandona dejándose caer por el lado fácil y derrotista, que levanta la cabeza pese a todo y mantiene un equilibrio lleno de dignidad.
Otro ejemplo de dominio de la prosa poética marca de la casa y difícil de igualar.
Un abrazo y suerte, Eva
Siempre agudo y certero, Ángel. Muchas gracias y un abrazo para ti también.
Me ha chiflado. Esas personas, sin duda, se merecen tener un relato que las engrandezca, y tú lo has conseguido. Enhorabuena, Eva
¡Guau! ¡Gracias Alberto! Un saludo emocionado.
Precioso y tierno, con la comprensión necesaria hacia el dolor, un dolor que se reviste de amor para superarse. Muy bonito, Eva. Un abrazo.
Me alegra que te guste Manoli. Muchas gracias por tus palabras y por comentar. Un bico.