103. Equipo de uno (Patricia Mejías)
Cada curva de sus brazos es un torque de músculos que potencia la fuerza del remo contra la corriente marina. Trae a sus espaldas el peso de una docena de inmigrantes. Seis mujeres, dos bebés moribundos y cuatro hombres hambrientos. Golpea con fuerza las crestas enharinadas de las olas como si fueran cabezas que sobresalieran del mar. Con las salpicaduras de agua salada, el maquillaje se le destiñe. Hace mucho que no usa kohl. Desde los bombardeos en Homs. Cuando posó, sin burka y con una sonrisa, para un fotógrafo extranjero. Mientras el fuego, con sus dedos crocantes, rebuscaba entre los escombros a los sobrevivientes del bombardeo. Mientras decidía que era hora de marchar hacia Occidente con aquel grupo de refugiados.
Le pesa en la conciencia el azul marino teñido con sangre. Al fin divisa la playa. Y el relumbrar de las cámaras. Solo cien metros más. Pero aquella carga extra de remordimientos se lo impide. Con una rápida maniobra mental, se desprende de una estela de rostros suplicantes que se hunden en sus recuerdos. Rauda la embarcación embiste la meta. Medalla de plata. Y el ofrecimiento de un contrato de modelaje que compensa ese segundo lugar en las Olimpiadas.
Tu egoísta personaje conquista lo que, seguramente, le estaría vetado por sus desgraciadas circunstancias de nacimiento. Lo malo es que lo consigue aprovechádose de esas adversidades que atenazaban a sus compatriotas y, también, a ella misma. Suerte y saludos.