25. ESCENA DE CAMPO
Madre de cinco hijos, abuela de veinte nietos, bisabuela de seis. Hoy es un día muy especial, es su cumpleaños. Por eso la reunión y la fiesta en este domingo de abril colmado de árboles en flor, de una primavera que llega repleta de olores suaves a yerbabuena y azahar. Ahí está.
Con la figura encogida por el peso del tiempo y los ojos cansados de tanto mirar por las ventanas de la vida -parecen pequeños bailarines en un escenario lleno de experiencias- después de una larga gira de acentuado recorrido sentimental. Aquí continúa con esa placida y venturosa longevidad.
No tuvieron tanta suerte los de su generación. Hoy, sigue disfrutando, aunque a veces se pierda en los recuerdos. Otras, callada sólo mira. Todos la quieren y la veneran por su fuerza, por su serenidad, por su alegría y sobre todo por las historias que cuenta del campo y sus labores: la siembra de cereales, la siega, la trilla, la recogida de la almendra y la aceituna. Aquellos árboles que rodean todavía la casa. Hoy cumple cien años. Todos se arremolinan con ella cuando con gracia narra las faenas del campo, como si fuera ayer. Sin las fatigas de entonces.
Esta mujer, testigo vivo de una época, que ella siente como si hubiera sido ayer, ha logrado reunir en torno a sí a una gran cantidad de personas, con el mérito de que es querida y respetada por todos. Esos «ojos cansados de tanto mirar por las ventanas de la vida han visto muchas cosas y se han sobrepuesto a mil avatares. Una superviviente envidiable, alguien de quien aprender. No sé a qué academia habrá que apuntarse, pero yo quisiera saber vivir como ella.
Un abrazo, Carmen. Suerte
¡Gracias Ángel!
De vez en cuando me gusta venir por aquí y dejar mis palabras escritas
Besicos
Qué suerte llegar a esas alturas de su vida y poder contar con el cariño y el interés de los suyos. Todos salen ganando, pues ella se encuentra arropada por ese amor, en su vejez, y sus descendiente serán agraciados siendo merecedores de recibir las enseñanzas que les supone escuchar desgranar sus recuerdos de otras épocas, con sus sudores y esfuerzos no tan baldíos. Suerte y saludos.
Desgranar la vida que que bonico!!
Gracias por leer y comentar
Besicos
Me gusta mucho como muestras a esa mujer centenaria, llena de bondad y recuerdos.
Mucha suerte.
Me alegra que te guste Alfonso. Muchas gracias
Besicos
Expresas muy bien, Carmen, la sabiduría que encerraban (y encierran) las abuelas del pueblo. Ellas abarcan, en su memoria, historias de oficios o tareas, ya desaparecidos. Por eso, cuando mueren, no solo se nos va una persona, se va un saco enorme de sabiduría, que nunca más se va a poder recuperar.
Felicidades. Un abrazo.
María José
Una vida plácida a pesar del duro trabajo del campo. Toda una señora centenaria que atesora recuerdos, familia, deseos de otro tiempo… Que bien has pintado a la protagonista, se hace querer por nosotros aunque no la conozcamos.
Una historia con aroma a azahar, siega y longevidad.
Da paz leerlo.
Un beso Carmen.
Carmen, trasmites los sentimientos despertados a lo largo de su vida con mucha sensibilidad. suerte y saludos
Me ha gustado mucho, Carmen, esa mujer existe en muchos lugares. Bibliotecas vivas de costumbres casi muertas. Me encanta el final. Suerte.